La Herencia Del Copiango 2: La Aldea

Iván lo miró por tanto tiempo que Luriel pensó que había dicho algo que lo había ofendido, pero sin embargo no preguntó nada más.

Por fortuna, los demás estaban ya con el efecto de la chicha y todos voltearon a mirar el escándalo que estaban haciendo Adrián y Daniel cuando uno trataba de tirar al agua al otro… Al final ambos terminaron cayendo y eso había sido lo que llamó la atención de todos.

-          Iván ven a meterte… - gritó Daniel – el agua esta fría como a ti te gusta…

-          Será mejor que no… - dijo riendo – saben que no quiero mojar de más la prótesis…

-          ¿La prótesis…? – dijo Mario que había estado atento a la conversación de Luriel y lo vio bajar la cabeza y avergonzarse

-          Iván es nuestro héroe señor… - dijo Daniel – no había ningún otro soldado que aceptara las incursiones que él aceptaba… - Mario y Luriel lo miraron pero él no cambio su postura – tiene 4 medallas de honor por los rescates que ha realizado… en el último…

-          En el último – lo interrumpió Iván – no tuve tanta suerte y sufrí un accidente… eso es todo… - bajo un poco la media que cubría su tobillo derecho y mostro el inicio de su prótesis – y por supuesto adiós carrera militar…

-          ¿A qué te dedicas entonces…? – preguntó Mario

-          Soy abogado del ejercito… - dijo con un suspiro – estudiando conocí a Adrián… y nos hicimos los 3 mejores amigos…

-          ¿Y no puedes mojar tu pie? – dijo Luriel preocupado –

-          Si, lo puedo mojar… - dijo avergonzándose – pero no me gusta que me vean con lastima…

-          ¿Tus amigos te ven con lastima…? – preguntó Luriel con un tono de voz más fuerte y lo vio negar con la cabeza – pues ninguna persona de mi familia te ofendería de esa manera…

No hizo falta decir nada más, de alguna manera Iván entendió que quería decirle que confiara en él. Asintió con timidez y se sacó ambas zapatillas y luego las medias… Todos lo quedaron mirando, el pie parecía de plástico, pero tenía sus dedos y uñas como cualquier otro…

-          Me gusta tu pie… - dijo Araí y él le movió lentamente los dedos – SE MUEVEN – gritó y siguió riéndose a carcajadas – ese es tu propio pie… me estas engañando…

-          Ven aquí… - le dijo mientras le señalaba el pie – tócalo y vas a ver que no es de carne y hueso como el tuyo… - la vio tocarlo y abrir grande los ojos – no me hagas cosquillas porque me matan…

-          Me pareces más lindo ahora… - le dijo y lo abrazó fuerte – tienes algo especial como nosotros…

-          Yo soy más lindo – dijo Adrián pero ella negaba con la cabeza

-          Yo soy el más lindo de los 3 – agregó Daniel y Araí volvió a negar mientras reía a carcajadas.

-          GUACI – grito de pronto mientras soltaba a Iván y corría rumbo a la entrada del lugar- ven a ver el pie de Iván… es muy lindo…

Todos se giraron a ver y se encontraron con esa chica con una gran fuente en sus manos… Luriel enseguida sintió el aroma…y sonrió. Estaba muy orgulloso de su hija, estaba enfrentando sus miedos y sería una buena oportunidad para ver como reaccionaban uno con el otro…

Apenas Guaci puso la fuente en la mesa, Araí la arrastro al lado de Iván, él no había despegado los ojos de ella desde el momento que se había girado a mirar, pero cuando ella se acercó y se puso a mirar su pie antes que mirarlo a los ojos o saludarlo, bajó la vista avergonzado.

-          Se ve muy bien – dijo con voz temblorosa - ¿te duele? – le preguntó mirándolo a los ojos e Iván solo pudo negar con la cabeza. – traje la especialidad de mi abuela… tartas… - le sonrió algo ruborizada – te va a hacer sentir mucho mejor…

-          Ella es mi hermana melliza… Guaci – dijo Karai y vio como esos hombres quedaban mudos cuando ella por fin los miró – ellos son Adrián… Daniel… Camila… e Iván… - los señalaba a cada uno.

-          Hola a todos – y girándose para ver a Iván agregó – siento haberme comportado tan mal contigo… no sé cómo disculparme… pero mi abuelo te mintió porque yo se lo pedí…

-          Está bien… - dijo mirándola perdidamente a los ojos – no fue nada… yo te asusté en realidad…

-          Bien cariño – dijo Luriel dándole un beso en la cabeza a su hija – corregir un mal comportamiento, nos enseña humildad… - y sonriéndole a todos agregó – a comer las tartas que son riquísimas…

-          No sabía que también tenían estas comidas… - dijo Adrián confundido

-          No es autóctono de la Tribu – aclaró Mario – pero a mi esposa Irupé le enseñaron las mujeres del pueblo… y desde ese momento… nos malcría a todos con las tartas preferidas de cada uno… - y riendo agregó – prueben todas antes que Luriel se las termine… por años me las ha robado…

Seguían riéndose cuando comenzaron a probar para dar una opinión… las de moras llevaba la delantera, pero Iván había visto que Guaci solo había comido las de guayaba, así que supuso que esa era su preferida. Cuando le preguntaron a él no pudo evitar mirarla a ella un segundo antes de votar su preferida.

-          La de guayabas me parece la más rica, pero la de pitangas me ha sorprendido… - dijo con una gran sonrisa – me hizo acordar a un postre que comía de vez en cuando, cuando era pequeño…

-          ¿Tu abuela te lo preparaba…? – preguntó Araí que seguía sin dejar de mirarlo

-          La cocinera del orfanato donde me crie – contestó aun sonriendo y como la vio confundirse le explico – un orfanato es un lugar donde viven los niños que no tienen padres… - no se había dado cuenta que un par de ojos lo miraron compungidos cuando lo escucharon – cuando había pitangas hacia como unas pequeñas tortitas y le ponía las pitangas enteras… nos pasábamos escupiendo las semillas… - no pudo evitar reír cuando Araí se largó una carcajada.

Al lado de Araí estaba Luriel y del otro lado de Luriel estaba Guací, pero se asomaba por delante de su padre para poder verlo especialmente luego de escuchar que había crecido en un orfanato. Iván era consciente en todo momento de sus movimientos, pero evitaba mirarla, sobre todo cuando su padre estaba en el medio de su visión. Al verla otra vez tan cerca era impresionante el parecido con su Pocahontas, y el verla con ese vestido indígena sencillo, fomentaba aún más su imaginación.

En un momento Araí corrió a sentarse sobre las piernas de Guaci y el movimiento descubrió la rodilla derecha… y ahí estaba… la cicatriz en forma de media luna… y no pudo despegar la mirada, hasta que sintió la voz de Luriel.

-          ¿Te pasa algo…? – lo miraba incisivamente

-          Dígamelo Usted señor… - respondió bastante osco – su hija ES la chica que yo estaba buscando... – recalcó para que no le siguiera mintiendo – si estos son los ojos reales, entiendo porque en la ciudad usa lentes… pero esa cicatriz con forma de luna de la rodilla y seguramente el lunar morado en el hombro derecho también me darían la razón.

-          Ella vino porque cree que no la reconociste… - le hablo más bajo – ella te huía porque cree que han tenido sexo – lo vio enrojecerse – recuerda algunas cosas pero me aclaro que fue ella la que te acosó… - lo vio bajar la cabeza – si le dices que ya sabes la verdad… no la vas a volver a ver porque ella te va a evitar… conócela si realmente te gusta… - por fin levantó la vista – te voy a ayudar… porque me pareces un hombre con honor

-          ¿Por qué me quiere ayudar? – estaba confundido – yo soy muy poco para alguien como su hija… ni familia tengo… ni siquiera estoy completo

-          Yo tampoco la tenía antes de conocer a la familia de Anahí… - le sonrió – y tú eres inteligente… yo ni siquiera sabía leer… pero eso no impidió que ella me eligiera… - la señaló a Guaci con la cabeza – es la joven más valiente y con el corazón más noble de la aldea y del pueblo… - y riendo agregó – y si te parece que no tener un pie es un problema… te diré que nosotros tenemos cosas peores…