Angie Beltran es una hermosa y tierna muchacha que conoce a Pablo Aragón en un accidente , dónde el amor entre ellos surge al instante , haciendo la promesa que después de terminar cada uno su carrera se casarían y formarían una familia , Pero la obsesión de una mujer por Pablo los separa dos años , ella sin saber porque no llego el día de si boda y el pensando en ella cada dia . ¿qué pasará cuando se vuelvan a ver?¿ella lo escuchará?.
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CAPITULO 23
Angie apagó las luces de la sala y se dirigió a su habitación , al entrar y cerrar la puerta sintió el perfume de Pablo , fue aprender la luz pero sintió que alguien la abrazo por detrás de su cintura pegándola a un cuerpo.
—¿Pablo eres tu mi amor? preguntó ella con la voz entrecortada.
—Si soy yo mi vida , mi hermosa esposa y ya estoy de regreso para recuperar tu amor.
Angie se estremeció al sentir el abrazo firme y cálido alrededor de su cintura. La voz de Pablo resonó en sus oídos, llenando de alegría y amor a Angie. Aunque la oscuridad envolvía la habitación, su corazón se iluminó al reconocer la presencia de su amado esposo.
Con la voz entrecortada por la emoción, Angie preguntó: "¿Pablo, de verdad eres tú mi amor?" Su voz temblorosa reflejaba la mezcla de sorpresa y felicidad que inundaba su ser. En ese instante, ella solo quería confirmar que no estaba imaginando las sensaciones que experimentaba.
La respuesta de Pablo no se hizo esperar: "Sí, soy yo, mi vida, mi hermosa esposa". Sus palabras resonaron en el aire, llenándose de ternura y complicidad. Angie se sintió aliviada y emocionada al saber que su amado estaba allí, junto a ella. El perfume familiar de Pablo estaba en el ambiente, una fragancia que siempre la transportaba a momentos de amor y felicidad compartidos.
Sin poder contener la emoción, Angie se giró en los brazos de Pablo y lo abrazó con fuerza. Sus cuerpos se fundieron en un abrazo apasionado, como si quisieran fusionarse en uno solo. El tiempo parecía detenerse mientras se perdían en ese momento de conexión íntima y profunda.
Las palabras quedaron en un segundo plano mientras sus miradas se encontraban. Los ojos de Angie se llenaron de lágrimas de felicidad, reflejando el amor y la gratitud que sentía en ese instante. Pablo, con su sonrisa radiante, acarició suavemente su rostro y secó sus lágrimas con ternura.
El silencio cobró vida entre ellos, una comunicación sin palabras que solo los dos entendían. No era necesario pronunciar frases elaboradas para expresar lo que sentían en lo más profundo de sus corazones. Cada gesto, cada mirada, era suficiente para transmitir el amor que los unía.
Angie recordaba el camino que habían recorrido juntos, desde el momento en que se conocieron hasta el día de su boda. Cada paso había fortalecido su amor y había construido los cimientos de una relación sólida y duradera. Ahora, en ese momento íntimo y especial, se daban cuenta de lo afortunados que eran de tenerse el uno al otro.
El abrazo se prolongó, como si quisieran detener el tiempo y aferrarse a ese instante de felicidad plena. Los latidos de sus corazones se sincronizaron, creando una melodía única que solo ellos dos podían escuchar. En ese abrazo, Angie encontró la seguridad y el refugio que siempre había buscado.
Pablo acarició su cabello suavemente, sus dedos deslizándose con delicadeza por cada hebra. Angie cerró los ojos y se dejó llevar por la sensación reconfortante de sus caricias. En ese momento, todo lo demás desapareció y solo existían ellos dos, unidos en cuerpo y alma.
El amor que compartían era un regalo precioso, un tesoro que cuidaban y valoraban cada día. Juntos habían superado obstáculos y desafíos, habían reído y llorado, habían construido una vida llena de momentos inolvidables. Y en ese abrazo, sentían que cada sacrificio había valido la pena.
El tiempo pasó volando mientras seguían abrazados, disfrutando de la presencia del otro. No había prisa ni preocupación, solo existía el presente y el amor que los envolvía. En ese abrazo, encontraron la fuerza y la inspiración para seguir adelante, enfrentando juntos todo lo que la vida les deparara.
El perfume de Pablo llenaba el aire, dejando una estela de amor y pasión a su paso. Cada vez que Angie lo percibía, su corazón se aceleraba y una sonrisa se dibujaba en su rostro. Era un recordatorio constante de la conexión profunda que compartían, un lazo que nada ni nadie podía romper.
Finalmente, se separaron lentamente, pero sus manos seguían entrelazadas.
Pablo volvió a abrazar a Angie desde la cintura y ella recostó su cabeza en el pecho de Pablo, y los dos se quedaron mirando por la ventana. Hasta que él le susurró en el oído de Angie: "Dime que no te has olvidado de mí, de nuestro primer beso, de la primera noche que pasamos juntos, de lo feliz que fuimos y de nuestra primera vez, porque yo nunca te olvidaré. Nunca olvides lo que sentiste cuando me viste por primera vez. Por favor, no me digas que ya no me amas, porque yo te sigo amando con el alma y el corazón", Pablo le dijo todo esto entre lágrimas que no dejaban de descender por sus mejillas.
Angie levantó su mirada para encontrarse con la de Pablo, sus ojos brillaban con emoción y tristeza a la vez. Tomó su rostro entre sus manos y le dijo con voz suave y sincera "Nunca podría olvidarte, Pablo. Eres y siempre serás parte de mí, de mis recuerdos más preciados y de mis momentos más felices". El silencio llenó la habitación por un instante, solo interrumpido por el suave susurro de la brisa que entraba por la ventana.
Pablo besó la frente de Angie con ternura y la abrazó con fuerza, como si quisiera retenerla para siempre en sus brazos. Sabía que las palabras de Angie eran sinceras, pero aún así el miedo de perderla lo invadía. "Te amo, Angie. Siempre te amaré", fueron las únicas palabras que pudo articular antes de fundirse en un abrazo más profundo.
Y en ese abrazo, en medio de la penumbra de la habitación, Pablo y Angie supieron que su amor era más fuerte que cualquier obstáculo, más intenso que cualquier recuerdo del pasado. Juntos, se prometieron nunca olvidar lo que sentían en ese momento, nunca dejar marchitar el amor que los unía desde el primer beso. Y en ese abrazo, se juraron seguir amándose por siempre, sin importar lo que el destino les deparara...
Continuara...