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Ahora Que Vamos A Divorciarnos (Romance Y Crisis Libro 4) Cristina-Leo-Gustavo

Ahora Que Vamos A Divorciarnos (Romance Y Crisis Libro 4) Cristina-Leo-Gustavo

Status: Terminada
Genre:Acción / Romance / Aventura / Contratadas / Completas
Popularitas:498.9k
Nilai: 4.3
nombre de autor: @maryurisve

Cristina es una excéntrica chica cuya carrera musical fue vetada por Mireya Carmona la hija del presidente del país y que se encuentra en medio de una situación difícil debido a una mala decisión que tomo, Cristina debe encontrar su camino para alcanzar sus sueños y su felicidad

NovelToon tiene autorización de @maryurisve para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo XXI: Cristina se siente deprimida Parte 2

Leo notó que estaban solos en el jardín, así que aprovechó ese instante. Se acercó a Cristina, la abrazó con suavidad y le dio un beso en la frente. Pero cuando sus miradas se cruzaron… la de ella, ansiosa y vulnerable, lo desarmó. No pudo contenerse. La besó en los labios, intenso y breve, como si al fin reconociera lo que sentía.

Pero apenas lo hizo, retrocedió. La realidad volvió a él como una ráfaga: pronto se marcharía, tenía compromisos, una carrera apenas naciendo. No podía permitirse un apego tan profundo… no ahora.

—Me tengo que ir, Cristina. Espero que termines de pasar un feliz cumpleaños —dijo, casi huyendo de ella, sin atreverse a mirarla de nuevo.

—Leo… espera…

Pero ya era tarde. Cristina se quedó de pie, atónita, con el corazón latiendo en un ritmo confuso. No entendía a Leo. A veces parecía que la quería, y luego actuaba como si nada hubiera pasado, como si aún fueran solo amigos.

Quizás —pensó— él simplemente la veía demasiado ansiosa, demasiado emocional. Y fue entonces cuando, dolida, pero decidida, resolvió algo: dejaría atrás esa amistad ambigua. No le hacía bien a ninguno de los dos.

Además, tenía otras cosas urgentes en las que pensar. Sin el conservatorio, su futuro se había vuelto una hoja en blanco. Nunca consideró otro camino que no fuera la música, y tampoco tenía otro oficio.

Tratando de despejar su mente, fue a la cocina… y allí estaba Juanita, la fiel ama de llaves, ahora también encargada de los almuerzos.

—Déjame ayudarte, Juanita —le dijo con una sonrisa forzada, buscando consuelo en la rutina.

—Criss, yo puedo hacerlo —respondió con dulzura.

—Pero es mucho trabajo para ti sola… y además, me gusta cocinar.

Juanita la observó con ternura, sabiendo que había algo más detrás de ese entusiasmo repentino.

—Debo admitir, mi niña, que cocinas muy bien —dijo con una sonrisa cómplice.

Cristina la miró, y después de un momento de silencio, preguntó en voz baja:

—¿Crees que podría ser… una buena chef?

Juanita la miró con simpatía. Era tan joven, tan brillante, y a la vez tan perdida.

—Criss… todo el mundo sabe que eres una artista. Que cocines bien es solo otro de tus muchos talentos.

Ambas rieron, y por un instante, la cocina volvió a sentirse como un refugio. Cristina siempre había sido curiosa, desde niña rondaba ese lugar haciendo preguntas, observando y aprendiendo de los mejores cocineros que su familia alguna vez tuvo a su servicio. Tal vez ahí, entre aromas y recetas, había algo más que consuelo, tal vez había una nueva puerta.

Laura siempre insistía en que no era necesario, pero a Cristina le fascinaba estar en la cocina. Desde que solo quedaban tres empleados en casa, se ofrecía a ayudar siempre que podía. Más que por deber, lo hacía por pura curiosidad y cariño.

Mientras tanto, Leo regresó de su visita sintiéndose vacío. En solo unos meses dejaría atrás todo: la escuela, su país… y también a Cristina. Aunque aún era joven, lo tenía claro: se había enamorado de ella. A veces, cuando se acercaba, deseaba que ella lo rechazara, que lo apartara con firmeza. Habría sido más fácil así. Pero, por el contrario, Cristina se entregaba sin barreras, y eso lo desarmaba.

Al día siguiente, se reencontraron en el salón del club de música. Leo notó algo distinto. Cristina lo ignoraba con frialdad serena. Y aunque eso era justo lo que él creía necesitar para no aferrarse, en el fondo… lo hizo sentir miserable. Aun así, como siempre, no mostró ninguna emoción. Continuaron ensayando como si nada hubiese pasado entre ellos, como si el beso, el abrazo, el momento compartido… no existieran. Leo, herido en su propio autoengaño, prefirió no preguntar.

El día del aniversario llegó. Presentaron la ópera rock Jesucristo Superstar. Era arriesgado, distinto a todo lo que habían hecho antes. Pero al público le encantó. Y cuando Leo interpretó el solo de Getsemaní, el auditorio contuvo el aliento.

Su voz rompió el silencio con una fuerza inesperada, desgarradora. No solo cantaba… suplicaba. Entregaba. Y, aunque nadie lo sabía, cada nota era para ella.

"..... Yo quiero decir

Si puedo pedir

Que apartes de mí este cáliz

Ya no deseo su amargura

Ahora quema y yo he cambiado

Y no sé por qué he empezado

Yo tenía fe

Cuando comencé

Ahora estoy triste y cansado

Mi camino de tres años

Me parece que son treinta

¿Y qué más puede un hombre hacer?".......

Al bajar el telón, la ovación fue unánime. Pero Leo, aun con los aplausos resonando, sentía un eco distinto en el pecho: el de lo no dicho… el de lo que quizá ya no tendría tiempo de decir.

Las vacaciones de Navidad y Año Nuevo estaban cada vez más cerca, y la distancia entre Leo y Cristina no hacía más que crecer. No era lo que él deseaba—al contrario, le dolía profundamente—pero con su partida inminente, sentía que se le acababa el tiempo. Por eso, una tarde, armándose de valor, se acercó con una pregunta aparentemente inocente:

—Criss, ¿qué vas a hacer en Navidad?

—Me voy a Europa con mi abuela. Vamos a visitar a mi papá y a mis hermanos —respondió Cristina, sin una pizca de emoción en la voz.

—Que tengas un buen viaje… —alcanzó a decir Leo, disimulando la decepción. Sabía que el año siguiente se iría lejos. Tal vez no volvería a verla.

—Gracias, Leo —dijo ella, cortante.

La noche anterior al viaje, Leo la llamó. Quería, al menos, llevarlas al aeropuerto.

—No es necesario. Raúl nos va a llevar —respondió Cristina sin titubeos.

—Entiendo… que tengas un buen viaje.

—Gracias, Leo. Tengo una llamada de Gustavo en espera, voy a colgar.

Un silencio incómodo los envolvió. Hasta que Leo no lo soportó más.

—¿Por qué me tratas así, Criss?

—¿Así cómo? Te trato como a cualquier otro… amigo —remarcó esa última palabra como si le pesara en la boca. Y Leo lo entendió todo.

—Entiendo. Disfruta tus vacaciones —dijo él, con voz baja.

—Adiós, Leo. Que pases unas muy felices fiestas.

Colgó sin esperar respuesta, sintiéndose vacía. Lo había amado en silencio, pero él nunca dejaba claro qué sentía. Ahora… estaba harta de las señales confusas. Él se iba y ella se marchaba también, no por gusto, sino para cumplir un deber familiar que le resultaba cada vez más asfixiante.

No quería ver a su padre, ni enfrentar la hostilidad constante de su madrastra, ni soportar los comentarios maliciosos de su hermano César. Pero aun así, se fue con la sensación de que algo dentro de ella se había quedado atrás… en esa llamada.

Como cada diciembre, Cristina y su abuela viajaron a Europa. Para Laura, las fiestas debían celebrarse en familia, aunque Cristian no estuviera entusiasmado con verlas. Desde que él se mudó, habían repetido el mismo ritual: alojarse en un hotel, compartir paseos con Rafael —quien siempre se emocionaba al verlas—, y limitar el contacto con el resto de la familia a las cenas de Nochebuena y Año Nuevo. Al día siguiente de la segunda cena, se despedían y volvían a casa.

La cena de ese año no fue distinta. El ambiente era tenso, y todo empeoró cuando surgió el tema de las finanzas. Laura no ocultó su molestia por la decisión de Cristian de impedir que Cristina asistiera al conservatorio del país del sur. La incomodidad crecía con cada palabra.

—No sería una cena navideña típica si papá y la abuela no pelearan por dinero, Criss —bromeó Rafael con una sonrisa triste.

—Estoy cansada de ser siempre la razón por la que discuten —respondió Cristina, con el corazón apretado.

—No es tu culpa. Papá es un irresponsable.

—Lo sé… pero eso no hace que duela menos, Rafa.

Rafael suspiró y cambió el tono, queriendo distraerla.

—Por cierto… solicité ingreso a una universidad en otro país. Me aceptaron. Me mudo en febrero.

—¡¿En serio?! ¡Rafa, felicitaciones! ¡Me alegra tanto por ti!

—Y si alguna vez decides venir, cuando seas mayor de edad, puedes vivir conmigo. Solo quería que lo supieras.

Cristina sonrió, conmovida.

—Gracias, Rafa. Pero no podría dejar sola a la abuela. Sabes que jamás se mudaría de país.

—Lo sé. Solo quiero que sepas que no estás sola. Me tienes a mí. Y siempre, siempre, puedes contar conmigo.

Por primera vez en mucho tiempo, Cristina tuvo una conversación honesta con su hermano mayor. Descubrió en él un temple parecido al de su abuelo Saúl: sensato, cálido, un poco rebelde. Rafael estaba listo para independizarse, harto de la hipocresía en casa, de los roces constantes con sus padres y su otro hermano. Y aunque no lo dijo con esas palabras, Cristina sintió que, quizá, no todos los lazos familiares eran una carga. Algunos, como el de Rafael, todavía podían ser hogar.

De regreso al país, Cristina continuó con su rutina, estaba obteniendo los promedios que ella esperaba, seguía ocupada en el club de música, pero su trato hacia Leo comenzó a ser cómo con cualquier amigo, ella se prometió a sí misma olvidarse de esos tontos sentimientos que tenía por Leo y su decisión se hizo más firme ahora que sabía que pronto se mudaría a otro país.

****Tomado de la canción "Getsemani" de la obra Jesucristo Super Star  letras de Tim Rice y música de Andrew Lloyd Webber cantada en español por Camilo Sesto

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Kyana Goyo
Guaooooo muchas historias dentro de una, Pero todas de la mano de la principal. De verdad que me atrapó completamente a pesar de que mi internet me fallo mucho y no podia pasar por los me gusta la termine de leer en un día. Muchísimas gracias escritora. Fue muy buena.
Kyana Goyo
Me duele Criss
Kyana Goyo
Uff como debe doler eso, y tan niña aún 😔
Kyana Goyo
Lo que no me gusta es que cuando inicio la novela ellos están casados. Cómo Criss cayó en garras de Gustavo? Me duele de pensar en eso 😵‍💫😵‍💫
Kyana Goyo
Me tienes atada 😍😍
Kyana Goyo
antes de empezar a leer la novela tenía mis dudas por lo larga, pero a medida que voy leyendo le quedó asombrada lo bien redactada y lo atrapante que es. Muchas gracias
Marisela Celiz
fue una historia muy linda!!! me encantó!!! 👏👏👏🫂
Adarely Garcia
Me duda!!! cuántos años dura un presidente en ese país de la historia??? ..... por lo que leí ya son más de 10 años!!!

o sea que siempre están en condiciones de violencia, maltrato e injusticia??? ya sobrepasa la inmoralidad y la ignorancia de los ciudadanos, así sea los que más tienen dinero... ya que son los que mantienen al país y a su presidente!!!! 🥱🤢🤮
Mariarodriguez Ballesteros: era una dictadura y eso paso en realidad y es una realidad que se vivió en muchos países
total 1 replies
Carmen Barrios
deberían de confesar el amor que sienten los dos de una vez
Maricela Chavez Rosas
Bueno
Dina Luz Cortina
Excelente
Idaly Andriolis
Malo
Idaly Andriolis
Muy malo
Dina Luz Cortina
Excelente
Dina Luz Cortina
Bueno
Pily Sato
Magnífica novela.
Pily Sato
Me encantó tú novela gracias mil ❤️ Dios te Bendiga siempre 😍
Arwen
Excelente
Zoila Mendoza
Normal
Zoila Mendoza
Malo
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