EN BUSQUEDA DE LO PERDIDO

Día 23 de Diciembre

Mario Benedetti 》”La mejor forma de ser feliz con alguien, es aprender a ser feliz solo, así la compañía es una cuestión de elección y no de necesidad “.

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— Había estado más de dos meses internada en el hospital, luchando por mi vida. No puedes imaginar el dolor que esto le causó a mi abuela, quien ya había perdido a su única hija y ahora veía a su única nieta en una situación crítica. Pero, ¿qué sabes tú de dolor y sufrimiento si vives en tu burbuja, creyendo que todo gira a tu alrededor?

》Tú siempre has tenido todos los privilegios del mundo; nunca te ha faltado nada, porque el dinero mueve montañas— dijo con un tono burlón.

—Eres una inconsciente, Rayla— respondió con un tono que reflejaba su frustración. —Puede que nunca me haya enterado de lo que te sucedió en la preparatoria, pero todos enfrentamos el sufrimiento en algún momento de nuestras vidas. No importa cuán rico seas, el dinero no te protege de la pérdida de un ser querido y tú mas que nadie sabes de lo que hablo— añadió con dolor.

》Porque yo también he sufrido la pérdida no solo de uno sino de varios seres queridos. Quizás lo sepas pero yo perdí a mis mejores amigos en un accidente de coche y también perdí al amor de mi vida y a mi bebé. Un niño que a pesar de no ser planeado me dolió, por eso decidí hacerme la vasectomía para no tener más hijos porque no iba a sufrir más perdidas.-

Aquello no habia sorprendido a Rayla en lo absoluto pues cuando Sandrine aun estaba con vida se encargó de hacerle saber sobre su perfecta vida. Ella le escribía en forma constante para torturarla sin importar que ya la preparatoria se había acabado, pues Sandriene sabia perfectamente que Rayla había estado en el hospital gravemente por los golpes. Pero el odio que Sandriene había tenido hacia ella no le permitía dejarle la vida en paz.

Pues cuando Sandrine había quedado embarazada ella le había escrito y mandado fotos en modo de burla como si aquello era un logró. Rayla a pesar de bloquearla de sus contactos para no responder a sus mensajes ella seguía buscándolo la forma para restregarle lo bien que le estaba yendo pues los padres de esta también eran personas con dinero.

Cuando Sandrine quedó embarazada, le envió mensajes y fotos a Rayla en tono burlón, como si se tratara de un logro. A pesar de que Rayla la bloqueó en sus contactos para evitar responder, Sandrine continuó buscando maneras de restregarle lo bien que le iba en su relación con Michael.

Esta situación llevó a Rayla a un estado de ansiedad, ya que era consciente de que Sandrine podría arruinar su futuro si así lo decidía. Por ello, Rayla tomó la decisión de cambiar su nombre y adoptar el apellido de soltera de su abuela. Además, tras someterse a varias cirugías estéticas, optó por cambiar el color de sus ojos. Después de estos cambios, Rayla mantuvo un perfil bajo para ocultar su nueva apariencia. Aunque podría eliminar sus redes sociales para cortar todo contacto, prefirió mantenerse atenta a los movimientos de su rival.

Cuando Rayla se enteró de la muerte de Sandrine, experimentó una sensación de alivio, ya que su ausencia significaba que no tendría que lidiar más con su presencia. A pesar de haber cometido el error de involucrarse con Michael, no fue una carga que llevara sola; él también había estado implicado, pero ella había decidido cargar con el peso de la culpa, lo que había contribuido a su sufrimiento. La noticia del fallecimiento de Ava le trajo una extraña satisfacción, pues consideraba que el comportamiento injusto que ambas habían tenido hacia ella merecía algún tipo de retribución, y la vida se había encargado de ello.

Es posible que su felicidad, en medio de una tragedia tan profunda, no fuera bien vista. Sin embargo, en su mente resonaba una pregunta inquietante: ¿qué habría pasado si ella hubiera sido la que hubiera muerto tras aquella paliza? Tal vez ellas también se habrían reído y celebrado, sintiéndose liberadas de lo que consideraban una carga.

Para Rayla, lo que había sucedido no era justo. Él era quien debía haber respetado su relación, y no lo hizo; además, ella fue quien tuvo que cargar con las consecuencias.

—¿Crees que la decisión de someterte a una vasectomía es un sufrimiento? —dijo con frialdad—. Nadie te obligó a tomar esa decisión solo por la pérdida de un hijo. Tuviste la oportunidad de seguir adelante con tu vida, como cualquier otra persona, pero tu debilidad mental te impidió ver más allá. Y permíteme decirte esto: me alegré tanto por la muerte de Ava y Sandrine que fui a celebrarlo a un bar —continuó, con la intención de herirlo, buscando que él sintiera el mismo dolor que ella había experimentado a causa de él.

El rostro de Michael pasó de la tristeza a la palidez, y luego se tornó en molestia.

— Inicialmente creí que eras una persona genuinamente bondadosa, culta y una mujer digna de admiración. Sin embargo, parece que tu belleza exterior solo es igualada por la oscuridad dentro de tu alma. ¿Qué tipo de persona se regocija en la muerte de otro?

—Nunca me presenté como una santa; la idealización fue tuya, así como yo una vez te idealicé a ti. Ahora está claro que has mostrado tu verdadero rostro como una persona engañosa. No es mi culpa que hayas tenido que confrontar la realidad. Dado todo el sufrimiento que soporté por culpa de la drogadicta de Sandrine, tengo todo el derecho a sentir alivio por su fallecimiento; ella merecía eso y mucho más.

Rayla reconoció que este tema era sensible para Michael, y disfrutó infligir dolor.

—Eres una mujer vil y despiadada, Permíteme preguntarte, si tenías claro quién eras desde el principio, ¿por qué me ofreciste una segunda oportunidad? Si sientes tanto resentimiento y desdén hacia mí, ¿por qué permitiste que me enamorara de ti?- Rayla no anticipaba esa pregunta, ya que, en realidad, tampoco contaba con una respuesta clara.

— Mi intención era simplemente disfrutar de un momento de esparcimiento, pero tú llegaste insistiendo en establecer una conexión más profunda— expresó de manera contundente.

— No deseo volver a verte nunca más, Rayla. Eres una mujer sin corazón — dijo, mirándola con desdén.

—Amén, aleluya, eso está bien. Yo tampoco quiero volver a cruzarme contigo— respondió, embozando una sonrisa.

Esa respuesta le brindó satisfacción, ya que había logrado que él experimentara un atisbo de su dolor y le había revelado todo lo que Sandrine había hecho para arruinar la imagen que él tenía de ella. Sin embargo, había algo que la inquietaba: él conocía su verdadera identidad. Pero ya no era la joven ingenua de antes; si tenía que luchar, lo haría sin remordimientos.