¿Tu Eres Mi Esposa? Completa

...Elliot: ...

Mi sorpresa fue grande cuando vi que estaban sacando a Elena a jalones de su oficina. Cuando cayó al suelo la ira se apoderaro de mi mientras una mujer le tronaba los dedos, en ese momento me diriji hacia ellos, el maldito infeliz esta por tomarla nuevamente del brazo pero no lo permití.

- ¡No te atrevas a tocarla de nuevo!— Dije sosteniendo su muñeca. No se que fue lo que hice, pero de pronto ya estaba a dos metros de nosotros.

Quisieron disculparse y arreglar el problema pero no lo permití. Era lo menos que podía hacer, estaba cegado por la furia.

Cuando todo había pasado, Elena y yo estábamos en mi oficina, le ponía un poco de pomada para los golpes en su muñeca y codos.

— Discúlpame por favor, por el mal rato que te hicieron pasar, no se cual fue la razón para a su actuar.

— Bueno, la chica, Paula. Ella estaba molesta por que me diste el proyecto de la cadena hotelera. Piensa que me acuesto contigo y que por eso obtuve el trabajo.

—Por su puesto que no.

— Fue lo que le dije.

— Si hiciéramos el amor te daría más que un proyecto de trabajo. — La vi de manera insinuante.

Ella sonrió negando con la cabeza. Después se quejó un poco por el dolor en su muñeca mientras le ponía la pomada.

— Máñana habra una juntas de accionistas. Te presentaré como la diseñadora del proyecto. Al ser un proyecto grande es necesario que los demás lo aprueben.

— Creí que tomabas todas las decisiones.

— Mi padre fundó su empresa hace muchos años, incluso antes de que yo naciera. El la hizo con amigos suyos y juntos han crecido. Mi padre tuvo otros negocios, otras empresas, esta no es la única, yo llevo la presidencia de las otras también, pero esta es la más grande y las demás no tienen socios.

— De acuerdo. — Dijo comprendiendo.

— Mi padre nunca quizo dejar a sus amigos de lado. Es por eso que aun siguen siendo accionistas.

— Tu padre debió ser un hombre bueno.

— Tal vez, no lo recuerdo. Esta historia me la contó mi madre.

Asintió con la cabeza.

— Está noche, habrá una cena familiar. Nos invitó y no hemos podido ir a verla, acepte, espero no te moleste.

La vi ponerse nerviosa, cada vez me volvía mas hábil al leer su lenguaje corporal.

— No claro que no. — Dijo tratando de disimular, yo hice como que no me di cuenta.— ¿Quienes estarán presentes?

— Mi hermana, mi madre, tal vez Santos y Franco.

Se tensó cuando dije el nombre de mi hermano.

— Claro.

— Iremos al salir del trabajo.

Elena continuó su trabajo desde su oficina. Una vez que fue la hora de la salida, fuimos a casa a cambiarnos y después a casa de mi madre.

— Hijo, hija, por fin han podido venir.

— Discúlpanos madre, sabes que con mi pérdida de memoria tenía muchas cosas de que hablar con Elena.

— Claro hijo. La cena ya se encuentra casi lista, pero tomen asiento.— Ella nos guió al salón.

— ¡Hermano! No saben el gusto que me da verlos. — Dijo una rubia muy sonriente bajando por la escalera. No me abraza al parecer conoce mis límites pero si abraza a Elena — ¡Querida, me alegra verte!

— A mi también da mucho gusto verla señorita Reachel. — Elena tenía una sonrisa en sus labios.

— ¡Ay no! Ya te dije que me llames sólo Reachel, somos familia.

— Esta bien.

— ¡Hola Hola! — Santos hizo acto de presencia.— Señora Aurora, se encuentra encantadora hoy, dijo saludando de beso a mi madre.

— No seas mentiroso o te crecerá la nariz como a Pinocho. — dijo ella pellizcándole la nariz. — Todos aquí sabemos que solo buscas una porción extra de mis deliciosos postres.

Santos puso rostro indignado.— Es cierto que no me negare a una porción extra de postre, pero es la verdad mi querida señora, es muy hermosa.

— ¡Santos nunca cambias!— Dijo mi madre.

Después se dirigió hacía mi hermana.

— Estas muy hermosa hoy.

— Gracias, pero no te daré mi postre.

Ellos sonrieron viéndose a los ojos mutuamente.

Era obvio que estaban enamorados pero por que no lo expresaban.

— ¡Amigo, Señora Elena!

—¡Hola! — Saluda ella.

— Señora la cena ya está lista. — Dice una de las mujeres del servicio a mi madre.

— ¡Oh! vamos pasando a la mesa. Aún falta Franco pero que nos alcance después.— Mi madre nos hizo una ceña para que la siguiéramos.

Ayude a Elena con su silla e iba a sentarme en cualquier lugar pero mi madre no me dejó.

— Hijo este es tu lugar.

— ¿Acaso no es igual en cualquier silla?

— Tu eres la cabeza de esta familia y aunque no vivas aquí está silla te pertenece.

Accedi ante la petición de mi madre, y me senté a la cabeza de la mesa, lo bueno es que la silla de Elena quedó justo a mi lado izquierdo, mi madre al lado derecho, seguido de mi herma y Santos.

— ¿Iban a comenzar a comer sin mi?

Franco hizo acto de presencia.

—¡Ay! Siempre llegas tarde a todos lados, sabíamos que no tardarías en llegar. — Le restó importancia Reachel a su reclamo.

— Hijo siéntate, ya van a traer la comida.

El dejo un espacio entre el y Elena y ella lo vio de reojo mientras se sentaba.

— Y cuénteme ¿Como les está yendo de casados? — Pregunto mi madre.

Mire a la Elena, se puso nerviosa, ella me había pedido el divorcio y aunque no he hablado con el abogado para iniciar el trámite, es algo que es inevitable.

— Muy bien madre, nos estamos conociendo de nuevo. — Decidí mentir.

— La verdad todos en esta casa estamos muy sorprendidos, jamás pensamos que Elliot iba a casarse algún día. — Agregó Rechel.

— ¿Por que? — Preguntó Elena.

— Bueno solo le conocimos una disque novia. Romina. Pero ella no era una buena candidata.— El rostro de Reachel reflejaba desagrado.

— Aparte Elliot ni siquiera la buscaba, tal vez era por que ya estaba enamorado de ti.— Agregó Santos.

Elena y yo nos estábamos poniendo incómodos, por un tema en el que evidentemente había habido una infidelidad.

— Eso y que Elliot no tolera el contacto físico. Dime Elliot ¿Como piensan tener hijos si no tocas a tu esposa? — Franco hizo un comentario desdeñoso.

— ¡Franco! — Lo regañó mi madre.— Eso no es de tu incumbencia. — Siseó.

— Es sólo un hecho que hay que poner sobre la mesa mamá.

— Pues Elliot, es muy cariñoso conmigo, me atrevería a decir que en exceso.— Elena tomo mi mano.

Franco tensó su mandíbula y tomó un sorbo de la copa que le habían servido.

Los sirvientes comenzaron a servir la cena.

— ¿Como van las cosas en la empresa hijo? — Mi madre prueba el primer bocado de carne.

— ¡Muy bien! De hecho mañana habrá otra junta de socios, mi hermano la solicitó.

— ¿Que? ¿Otra junta? Es la tercera es este mes. — Dijo Rechel molesta.

— ¿Pasa algo para que hayas solicitado la junta Franco?— pregunta mi madre preocupada.

— Les tengo una sorpresa. Es todo.— Se encogió de hombros y continuó comiendo.

— Te agradecería que por lo menos nos informaras con tiempo, debido a que la junta es mañana y yo debo notificar en la universidad que debo ausentarme.

— No es necesario que vayas, solo será algo breve. Además no sabes nada de la empresa. — Podía ver el coraje de Reachel en su rostro, volteó a ver a mi madre exigiendo que le dijera algo pero yo intervine.

— De hecho si necesito que estés Reachel. Ya encontramos quien llevará a acabo el proyecto de la franquicia hotelera, y por ser un proyecto tan grande todos los socios deben votar para saber si están de acuerdo. Por otro lado. Quien convoca la junta de accionistas antes de tiempo tiene la obligación de notificar con tiempo a todos los miembros, de lo contrario el presidente puede denegar la solicitud.

— Pero no lo hiciste por necesítas presentar a tu nuevo empleado y el proyecto ¿no es así? — Dijo Franco.

Asentí con la cabeza.

— Reachel, madre, discúlpenme por no avisar, pensaba informarles aquí en la cena, no recordaba que tenías tu tiempo ocupado.

— Está bien Elliot. — Me disculpó mi hermana.

— Cuando yo me equivoqué, me hechaste en cara mi error, pero a Elliot lo disculpas así nada más.— Franco vio con enojo a Reachel.

— Elliot se disculpó y tu no y , ademas, se está acostumbrando nuevamente a su vida, el perdió la memoria, en cambio tu, sabes de sobra lo importante que son para mi mis clases, quiero graduarme con el mejor promedio y trabajar en la empresa de papá. Pero veo que no te importa.

— Ya por favor no estén pelando, vamos a comer.— Regaño mi madre a ambos.— Hay que comer tranquilamente.

— Bueno y por lo menos ¿podemos saber quién es esta persona que se encargará del proyecto?— Preguntó Franco.

— Es… — Vi a Elena, se había tensado— Es una sorpresa.

Franco nos evaluó a ambos pero no dijo nada.

— Tu debes saber algo. — Se dirijo a Santos.

— No se nada. — Mintió.

— Claro siempre de perro fiel.

— ¡Franco! — Regaño mi madre.

Le hice un gesto para qie se tranquilizara a ella y a Franco.

El resto de la cena transcurrió tranquila, Reachel hablaba de la Universidad, en cómo competía por el primer lugar con Romina. Hacian preguntas personales a Elena, sobre su familia y sus estudios, entre otras cosas.

Para el momento del postre, después de que cada uno comió el suyo, Mi madre había ido nuevamente a la cocina por un pedazo para Reachel y para Santos.

— Les tengo una mala noticia, solo queda una rebanada mas. — Dijo mi madre trayendo el último pedazo de pie.

Santos y Rechel se vieron. Reachel hizo un puchero y Santos le cedió el postre, ella sonrió feliz.

De repente Reachel ya le estaba dando postre en la boca a Santos, hablaría con él después de este asunto.

La cena termino, todos nos estábamos despidiendo pero mi madre me pidió que habláramos a solas en el estudio.

Ella tomó asiento en su silla frente al escritorio.

— ¿Que sucede madre? — Dije tomando asiento del otro lado.

— Hijo me preocupas.— La evalué — Nunca hemos cuestiado tus decisiones, pero desde tu accidente, todo ha sido muy extraño.

— Madre sabes que son preguntas que no puedo responder, no tengo las respuestas.

— Lo sé hijo, pero no estoy tranquila, se que algo pasa, no se que es pero por favor, te pido que te cuides. No le des tanta confianza a esa muchacha.— Su rostro de preocupación era evidente.

— ¿Por que? ¿No te agrada?

— No es eso, se ve que es una buena muchacha, pero hay algo en esta situación, el cómo se dieron las cosas, tu repentino matrimonio que no termina de convencerme.

— Entiendo tu preocupación madre pero te aseguro, que tengo todo bajo control.

— Eso espero hijo, confío en ti.

— Me despido, nos vemos mañana. — Ella me da un abrazo — Madre. — Me quejé.

—¡Ya ya! Hace poco casi mueres, te daré todos los abrazos que quiera.

Salí del despacho, vi que Reachel y Santos platicaban muy amenos en la sala.

— ¿Y mi esposa? — Pregunté.

— Salió al Jardín. — Dijo a Reachel.

— ¿Y Franco?

— Tal vez fue a su habitación, desde que fuiste hablar con mamá no lo he visto.

Yo ya intuía donde se encontraba.

Me dirijí al jardín, y lo vi hablando, parecían estar discutiendo pero no alcanzaba a escuchar lo que decían.

Me aproxime a ellos.

— Como te decía cuñada, me alegro que formes parte de nuestra familia.

— Muchas gracias.

Los evalué a ambos. y reí frustrado.

— Elena me permites un momento con mi hermano, por favor.

— Si. — Dijo retirándose.

— ¿Que pretendes?

— No se de que me hablas— La postura de Franco era relajada.

— Solicitaste una junta de socios para el día de mañana, se que no es por nada. — No iba a hablarle de mis sospechas sobre él y Elena para ponerlo sobre aviso.

— Solo le hice el favor a otro socio que necesitaba la junta.

— ¿Y por que no hizo la junta el?

— Mañana lo verás.

Su rostro estaba a dos centímetros del mío.

— No importará cuanto lo intentes, nunca tendrás la presidencia de la empresa.

Dejo de sonreír.

— Algún día voy a obtener todo lo que quiero. La presidencia, la herencia… — voltea a ver a Elena— Y una esposa hermosa. — Apreté mi mandíbula. — Podría hasta matar por ello.

Cuando dijo eso un dolor de cabeza intenso me golpeó. Las imágenes y voces comenzaron a pasar por mi mente.

— Tendrás que matarme si quieres la presidencia.

— Si eso quieres, es lo que tendrás.

Franco y yo nos estábamos encarando.

El dolor por recordar estas palabras hacía de las suyas.

Elena al ver que estaba adolorido, corrió hacia mi.

— ¡Elliot! — La escuche gritar. Una vez que llego a mi empezó a buscar en su bolsa. — Vas a estará bien, estarás bien.

Saco el frasco de pastillas y me dio una imediatamente, la pasé por mi garganta, luego de unos segundos el dolor empezó a ceder.

—¿Estas bien? — Me pregunta preocupada.

—Si, lo estoy. — Me reincorpore poco a poco.

—¿Que tienes? —Preguntó Franco.

— Nada que te importe. — dijo Elena tanjantemente.

Nos retiramos. No quería que nadie más supiera de esto.