Eh muerto, pero, abri mis ojos, y me eh convertido en una princesa.
Eh reencarnado en Meredith Hockey, la hija maldita de el duque, a la cual NUNCA le prestó atención. Cuando por fin, en la novela, parecía todo ir por el lado correcto, Meredith muere, no solo una vez, también en los 27 especiales que contiene la novela.
Quiero sobrevivir, pero no quiero desperdiciar mi corto lapso de vida en un plan que salve mi pellejo, si moriré, al menos, está vez, disfrutaré mi vida para irme sin arrepentimientos, ¡Esta Vez No Temo A La Muerte!
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Capítulo 20
Una vez Meredith llegó a su palacio, fue recibida por Eylen, Aisha y Odela, quienes empezaron a arreglar rápidamente a Meredith.
Empezaron con un baño de agua caliente con extracto de rosas y esencia que hidrataría su piel y la dejaría oliendo delicioso. Seguidamente de una mascarilla exfoliante con café y miel que frotaron por toda su piel dejándola aún más suave, seguido de otra para su rostro dejándola sin la posibilidad de hablar.
Después de eso hidrataron su cuerpo con cremas y perfumes con olor a frutas que predominaba la cereza, y finalmente la vistieron con ropa de seda y agregaron un mínimo maquillaje a su rostro.
Un poco de rubor, y un mínimo labial en sus labios.
Su cabello fue perfectamente trenzado en forma de cascada y algunos mechones rebeldes se escapan y daban una bonita sensación de que estaba suelto, seguidamente de algunos tocados finamente pulido y la hacían ver exquisitamente.
Y finalmente, lo más bello y torturoso el vestido. Un caro y fino vestido de seda, con una falda de color crema como base y una delicada tela tan azul como el cielo que estaba ligeramente transparente, dando un volumen a la delicada falda. La parte superior era de hombros descubierto y brazo cubiertos, una tela delgada que dejaba que el su piel tomara el aire fresco de la primera.
Y finalmente, un mínimo escote con forma de V no muy coqueto, pero lo suficiente para llamar la atención, quizás a su parecer no llegaba a cruzar el término vulgar, pero Noé es algo que usaría con frecuencia, algunas rosas bordadas rodeaban el escote y llenaban de encaje el corset.
Y para terminar su tortura unos zapatos blancos con tacon, rodeados en la parte del talón con finas perlas blancas brillantes con ligeros toques azules.
— Se ve hermosa princesa.
— ¡Nuestra princesa es como un hada!
— Será la más brillante esta noche, princesa.
Odela, Eylen y Aisha, no dejaban de halagar su apariencia sofisticada, que a su parecer era algo que no utilizaba con continuidad, pero algo extremadamente hermoso como para decir que no era de su agrado.
— ¡Muchas gracias!
Meredith sonrió de oreja a oreja encantada con la apariencia que tenía en ese momento.
Era extraño.
Pero le gustaba.
La camisa delgada y el pantalón medio holgado que usaba para entrenar era su vestimenta día a día, y ahora que se observaba en el enorme espejo del vestidor encontraba su gusto en aquellos vestidos enormes y obstentosos.
— Es hora de salir, princesa, todos deben estarla esperando.
Emocionada, Meredith se dirigió a pasos apresurados a la salida principal de su pequeño palacio, observando las espaldas de Robert y Adeus frente a ella.
Que de igual forma, estaban vestidos con los trajes formales de los caballeros que usaban en ocasiones especiales. Un saco oscuros con hombreras doradas y botones finamente bordados con hilos rojos, un pantalón al cuerpo con los mismos detalles, y finalmente la espada ubicada en el extremo inferior izquierdo de su cadera.
Y mientras ella detallaba el traje tan exquisito y fino de los caballeros, Adeus la observaba fijamente con lágrimas en los ojos.
— Princesa, se ve muy bien.
Hablo Robert ante el silencio sepulcral que gobernaba en Adeus, e incluso se vio en la necesidad de prestarle un pañuelo.
— Ha crecido tanto princesa.
Hablo Adeus en medio de un sollozo, cubriendo su nariz con el pañuelo antes prestado por Robert.
— Ya cierra la boca.
Robert empujó su rostro lloroso y lleno de mocos del rostro de la princesa, escuchando como sus sollozos se incrementaban.
— Es increíble el paso del tiempo princesa, hace once años conocimos a la princesa.
Comentó Robert, ofreciendo su brazo para que la princesas pudiera ser escoltada al lugar en donde se celebraría su cumpleaños.
— ¡Feliz cumpleaños princesa!
Hablo por fin Adeus de manera correcta, ofreciendo una pequeña caja de terciopelo negro de tamaño mediano a las manos de la princesa.
— ¿Oh? No debiste molestarte.
Respondió cortésmente, detallando la caja en sus mañosos, y una vez abierta pudo apreciar una hermosa gargantilla con pequeños cristales finamente acomodados en el centro de la pieza.
— ¿No es esto muy caro? No era necesario tal cosa.
— Princesa, es algo que le ofrezco con todo mi corazón a la pequeña persona que considero mi hermana.
Envolvió sus manos entre las pequeñas de la princesa, dejando que la pieza entre sus manos fuera aceptada en las de la menor.
— Agradezco que haya ido en su momento a ese lugar, princesa.
Sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas, Meredith asintió y caminó a un lado de Robert con su brazo enganchado y con Adeus detrás de ellos escoltándolos.
— Esperamos lo disfruté, princesa.
— Lo haré.
Finalmente, un lugar cubierto de adornos y cerpentinas se aviso a la lejanía, un Kiosco perfectamente cuidado y decorado, con una mesa larga y llena de comida deliciosa y un reluciente y llamativo pastel, que a su parecer era enorme.
Seguidamente de otros cuantos caballeros y sus bonitas doncellas que se habían arreglado apresuradamente.
Era una bonita bienvenida y una tradición en ese lugar.
Su cumpleaños era una fecha importante que merecía ser celebrada por los guerreros de Hockey.
Al llegar al lugar botellas de vino se abrieron la champaña era regada y los platos de comida estaban siendo distribuidos, pero, ¿Dónde estaba Aryed?, ¿quizás no lo habían invitado? ¿Era eso posible?
— ¿Se encuentra bien princesa?
Preguntó Stephanie que veía el rostro distraído y la mirada triste que se reflejaba en la princesa.
— Oh no, estoy realmente bien, Eh, Stephanie, de casualidad ¿sabes si Aryed vendrá?
Preguntó ante la incertidumbre de la doncella, quien se carcajeo felizmente ante la duda de la princesa.
— Está aquí, señorita.
Y sintiendo la presencia intimidante pero a la vez agradable a su espalda, Meredith giró drásticamente observando lo bien vestido que se encontraba el joven Duque.
— ¿Me estabas buscando, princesa?
Aryed se agachó a la altura de su rostro y observó su delicado y bonito maquillaje, y por supuesto la bonita rojez que empezaba a dominar sus mejillas.
— No lo estaba.
— ¿Estás segura?
Ante las preguntas inevitables de Aryed y el rápido latido de su corazón, o el inevitable pensamiento del casi beso de la tarde parecían dominar todo su cuerpo.
— No.
— ¿Oh?
— Me alegra que estés aquí.
Confesó finalmente, sintiendo el retumbar de sus latidos en sus oídos y el nerviosismo causar un temblor en sus manos.
— Lo sé, princesa.
Finalmente el hombre acarició suavemente el rostro de la chica, quien aceptó gustosa el toque y sus ojos se suavizaron.
— ¡Oh vaya!
Hablo una voz suave, desde la lejanía una voz femenina retumbó en su cabeza y puso sus pelos de punta.
¿Podría ser?…
— Hermana Meredith, es un placer conocerte.
Una mujer, de su misma edad y mismos cabellos. Un cabello negro liso y ojos tan brillantes como el cielo, un azul tan claro que parecía de mentira.
Melody Hockey, la hija bendita del Duque Hockey y la única reconocida en la familia.
— ¿Qué?..
¿Por qué ella estaba allí?
Su cuerpo tembló e incluso se tambaleó.
¿No empezaba en un año la novela original?
Aryed sostuvo el cuerpo que temblaba de Meredith, observando como su rostro estaba estático y pálido.
¿Ella? ¿Qué quería ella estando allí?
— Escuché que hoy era tu cumpleaños, traje un regalo hermana Meredith.
La suave y femenina voz se repetía y resonaba cada vez más en su cabeza, y sus pasos hacia su figura la estremecían y asustaban.
¿La iba a lastimar?
¿La humillaría?
¿Quería avergonzarla?
¿Iba a presumir el favor que poseía por parte del Duque?
¿Se repetía la historia de su vida pasada?
La ansiedad y el nerviosismo se apoderaron de ella, Melody Hockey era una persona angelical descrita en la historia original, pero nunca se llevó de una manera agradable y amigable con Meredith.
¿Entonces por qué estaba allí?
Los recuerdos y nervios la invadían de tal manera que sus piernas eran incapaces de sostener su peso, pero el agarre fuerte de Aryed en su cintura era capaz de aún mantenerla en pie.
Quizás si se repetiría la historia, volvería a ser el centro de atención y sería encerrada por avergonzar a su familia.
Entonces,
No,
No,
No,
Ella no quería vivir eso,
No otra vez,
No otra vez,
— Princesa Melody.
La masculina y fuerte voz del hombre que la sostenía resonó en el lugar.
— Asistir a un evento sin ser invitado es grosero. Lárguese entonces.
Melody entornó los ojos, ¿Qué había dicho el?
¿Cómo podía tratarla de esa forma?
Pero simplemente sonrió, y dejó la caja de regalo en una mesa cerca suyo.
— Lo entiendo, me iré entonces, fue un gusto verte, hermana Meredith.
Finalmente, la princesa Melody se despidió y desapareció de aquel lugar, apretando los dientes en cada paso que daba.
Cada día aquello estaba peor.
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Editado.
**Atte: **Amelie Ross.