Karina es una chica como cualquier otra y Todos los días se repite a si misma:
todas las personas en el mundo tiene un sueño incluso si es muy difícil siempre tienen éxito.
Todos tenemos problemas pero tenemos que seguir adelante, y tener fe.
A quien quiero engañar el mundo es una porquería las historias de Cenicienta y el príncipe azul nunca son verdaderas.
Pero hay algo en lo que si creo y esto es el trabajo duro siempre tiene recompensas.
Edward James es un actor americano que apesar de tener mucho éxito nunca ha Sido feliz con su fama.
Toda la gente que se acerca a el lo hace solo por interés nadie está a porque de verdad lo quieran, eso es lo que el piensa.
Los caminos de ambos se cruzan cuando el la hace pasar por su prometida frente a su ex novia.
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la fiesta
En el camino me tope con Adolfo.
— ¿Qué haces aquí.? — Pregunté asombrada.
El señor Edward me envió a recogerla.
— ¿Porqué?¿paso algo?
— No que yo sepa. Por Favor suba.— Abrió la puerta. Subí. Me sentía un poco intrigada. Cuándo llegue a la casa me sorprendió ver a Edward esperándome en la puerta de afuera.
...Edward....
Desde que Karina se fue siento que los días son muy largos, no duermo bien, la extraño mucho.
Cuándo por fin llegó el domingo envíe a Adolfo para que la recogiera. Al verla llegar me emocioné tanto que hasta quería correr a besarla. Algo debe andar mal conmigo. No puedo besar a mi esposa falsa.
— ¿Ya cenaste.? ¿Quieres cenar.?
— Gracias. Ya cené pero si quieres te acompañó.
— Si. Por favor. — El comedor se siente vacío sin ella. Tenerla al lado me hace sentir mejor. Por eso acepté que me acompañará. Cené y luego nos fuimos a dormir. Saber que ya está en casa hizo que por fin lograra conciliar el sueño.
Al día siguiente William me avisó de una fiesta que habían organizado para un tipo que no me cae muy bien que digamos.
— Karina.
— Dime.
— Mis jefes organizaron una fiesta de cumpleaños para un compañero de trabajo es a las 8.
--¿Ya te sientes mejor para ir?.
— Si. Mi brazo y pierna ya están recuperados, regresa temprano, es una fiesta formal y tienes que ir conmigo.
— No te preocupes. Yo soy muy puntual.
— Ok.
...Karina....
Llegué a la escuela y lo primero que recibí fue el saludo de Michael.
— Hola.
— ¿Qué quieres.? — Ya me está cansando con su actitud de estar detrás mío todo el día.
— Quiero disculparme contigo.
¿Queeeee? ¿este idiota engreído se quiere disculpar conmigo? creo que caerá nieve en el desierto hoy.
— Toma. — Me pasó un ramo de flores que traía cargando.
Supuse que esté era un nuevo truco para molestarme. No acepte sus flores y me fui. Al final de las clases regrese lo más rápido posible a casa de Edward.
Al llegar había una señora muy elegante de unos 30 años, me pareció conocida y recordé que estuvo en mi boda, sentada al lado de Scarlet.
Me saludó dijo que se llama Eva. Mire alrededor y ví muchos vestidos de gala.
Edward bajo.
— Qué bueno que llegas. Elige lo que te guste.
— ¿No podrías decirme que debo usar.?
— No amor. Debes elegir tu. — Hace tiempo que no me llama así. Se siento un poco raro.
— Todos me parecen bonitos. No creó poder elegir sólo uno.
— Dije que eligieras lo que te guste, incluso si te gustan todos puedes quedarte con ellos.
— Pensándolo bien si elegiré. — Miré cada vestido, habían tres que en verdad me gustaban. — ¿Cuál se me verá mejor.? — Dije en voz baja.
— No te preocupes, te verás hermosa con lo que te pongas.
Su comentario hizo que me sonrojara.
— No digas eso.
— Es la verdad.
Ya no le respondí. Tomé esos tres vestidos y entré a una habitación para probarlos. Salí con el primer vestido y pregunté cómo se me veía.
— Te ves preciosa.
— Gracias. Me probaré el otro. — Fuí a ponerme el segundo y el de nuevo me dió un cumplido.
— Qué envidia me dan. Se les nota el amor hasta por los poros. — Dijo Eva. Yo solo me reí, sabía que todo era un acto que Edward armó para que está señora le vaya con el chisme a Scarlet.
— No debería. Seguro que usted también tiene muchos pretendientes. Es una mujer muy hermosa.
— Gracias. Pero que esposa tan linda te conseguiste Edward.
— Lo sé.
— Usaré esté vestido. Es el que más me gusta.
— Está bien. — Subí a darme un baño, después me cambie y la maquillista llegó a terminar de arreglarme. Qué bueno que la llamó. Se maquillarme pero con sencillez. Y está chica hizo una maravilla en mi rostro.
Cuando baje Edward estaba usando un traje negro se veía muy guapo, creo que nos pusimos de acuerdo porque mi vestido también es negro.
Este hombre es traga años tiene 36 pero parece de 27.
— Qué hermosa luce mi esposa hoy.
Sonreí.
— Mi esposo también luce muy guapo. — El también sonrío.
Horas después llegamos a la fiesta.
— No puedo creer que hayas venido. — Dijo el festejado. — Tu hija es muy hermosa. — Me sonrió.
— Ella no es mi hija, es Karina mi esposa.
— ¿Tú esposa?, lo siento. Lo hubiera sabido si me hubieras invitado a tú boda. — Esté chico es cómo maléfica. Está enojado por no ser invitado a una fiesta.
— Se me pasó enviarte la invitación.
— Es una lastima. Karina. — Me observó. — ¿No es demasiado joven para estar casada con el?.
— El amor no entiende de esas cosas.
— ¿Cómo te fuiste a enamorar de un anciano como el.? — ¿Cómo se atreve a decirle anciano a Edward.? Eso sólo lo puedo hacer yo.
— Porqué es un mentiroso.
— ¿Perdón.? — Edward pareció enojarse con mi respuesta.
— Cuándo lo conocí no me dijo su edad yo le calculé 27, así que acepté salir con el y nunca me atreví a preguntar su edad. Me enteré de ella hace poco cuándo ví su identificación. — Edward pareció más contento.
— ¿Enserio le calculaste 27.?
— Si. Enserio.
— ¿Ami cuántos años me calculas.? — Vas a pagar muy caro el ofender a mi marido.
— Yo creo que tiene 33. Pero por ser traga años le cálculo 30.
Edward se rió ligeramente con mi comentario.
El festejado se molestó y se fue.
— Ese golpe debió dolerle mucho.
— Así lo pensará dos veces antes de ofender a mi marido.
Me vio asombrado con lo último que dije.