Renacer Entre Telas

El aire en la oficina de Santiago era denso mientras él y Camila repasaban cada detalle del plan que pondrían en marcha esa misma noche. Sobre la mesa había un esquema del sistema de seguridad de Nexus y un cronograma con las actividades del evento de la Fundación.

—¿Estás segura de que Daniel podrá acceder al archivo? —preguntó Santiago, con el ceño fruncido mientras revisaba la última actualización de sus contactos de inteligencia.

Camila asintió, con la mirada fija en los documentos.

—Confío en él. Sé que está arriesgando mucho, pero también sé que quiere detener a Montenegro tanto como nosotros.

Santiago la observó por un momento antes de soltar un suspiro.

—Está bien. Pero tenemos que ser cuidadosos. Si algo sale mal, no habrá segunda oportunidad.

—Lo sé —respondió Camila, su voz firme—. Por eso necesitamos una distracción que mantenga a Víctor y Montenegro alejados del sistema central mientras Daniel hace su trabajo.

Santiago se recostó en su silla, cruzando los brazos.

—Ya he pensado en eso. Nexus tiene una sala de exposición en el piso superior, donde mostrarán sus nuevos desarrollos. Podemos crear una falsa alarma de seguridad allí. Eso obligará a Víctor y a Montenegro a concentrarse en ese lugar, dándole a Daniel tiempo para extraer el archivo.

Camila asintió.

—Perfecto. ¿Qué tipo de alarma estamos hablando?

—Un corte de energía simulado en la sala de exposición, seguido de una advertencia de intrusión. Es sofisticado, pero creíble. Además, Nexus no se arriesgará a ignorar una amenaza en una zona tan sensible.

Camila sonrió, sintiendo que el plan comenzaba a encajar.

—Entonces, lo hacemos. Esta noche.

El evento en la Fundación Nexus continuaba con la misma elegancia y precisión de siempre. Los invitados disfrutaban de una cena exquisita mientras la banda de jazz seguía tocando una melodía suave. Camila, vestida nuevamente para impresionar, se movía entre los invitados con una calma que solo podía ser fruto de su determinación.

Desde la esquina del salón, Santiago observaba cada uno de sus movimientos. Disimulaba con una copa en la mano, pero estaba listo para actuar en cualquier momento.

—¿Todo listo? —preguntó Camila a través del auricular oculto en su pulsera.

—Listo —respondió Santiago—. La alarma se activará en diez minutos. Daniel ya está en posición.

Camila se dirigió hacia la barra, donde Víctor y Montenegro conversaban animadamente con un grupo de inversores. El momento debía ser perfecto.

—Isabela, qué sorpresa verte tan activa esta noche —dijo Víctor, notando su presencia.

Camila(Isabela) le dedicó una sonrisa encantadora.

—No podía perderme la oportunidad de conocer más sobre sus proyectos. Nexus siempre ha sido una fuente de inspiración para nuestra empresa.

Montenegro la miró con atención, como si intentara descifrar sus verdaderas intenciones.

—Es raro verte interesada en tecnología, Isabela. Siempre pensé que preferías enfocarte en la moda y las telas.

Camila mantuvo la compostura, sonriendo con elegancia.

—La moda y la tecnología están más conectadas de lo que imaginas, sr Montenegro. Innovación textil, tejidos inteligentes… es el futuro.

Antes de que Montenegro pudiera responder, una voz interrumpió la conversación.

—Señores, disculpen la interrupción, pero tenemos una situación en el piso superior.

Era uno de los guardias de seguridad de Nexus, visiblemente tenso. Víctor frunció el ceño.

—¿Qué tipo de situación?

—Un corte de energía en la sala de exposición. Creemos que podría ser una intrusión.

Montenegro se levantó de inmediato.

—Vamos a revisar.

Camila observó cómo ambos hombres se alejaban rápidamente, acompañados por el guardia. El primer paso del plan había funcionado.

—La distracción está en marcha —informó a Santiago—. Ahora es el momento de Daniel.

En el corazón del edificio de Nexus, Daniel Álvarez avanzaba con cautela hacia la sala de servidores. Había pasado semanas estudiando el sistema de seguridad y sabía que tenía poco tiempo antes de que se restaurara la energía en el piso superior.

Con las manos temblorosas, deslizó una tarjeta de acceso falsa que Santiago le había proporcionado. La puerta se abrió con un leve clic, y Daniel entró en la sala llena de servidores.

—Estoy dentro —susurró a través del auricular.

—Descarga el archivo y sal de ahí lo antes posible —respondió Santiago desde la distancia.

Daniel conectó una unidad USB al servidor principal y comenzó a transferir los datos. El archivo que buscaban era enorme, lleno de información confidencial sobre la fórmula, las conexiones de Nexus y sus planes futuros.

Mientras los segundos pasaban, el sudor comenzaba a correr por la frente de Daniel. Sabía que cada momento que permanecía allí aumentaba el riesgo de ser descubierto.

—Quedan cinco minutos —advirtió Santiago.

Daniel observó la barra de progreso en la pantalla. Faltaba poco.

De repente, un ruido en el pasillo lo hizo tensarse. Pasos. Alguien se acercaba.

—Apresúrate —dijo Santiago, notando el cambio en el tono de Daniel.

Finalmente, la transferencia se completó. Daniel retiró la unidad USB y se guardó el dispositivo en el bolsillo interior de su chaqueta.

—Lo tengo. Estoy saliendo.

Se movió rápidamente hacia la puerta, intentando no hacer ruido. Al asomarse al pasillo, vio a dos guardias de seguridad acercándose. No tenía tiempo que perder.

Con un movimiento rápido, giró hacia una salida de emergencia cercana y salió al exterior.

—Estoy fuera —informó, respirando aliviado—. Nos vemos en el punto de encuentro.

Mientras tanto, en el salón, Camila seguía conversando con otros invitados, manteniendo una fachada impecable. Finalmente, Santiago se acercó y le susurró al oído.

—Lo logramos. Daniel está a salvo y tiene el archivo.

Camila sintió una oleada de alivio, pero sabía que la verdadera batalla apenas comenzaba.

—Bien. Ahora tenemos lo que necesitamos para detener a Nexus.

Santiago asintió.

—El próximo paso será exponerlos. Y no habrá forma de que se salgan con la suya.

Camila levantó su copa, mirando al salón lleno de poderosos jugadores.

—Por ahora, brindemos. Porque esta vez, el poder cambiará de manos.