La Villana Desea Decir Adiós

Después de desayunar, los Vertron se retiraron de la mesa y se dirigieron a sus aposentos, a excepción de Anya y Theo, que permanecieron sentados.

—Hermana, ven conmigo un momento. Quiero mostrarte algo.— Dijo Theo mientras le tomaba de la mano.

Anya lo seguía mientras observaba con atención la espalda del joven a quien le tenía aprecio. No evitaba sonreír mientras sentía calor en una de sus frías manos, aunque sabía que no debía acostumbrarse a este sentimiento. —"Solo por hoy ¿si, Anya?"— Se convenció la pequeña villana.

Una fuerte brisa hizo que Anya soltara la mano que la sostenía, acomodó su cabello para observar dónde se encontraba su hermano y allí lo vio.

—¡Feliz cumpleaños Anya!— Exclamó su hermano con un pequeño pastel en sus manos que parecía que iba a desbordarse en cualquier momento.

—Sopla las velas antes que se caigan, jajaja.— Rio el joven de cabellos rubios mientras veía a su querida hermana soplar las velas que se deslizaban lentamente mientras reía.

—Gracias por estar conmigo, Theo.— Agradeció mientras sonreía genuinamente, realmente la había hecho feliz en el día que pensó que no podría.

El joven sonrió observando a la belleza lamentable de ojos pintados de dolor y perdición que intentó sonreír en su estado agonizante. Era una pequeña e indefensa niña de hermosos cabellos plateados grisáceos que aparentemente sufría por afecto y evidentemente para Theo, notaba que aunque tuviera familia parecía que no tenía. —"¿Me acerqué a ella porque su dolor es más grande que el mío?"— Se preguntó el joven de ojos verdes al recordar que sus padres ya no estaban junto a él.

—Hermano... abandonaré primero esta casa.— Mencionó Anya y la sonrisa del rostro del chico se desvaneció.

—Está bien, y... ¿Cuándo te irás?— Preguntó con una voz entre cortada mientras miraba a un lado.

—Pronto...— Contestó la pequeña villana sin querer dar más explicaciones.

No sabía qué hacer al percatarse de la tristeza de su querido Hermano. Solo pedía irse pronto de lo que la llevaría a la muerte y era este lugar ¿Fue egoísta pensar solo en ella? No, no lo era. Además, ella aseguraba que nadie de aquí notaría que faltaría alguien como ella en esta casa. Nadie, ni siquiera Theo quien se olvidaría de ella en dos años.

—Puedo... ¿Puedo ir contigo, Anya?, por favor...— Pidió casi implorando.

Anya sorprendida por su petición, se quedó en silencio. —"¿E, él me...? No, eso no es posible."— Se negó ante toda posibilidad, no deseaba desilusionarse nuevamente. No tenía por qué, no cuando el mismo Theo del futuro se lo dijo "—No siempre estaré contigo, Anya. ¿No sería mejor que terminaras con todo esto y te fueras?—".

—Ja (sonrío con ironía) No, no puedes ir conmigo. Pero te escribiré hermano y escríbeme cuando te hayas convertido en un caballero ¿si?.— Respondió Anya.

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Anya y Theo se habían separado después de media hora, pues la orden del Duque no se debía ignorar por mucho tiempo. Ambos se dirigieron a sus aposentos, luego pasó el tiempo y la oscura noche cayó en el ducado de Vertron.

...PERSPECTIVA DE ANYA...

—Señorita Anya, los duques piden que venga al comedor.— Informó una de las tantas sirvientas del ducado.

¿Es necesario ir? No deseo ver a nadie en este momento. Tengo que elegir cuidadosamente las cosas que deberé llevarme, aunque sé que nada es mío aquí... Sin embargo, tendré que depender de ellas por un tiempo.

Será un largo y agotador viaje. ¡Una semana entera! Por supuesto, si no hay contratiempos que retrasen el viaje. Espero que no sea el caso.

—Señorita Anya...— Insistió la molesta sirvienta.

Seguramente el Duque ordenó que todos asistiéramos. No puedo negarme, pero ¿Y si hago una rabieta cómo antes? Así me castigarían encerrándome en mi habitación y podría disfrutar de estar sola. No, no puedo hacer eso, posiblemente se me complicaría las cosas del viaje con lo mucho que inesperadamente me costó pedirlo.

Me levanté del escritorio en donde descansaba mientras tomaba el té, y caminé hacia el comedor. La sirvienta me sigue desde atrás, como siempre.

Llegué al mismo tiempo que Alice, que al parecer aún no superaba lo del té. Por supuesto, yo tampoco he procesado del todo ese día; las sospechas siguen creciendo y quizá, a la que llamé "madre" no era lo que esperaba. Pero algo es innegable, ella me quiere muerta...

—Hermana Anya, entremos juntas.— Dijo mientras halaba de mi mano y me arrastraba hacia al comedor con ella.

Un grito de emoción por parte de Alice, se escuchó en el ambiente. Una, dos, tres... muchas velas yacían encendidas en dos bellos y grandes pasteles. Eran dos pasteles que veían mis ojos por primera vez...

—"¿Será uno para mí?"— Me pregunté tontamente al verlos. Sonreí amargamente al saber que hoy iba a temblar mi débil corazón, eso simplemente estaba fuera de mi control.

—Me encantaría arrancármelo.— Murmuré mientras me dirigía a mi asiento. El que parecía hecho intencionalmente para observar desde lejos a lo que no yo, sino mi corazón de niña anhelaba.

—Anya, ven a soplar las velas junto a tu hermana.— Ordenó el Duque con una expresión que me abatía. —"¿Por qué ahora?"— Me pregunté adolorida.

No, quizás lo pienso demasiado. Debo recordar que aquí esta Alice, y ahora que no he hecho nada para recibir una sanción, hacen esto.

Seguí la orden del Duque, caminé hacia donde estaba Alice resplandeciendo de una inmensa alegría que nunca temió mostrar. Al llegar me di cuenta, que Alice estaba creciendo bien, estaba alcanzando mi estatura a pesar de que era un año menor que yo.

La Duquesa y unas cuantas sirvientas, empezaron a cantar la típica canción de cumpleaños que había escuchado en la madrugada. Se veía tan animado y yo me sentía tan fuera de lugar a pesar de mis años; ciertamente no estaba acostumbrada a esto.

—Ahora, soplen las velas.— Dijo la Duquesa al terminar la canción.

Alice rápidamente sopló las velas con la ayuda del Duque, quien la levantó para que lograra alcanzar soplar todas.

Por otra parte, yo, intenté apagar las velas pero no pude. No logré abrir mis labios para soplarlas, no cuando no había deseos.

—¿Me puedo retirar ahora? Todavía tengo que terminar algunas tareas del colegio.— Pedí mientras volteaba a ver al Duque que estaba atrás mía.

—Pero.... Sí, puedes retirarte.—