Un amor que se enfrenta a problemas, desafíos, barreras. Un amor entre una bailarina y un multimillonario.
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Capítulo 19: Sombras que Retornan
El sonido de la lluvia golpeando los ventanales del despacho de Ethan Sinclair marcaba el ritmo de una tarde que prometía ser tranquila. En el rincón de su oficina, una pequeña lámpara iluminaba documentos dispersos sobre su amplio escritorio. Ethan, con la mirada concentrada en las hojas frente a él, estaba revisando los detalles finales de una importante negociación cuando un leve golpe en la puerta interrumpió su concentración.
—Señor Sinclair, hay alguien aquí para verlo —anunció su asistente, Abigail, asomándose por el marco de la puerta.
Ethan levantó la vista, frunciendo el ceño ligeramente.
—¿Quién es? No tengo citas pendientes.
Abigail vaciló antes de responder.
—Es Amara, señor. Dice que solo tomará un momento.
El nombre atravesó el aire como un rayo. Ethan se recostó en su silla, el ceño más marcado. Había estado preparado para una llamada o un correo, pero verla aparecer sin previo aviso no estaba en sus planes.
—Hazla pasar —dijo finalmente, con voz firme.
Momentos después, Amara entró al despacho con la misma elegancia que había recordado. Su porte impecable, el traje perfectamente entallado y una leve fragancia que parecía diseñada para dejar una huella. Ethan se puso de pie, adoptando una postura neutral.
—Amara —saludó con un tono controlado—. No esperaba verte aquí.
Ella le sonrió, una expresión tan calculada como el resto de su apariencia.
—Ethan, ha pasado mucho tiempo. Espero no interrumpir.
—Estoy en medio de algo, pero dime, ¿qué te trae por aquí? —preguntó, señalando el asiento frente a él.
Amara se sentó con naturalidad, como si nunca hubiera dejado de formar parte de ese mundo.
—Escuché sobre el proyecto en Los Ángeles, el que involucra desarrollo sostenible y tecnología de punta. Quiero participar.
Ethan no pudo evitar un leve suspiro. Sabía que esto iba a suceder tarde o temprano.
—Amara, si querías discutir negocios, podrías haber llamado. Esto no era necesario.
Ella inclinó la cabeza, sus ojos buscando los de él.
—Preferí hacerlo en persona. Quiero que veas lo comprometida que estoy con esto. Sé que nuestra historia es... complicada, pero esto no tiene nada que ver con el pasado. Solo quiero colaborar.
Las palabras sonaban sinceras, pero Ethan conocía demasiado bien a Amara para aceptar su aparente inocencia sin cuestionarla. Antes de que pudiera responder, su teléfono vibró en la mesa. Era Nia.
Él dudó un segundo antes de apagar la pantalla y devolver su atención a Amara.
—Aprecio tu interés, pero necesito tiempo para considerarlo. Estoy trabajando con mi equipo para definir los parámetros del proyecto. Si hay algo que puedas aportar, me lo harás saber a través de los canales adecuados.
Amara ladeó una sonrisa, ese gesto que solía confundir determinación con coqueteo.
—Entendido, Ethan. Pero sabes que siempre he preferido resolver las cosas cara a cara.
Ella se levantó, acomodando su bolso en el brazo.
—Solo piénsalo. Estoy segura de que juntos podríamos lograr algo extraordinario.
Ethan no respondió de inmediato, observando cómo ella se dirigía hacia la puerta.
—Cuídate, Amara —dijo finalmente, su voz firme pero educada.
Cuando la puerta se cerró tras ella, Ethan exhaló profundamente. Se quedó mirando el teléfono, el nombre de Nia aún fresco en su mente.
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Esa noche
En el apartamento de Ethan, Nia estaba sentada junto a la ventana, viendo cómo la lluvia caía sin cesar. Había tratado de ignorar la inquietud que sentía desde la llamada de Claire, pero su instinto le decía que algo estaba por suceder.
Cuando Ethan entró, empapado de la lluvia, su presencia llenó la habitación. Dejó su maletín a un lado y se acercó a ella, notando su expresión distante.
—¿Todo bien? —preguntó, inclinándose para besarla en la frente.
Nia lo miró, tratando de leer más allá de su rostro.
—Claire me llamó otra vez. Me dijo que Amara estaba de vuelta y que probablemente trataría de trabajar contigo.
Ethan suspiró, sentándose frente a ella.
—Es cierto. Hoy apareció en mi oficina.
La confesión hizo que el corazón de Nia latiera más rápido, pero mantuvo la calma.
—¿Y qué quería?
—Unirse al proyecto en Los Ángeles. Según ella, solo le interesa lo profesional, pero ambos sabemos que Amara siempre tiene una segunda intención.
Nia apartó la mirada hacia la ventana, procesando lo que acababa de escuchar.
—¿Vas a trabajar con ella?
Ethan tomó su mano, atrayendo su atención de nuevo.
—No lo sé todavía. Lo que sí sé es que no voy a permitir que esto afecte lo que tenemos, Nia. Amara forma parte de mi pasado, no de mi futuro.
—¿Y si insiste? —preguntó ella, su voz más baja.
—Entonces me aseguraré de que entienda cuáles son mis prioridades.
El alivio en las palabras de Ethan no fue inmediato para Nia, pero asintió lentamente.
—Solo quiero que seas honesto conmigo, Ethan. Si Amara se convierte en un problema, necesito saberlo.
Él la atrajo hacia sí, abrazándola con fuerza.
—Siempre seré honesto contigo, Nia. Nada ni nadie cambiará lo que siento por ti.
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Dos días después
Ethan había decidido que lo mejor era evitar cualquier malentendido con Nia, así que pidió a Abigail que organizara una reunión formal con Amara, esta vez con varios miembros de su equipo presentes. Si iba a considerar su propuesta, sería bajo términos estrictamente profesionales.
Sin embargo, Nia no podía evitar sentir que la sombra de Amara seguía acechando. Esa tarde, mientras ensayaba en el estudio de danza, su mente divagaba entre piruetas y giros. No quería ser la mujer insegura que dudaba de su pareja, pero las palabras de Claire seguían rondando su cabeza.
Cuando terminó la sesión, vio que Ethan la esperaba afuera del estudio. Su presencia la reconfortó al instante.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, sorprendida pero agradecida.
—Quería verte. Pensé que podríamos cenar juntos.
Nia sonrió, aunque la duda seguía latente en sus ojos.
Durante la cena, Ethan rompió el silencio.
—Tuve la reunión con Amara hoy.
Nia lo miró fijamente, dejando los cubiertos en el plato.
—¿Y?
—Le dejé claro que, si trabaja en el proyecto, será bajo las mismas condiciones que cualquier otra persona. No habrá trato preferencial ni reuniones privadas.
Nia se relajó un poco al escuchar esto, pero aún quedaba una pregunta en su mente.
—¿Y ella lo aceptó?
—Dijo que lo consideraría. Pero no voy a esperar. Si duda, buscaré otra alternativa. Este proyecto no depende de Amara, y mucho menos mi vida.
Ethan tomó su mano, su mirada sincera.
—Nia, tú eres lo más importante para mí. No dejaré que nada ni nadie interfiera con lo que estamos construyendo.
Nia apretó su mano, sintiendo que, aunque las sombras del pasado seguían presentes, la luz de lo que compartían era mucho más fuerte. Esa noche, por primera vez en días, durmió tranquila, convencida de que su amor con Ethan podría superar cualquier obstáculo.