Nueve Lazos De Magia

Entrenar con Adrián fue mucho más fácil que hacerlo con Beth y Donovan, y eso que, si bien no había mucha diferencia entre el método de enseñanza de Beth y Adrián. Lo que en verdad ayudaba a Tana era el hecho de que no había distracciones estando a solas con Adrián, porque al final eso era Donovan, una distracción, ya que, si no estaba comparándose con él, se distraía al verlo interactuar con Beth.

Tras concluir la hora de entrenamiento físico, Tana sentía que en verdad había hecho un gran avance, y ya no se sentía tan inútil.

- Eso fue increíble, estoy seguro de que estarás lista para la misión, ahora hay que practicar tu magia, así que hay que ir hacia abajo – dice Adrián, mientras guía a Tana hasta los elevadores.

Ambos bajaron al campo de entrenamiento de magia, que nada más ni nada menos que un enorme bosque, el boque era tan extenso que hacía olvidar el hecho de que estaba dentro de un edificio bajo tierra, el lugar tenía en gran claro en medio que servía para usar la magia sin riesgo de dañar a los árboles que había en el lugar e incluso podía oírse el sonido de una cascada a lo lejos.

- Nuestra magia viene de la naturaleza, por lo que practicarla sin naturaleza cerca es una pérdida de tiempo y energía, es por eso que se construyó este lugar, el cual mantenemos con nuestra magia y que a la vez nos brinda fuerza, es una relación simbiótica que hemos desarrollado aquí, lo que lo convierte en el sitio perfecto para practicar nuestros dones – le explica Adrián a Tana.

Mientras tanto, Tana veía maravillada el lugar, el cual, a pesar de estar dentro de un edifico, rebozaba de vida y magia, ese lugar era un bosque de cuento de hadas, en donde la vegetación era más verde, el aire más puro y la vida parecía cantar.

- Este lugar es increíble – dice Tana.

- Lo sé – dice Adrián, quien deja que Tana se impregne de la energía del lugar.

Tana comenzó a caminar por el sitio, sorprendida de que hayan podido crear un sitio así, en el cual incluso había animales viviendo allí, y si bien todos eran insectos y alguno que otro reptil pequeño, no dejaba de ser impresionante.

- Bueno, ¿qué hacemos primero? – pregunta Tana después de un rato.

- Lo primero que quiero que hagas es que hagas crecer unas lianas y con ellas formes una estrella – le dice Adrián a Tana, a lo que la joven lo hace de inmediato.

Hacer lo que Adrián le pide no es para nada difícil, por lo que lo hace a la perfección.

- Justo como lo sospeche, Tana, usas demasiada energía, eso provoca que a la larga te agotes más rápido, en la vida diaria este no sería un problema, pero en una batalla es cuestión de vida o muerte el saber regular tu flujo de magia, y si bien tú tienes una manera de conseguir energía extra, todos sabemos que abusar del noveno don es peligroso – le dice Adrián a Tana.

Tana se queda callada ante las palabras de Adrián, y es que la joven nunca había notado que usaba más energía de la que debería a la hora de usar sus poderes.

- ¿Cómo lo puedo mejorar? – pregunta Tana de inmediato.

- Practicando, tú y yo haremos el mismo hechizo una y otra vez, y yo te iré diciendo que hacer para consumir menos energía, en su mayoría la meditación ayuda, pero algo me dice que meditar no va contigo, así que recurriremos a la práctica constante, así encontraremos un método que te sirva – le dice Adrián a lo que Tana asiente.

Más o menos una hora después, Tana se encuentra agotada y Adrián apenas y ha gastado algo de su energía, el control que el joven tenía era increíble.

- Aunque no lo creas has mejorado, usar tus emociones como catalizador fue el mejor camino a seguir, solo debes de intentar calmarte un poco – le dice Adrián a Tana, quienes, tras prueba y error, descubrieron que las emociones de la joven tenían mucho que ver con su magia, por lo que mantenerla positiva y en calma era la clave, algo difícil tomando en cuenta la situación.

- Tu control es increíble, ¿cómo lo logras? – le pregunta Tana a Adrián, mientras se deja caer en el pasto.

- Cuando superas una adicción, mantener el control sobre ti mismo es fácil – le contesta Adrián con una sonrisa triste.

Por su parte, Tana se queda estática ante la confesión de su nuevo amigo, porque eso era Adrián para ella, un amigo, y es que a pesar de haberlo conocido hace tan solo unas horas, Adrián había demostrado ser alguien de fiar.

- Perdón, no quería ser entrometida – dice Tana.

- No tienes que disculparte, todos aquí saben de mi antigua adicción, es más, yo no soy el único aquí que tuvo que pasar por eso, ni tampoco seré el último – le dice Adrián, quien se deja caer a su lado.

- ¿Cómo te volviste parte de los Defensores? – le pregunta Tana, después de un rato en el que permanecieron en silencio, y es que algo en la joven le decía que esa adicción estaba relacionada con su llegada a los Defensores, y aunque sería muy fácil solo leer su mente y buscar en sus recuerdos, Tana respetaba la privacidad, eso fue lo primero que le enseñaron sus padres, por lo que esperaba que fuera Adrián quien se le dijera.

- Yo antes vivía en una pequeña comunidad aislada, fuimos atacados por Dief, y ellos me capturaron, tenía 5 años, los defensores me rescataron cuando cumplí 8, en las instalaciones de Dief, a los más jóvenes nos daban drogas en la comida, buscaban hacernos adictos y así controlarlos, el equipo de elite, así nos llamaban, nos repetían muchas cosas a través de altavoces, ellos buscaban imponer sus ideas sobre nosotros, y usaban las drogas y aquel discurso horrible para hacerlo, la verdad nunca supe que era lo que en verdad buscaban de nosotros, ya que desde que comenzó a participar en las misiones con los Defensores nunca me he topado con alguno zorro que esté en el bando enemigo, pero bueno como sea, cuando los defensores me salvaron, yo ya llevada casi tres años consumiendo drogas, por lo que ya era un adicto, fue terrible, sobre todo porque no hay muchos zorros de ocho colas, por lo que se entre los defensores hay como cuatro de los cuales yo solo he conocido al señor Alejandro, y sin la energía extra que pude brindar el noveno, usar en exceso en octavo don puede ser peligroso para quien lo usa, ya que requiere mucha energía, Alejandro nos ayudó a superar la adición, pero no podía curarnos del todo sin poner su vida en peligro, es por eso que la mayor parte la tuvimos que hacer nosotros con nuestra fuerza de voluntad, es por eso que soy tan bueno, decidí unirme a los defensores para ayudar a los demás, como me ayudaron a mí – le cuenta Adrián a Tana.

Hablar sobre lo que le pasó nunca ha sido fácil para el joven, afortunadamente para el peliblanco, él no tenía amistades fuera de los Defensores y todos y cada uno de ellos sabían su historia o la intuían, por lo que rara vez tenía que relatarla.

Por su parte, Tana quedó horrorizada con lo que Adrián le contaba, más que nada porque su hermanito y la pequeña Marisol estaban pasando por lo mismo que había pasado Adrián en su infancia.