Cuando Me Enamore De Ti

La molestia, los celos me estaban carcomiendo desde el fondo de mis entrañas, la manera en como lo miraba, en como se dirigía hacia él, era como si clavaran una estaca en todas las partes de mi cuerpo.

Fui un idiota insensible al no darme cuenta de lo que en realidad ocurría, los rechazos constantes, las evasiones, solo existía una amabilidad y gentileza para un amigo eso es lo que podía ver.

Estábamos comiendo juntos, mágicamente había aceptado salir conmigo unos días atrás, dijo que le hacía falta distraerse y que mejor manera de hacerlo, saliendo conmigo por despecho, eso es lo que veía cada vez que me sonreía, cada vez que veía sus ojos.

Estaba poseído, por la rabia, por los celos y es que desde niño fui instruido para alcanzar mis metas, mis prioridades y ella era una de ellas, al verse inalcanzable me era más deseable por tener por qué así era con los niños.

Al no tener el juguete que querían aunque no lo necesitarán o tuvieran el mismo juguete con las mismas funciones, harían todo lo posible por quererlo y obtener lo que quieren, solo hacía falta una rabieta, una breve humillación al público y cederían, le darían lo que desean seguido de una reprenda, pero ya no importaba lo demás o el que hubiera hecho pues había ganado, se había salido con la suya.

Así me sentía ahora, como un niño que no estaba logrando nada al seguir con las insistencias, soy un caballero y jamás la obligaría a hacer algo que no quisiera, después de todo había sido instruido por mi madre quien me dice hasta la fecha que una mujer no se obtiene sino que se gana, con detalles mediocres, idiotas que no hacían más nada que gastar tu tiempo y dinero, pero valía la pena intentarlo, ¿Lo valía?.

—Estás bien, te noto perdido —

Su sola preocupación me decía lo mediocre que era, sentía pena por no haberme dicho nada, aunque sé que no debía porque decirme, entendí con solo esa mirada que ella había tenido algo que ver con él, entendí que jamás sería más que el amigo que intenta conquistarla.

—Estoy bien, es por el trabajo, ya sabes lo peculiar—

Dije volviendo a comer de mi plato, esto era asfixiante, no sé a ciencia cierta cuanto soportaría más con sus rechazos, la quería, vaya que la quería, solo para mí, nada más que para mí, pasando la noche la llevaba de vuelta a su edificio.

Caminando hasta la puerta del edificio donde se hospedaba fue entonces que me permití recorrer su cuerpo, ese vestido negro se ceñía tan endemoniadamente perfecto a sus curvas que un poco más cerca y no soportaría la distancia que nos separa, pase saliva por mi garganta y nos detuvimos una vez era el momento de despedirnos, ella se giró hacia mí con una sonrisa en su rostro y se acercó para darme el beso en la mejilla como todas las beses, pero no pude evitarlo más.

Mi cuerpo tomó vida propia, la tomé con ambas manos de la cintura y la bese en la boca, como desde hace meses deseaba hacerlo, suspire aliviado y cabreado ante el sabor de sus labios, de una cereza dulce, me aleje con tranquilidad de sus labios y desee no hacerlo, pues sus labios se volvieron mi nueva droga una que despertó más de lo debido a mis demonios que deseaban parar todo lo caballeroso y ser brusco por un momento de debilidad.

Pero ella me lo impedía, su manera de verme, su manera tan precavida de tocarme, sus alejamientos al sentir la cercanía de nuestras manos por no pasar los límites, su vergüenza ante mis coqueteos.

Eso me impedía hacer algo imprudente, pues aun si no me querías como a Vincent quería conocer, saber más de ti.

—Lo siento, no pude soportarlo— Dije con una pena que antes no conocía.

—Tranquilo, es mi culpa, por no avanzar rápido, pero aún me atormenta lo que ocurrió en el pasado— Dijo con una tristeza que me hizo sentir culpable por mi apresurado paso por sentir algo de afecto de su parte.

—Maya, quisiera conocer más de ti, sabes todo sobre mí, pero, en cambio, yo, no sé, acerca de ti, de tus gustos, que es lo que te hace feliz— Comente con pesar al ver como su rostro cambiaba a uno dolido y triste, suspire con pesar y la tomé de las manos llevándolas a mis labios para depositar un beso en ellas sintiendo el dulce de su piel —Te esperaré todo lo que pueda Maya, pero debes entender que la paciencia se agota y no quisiera saber después que pudimos ser una buena pareja—

Exprese para después marcharme dejándola ahí a las afueras de donde vive, supe que me había portado como todo un canalla, pero como no hacerlo después de todo, de descubrir que sentía ese algo con Vincent Morgan y no por mí, que me esperaba por ser atento, caballeroso, paciente, cosas que en realidad no era, pero ella hacía sacar lo mejor de mí.

Conduje en mi Maserati por las calles de Manhattan mientras el volante sufría de mis presentes ataques de rabia, ese era yo, un arrogante y posesivo que no sabía perder ese era yo gritando que soy el maldito Jason Moore.

Frene con prisa quemando el asfalto deteniéndome delante de aquel edificio tan majestuoso, salí de mi auto con enojo azotando la puerta y entrando al edificio sin permiso, los guardias hacían lo posible por determinar, pero no se los permití, entre a ese maldito elevador con ellos en mi contra.

Al subir hasta el piso donde sabía que su reinado se encontraba, me adentre en la oficina donde antes habíamos tenido una reunión y ahí estaba tan relajado, como si nada ocurriera, al verme en el marco de la puerta tomó su bebida de un solo trago conforme se ponía de pie y rodeaba el escritorio con ese semblante de superioridad que detestaba.

—Que te trae por aquí Jason— Pregunto recargando se sobre el escritorio mientras metía sus manos a los bolsillos sin preocupaciones.

Maldito desgraciado, sabía que él sería un problema andante, sabía que es de esos seres vivientes que se creen con la superioridad de ser únicos en su especie, pero lamentablemente existen más.

—Eh venido a decirte, que no pienso renunciar Maya, me gusta y la quiero y tú no impediras lo que ocurrirá entre noosotros— Espete tajante creyendo que sería suficiente para el, pero no lo fue, solo pude apreciar como se reía —Que te resulta tan gracioso—

—De verdad esperas que crea que Maya ya me superó— Se enderezó y aun con su semblante enaltecido empezó caminar hacia mí —Escúchame Jason, tu no eres nadie para decirme lo que debo hacer y lo que siento por ella es correspondido, lo sé— Confirmo para mi pesar, pues sabía que el no se detendría y yo tampoco cedería.

—De verdad eso es así, entonces— Aclame dando unos pasos más finalizando con la distancia quedando a casi centímetros y le dije — Por qué me beso en nuestra cita— era una mentira y lo sabía, pero no dejaría que me acorralara así de fácil.

Su rostro había cambiado, se vía más serio, más que contraído por lo que había dicho y eso me hizo enaltecer me.

—Ja ja ja ja ja no puedo creer que utilices eso, están simplemente insignificante— Se río echando a perder mi victoria, se acercó más a mi y me dijo en la cara —Esperas a que un beso me haga mal, escucha yo si se a lo que sabe su cuerpo, conozco cada centímetro de su piel como la palma de mi mano, se lo que le gusta, cuando jadea y amigo, tu jamás lo sabrás, pues eres nada para ella—

Mi cuerpo entero se había tensado, lo tomé del saco y aliste mi puño para quitar esa sonrisa de desprecio que me dirigía con insolencia, iba a hacerlo, vaya que lo aria, pero me detuvo el hecho de que no estuviéramos solos para molerlo a golpes.

—JASON— Detuve en el aire mi puño y lo miré con enfoque, con odio, resentimiento mientras él se burlaba en mi cara —Que está ocurriendo aquí—

—No es nada Adam, es solo que Jason ya se iba— Coloco palabras en mi boca y yo necesitaba golpear algo, pero hacerlo estando presente su amigo, seríamos dos contra uno y no me suena justo, solté su saco y lo vi acomodárselo con ligereza.

Mire a Adam Smith y después me marche, pues un minuto más ahí y lo mataría por el hecho de querer retarme, pero la tendré, Maya será mía y cuando gane victoria él saldrá perdedor.