Phoebe es obligada por su padre a casarse con un frío y anciano hombre por dinero.
En tanto que el terminó comprando una esposa, y aunque esta le reclamara que fue obligada, el alega que nunca le puso un arma encima para aceptar.
Siendo ese el caso, donde su relación con una enorme diferencia de poder y edad prevalece por lo alto, donde deberá acostumbrarse a su nueva vida, ¿Podrá ella encontrar la felicidad?
¿Podrá su corazón al final sentir amor?
O la vida, caprichosa por naturaleza, al igual que el destino, ¿Le deparará algo más que moverá su mundo de pies a cabeza?
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Enfrentamiento.
Phoebe ingresó a la casa, ¿ cómo sería el hijo de Ángelo?, se preguntó en unas horas todas las preguntas tendrían respuesta.
Se dio una ducha y luego de cambiarse espero en la biblioteca la llegada de él.
— Señora, Benicio Fiorelli ya esta aquí dijo Carlota.
— Está bien, en seguida voy dijo ella dejó el libro en la mesa y se dirigió al salón.
La puerta del salón estaba cerrada colocando un pie delante del otro fue avanzando hasta la puerta y, al abrirla entró en la sala.
Lo primero que noto fue su aroma, tan familiar e inolvidable un perfume cítrico e intenso que despertó en ella viejos recuerdos, si no fuera porque lo estaba viendo con sus propios ojos no lo hubiera creído. Él se dio la vuelta y la miró sus ojos se quedaron clavados en ella. Unos ojos oscuros como el carbón, inescrutables y peligrosos.
— Bueno por fin estamos reunidos, como una familia ¿debo llamarte mamá?, pregunto él con sarcasmo.
— Me mentiste exclamó ella.
— No te costó mucho superarlo y arrojarte a los brazos de dos hombres, ¿dime en ambos casos hubo dinero de por medio?, Phoebe soporto el golpe.
— ¿ Querías verme ?. Dime para que has venido exclamó ella.
Él se acercó. Fue un solo paso pero sirvió para que a ella se le cortara la respiración y se le formará un nudo en la garganta.
Benicio la miraba fijamente sus ojos eran dos oscuros y profundos lagos cargados de furia.
— Estoy aquí para tomar posesión de este lugar y para advertirte que si te vuelves a meter con mi madre, te juro por lo más sagrado que tengo en esta vida que te mato exclamó él y Phoebe le creyó, un escalofrío recorrió su espalda cuando se vio sacudida por todo ese odio.
— ¿Algo más?, pregunto ella.
— Sí pienso mudarme aquí hoy mismo, a partir de hoy harás exactamente lo que te diga.
— No lo haré, me iré a mi casa en Lago di Como, no estoy obligada a vivir aquí contigo.
— Tú vale de comida está muerto, tus fondos congelados y fuiste tan idiota de darle el dinero que te dejo para que vivas a tu amante. Haré cerrar esa casa, tú no puedes pagar su mantenimiento ni los empleados, ni siquiera tienes para pagar la mitad de los gastos de este lugar. Soy tu única opción. Tampoco soy un monstruo vivirás aquí, seguirás teniendo esa vida de princesa de la que tanto te gusta presumir y tal vez si me complaces lo suficiente te pagare muy buen dinero. Como tu papito solía hacerlo.
— ¿ Complacerte?, pregunto ella alejándose de él.
— Por supuesto, después de dos años de matrimonio debes de ser una experta en complacer a un hombre. A diferencia de Della Giovanna no pienso darte un anillo, y exijo fidelidad exclamó él.
Phoebe cerró sus ojos las lágrimas nublaban su vista. Pero se negaba a llorar delante de él.
— Mañana mismo dejaré este lugar dijo ella.
— Tú no iras a ningún lado dijo Benicio sujetando del brazo con fuerza para hacerla girar luego levanto su barbilla y la miro a los ojos. Jure que pagarías por todo y lo harás. Este lugar es mío y todo lo que hay en ella tambien incluyéndote a ti.
Ahora escogeré mi habitación exclamó él.
— ¡Carlota!, exclamó Phoebe.
— Pídale a una de las empleadas que acompañe al señor Fiorelli a ver las habitaciones exclamó Phoebe.
— En seguida, ¿el señor cenará aquí?, pregunto Carlota.
— Por supuesto, ocuparé la cabecera de la mesa dijo él.
La empleada le mostró el camino, Phoebe aprovecho para llamar a Aurelio.
— Phoebe él tiene razón, tú no debiste darle el dinero a tu familia, seguramente en cuanto el comience a administrar la empresa te dara dinero intenta no enfrentarte a el, debe estar molesto por la fotografía su madre es su adoración a sus ojos una santa, deja que pase el coraje exclamó Aurelio.
— Pero yo no hice nada, ella empezo exclamó Phoebe.
—Eso no importa es lo que sus ojos ven ¿en concepto de que le diste el dinero a tu familia?
—En realidad era una inversión, tengo un contrato exclamó ella.
— Ven mañana a mi oficina, trae el contrato y veremos que podemos hacer exclamó Aurelio.
Mientras tanto en el piso superior Benicio caminaba.
— Esa es la habitación de la señora dijo la empleada.
— No le quitaré su habitación dijo Benicio.
El recorrido por el lugar no lo había dejado muy contento.¿Esa habitación?.
— Es la habitación principal el señor Della Giovanna murió ahí.
— Abra la puerta dijo él, le gustaba el lugar obviamente cambiaría los muebles.
Quiero que vacíen este lugar será mi nueva habitación dijo él tomando la fotografía de los recién casados y la arrojo al piso. Frente a la atónita mirada de la joven empleada. ¡Quiero que saquen todas las fotografías!, de la casa, no quiero una sola fotografía de Ángelo en mi casa.
—Debo traer unas cajas para guardar su ropa dijo la empleada.
—¿ Su ropa aun está aquí ?, pregunto Benicio dirigiéndose al vestidor.
Benicio tomó las perchas y comenzó a vaciar el vestidor. Vayan por las cajas quiero que tire todo esto hoy mismo a la calle grito él.
La empleada bajo desesperada en busca de Phoebe.
— El señor Fiorelli me ha dicho que arroje las cosas del señor Ángelo a la calle, está tirando todo.
Phoebe subió corriendo las escaleras, cuando entró en la habitación Benicio estaba arrojando todo al suelo.
— ¿Qué estás haciendo?, tú no puedes hacer esto dijo Phoebe nerviosa intentando juntar las cosas. Te exijo respetes la memoria de mi esposo grito.
— Tú a mí no me exiges nada, eres solo una golfa que se vendió a un viejo cerdo grito él. Ciega de la rabia Phoebe se arrojó sobre él y comenzó a golpearlo. ¡Cálmate Phoebe te harás daño!, exclamó él mientras intentaba sujetarla, pero Phoebe lo golpeó y al soltarla cayó sobre la cama. Ya no pudo contenerse más y comenzó a llorar desconsoladamente.
— Señora cálmese por favor, exclamó Carlota que había subido alertada por los gritos.
— Quiero esta habitación vacía, si quieres tener un museo hazlo en tu habitación, no quiero una sola fotografía de Ángelo en mi casa, te espero para cenar si tengo que volver a buscarte desearas no haberme obligado a hacerlo. Mi casa, mis reglas exclamó Benicio se acercó a la otra empleada. Tengo una maleta en mi auto que la suban tomaré la habitación del fondo de momento. La empleada bajo rápidamente.
— Señora vamos siéntese debe bajar, no lo provoque.
— Quiere tirar todo dijo Phoebe llorando.
— No lo hará, yo misma guardaré todo, tranquila exclamó Carlota. Ahora debe recobrar la compostura y bajar a cenar.
Phoebe se puso de pie y se dirigió al baño, luego de lavarse el rostro regreso a la habitación.
— Carlota cierra la habitación me ocuparé personalmente de guardar las cosas exclamó Phoebe mientras bajaba las escaleras, a medida cruzaba la sala vio que las fotografías a su paso estaban boca abajo cada una de ellas hasta llegar al comedor.
Ella observó la mesa larga de madera, Phoebe cruzo la habitación y tomó asiento en el lugar donde ya habían colocado su platos. Phoebe miró a la empleada
— Tenemos que hablar y no pienso hacerlo a los gritos. Sirva exclamó él.
La empleada lo hizo y desapareció rápidamente.
— Cuánto antes aceptes tu nueva posición mejor será para ti.
— No tengo por qué hacerlo, solo estaré aquí unos días mientras preparo mi viaje de regreso a América exclamó Phoebe.
— Phoebe no tengo la paciencia de tu adorado papaíto para tratar contigo, te diré lo que quiero y me lo darás o caso contrario sufrirás las consecuencias. Quieres jugar a la viuda digna adelante, pero volverás arrastrándote y créeme lo disfrutaré exclamó él.
— Provecho dijo ella poniéndose de pie rodeó la mesa y acomodó el retrato de Ángelo para que Benicio pudiera verlo, luego abandono el comedor.
Mientras se alejaba del comedor, Phoebe pensaba en sus posibilidades.
Al entrar en su habitación, se dejó caer sobre la cama, luego de cambiarse decidió que comenzaría a guardar las cosas de Ángelo. Decidió comenzar por la oficina luego, y las fotografías del comedor.
Al verla ingresar en la cocina Carlota se quedó sorprendida de verla Phoebe llevaba varias fotografías.
— Carlota, quiero que me consigas un álbum para las fotografías dijo ella.
— No quiere que me ocupe de eso dijo Carlota mientras veía a Phoebe abrir los porta retratos y sacar las fotografías.
— No está bien solo guardaré las fotografías dijo ella y siguió juntando las cosas. Necesito sacar las fotografías de su oficina exclamó ella.
— Ya esta abierto,el señor Benicio me ordenó que abriera la puerta.
Phoebe ingresó en la oficina de Ángelo, prendió un velador, ahí solo había una fotografía de Ángelo inaugurando una de sus primeras empresas,<< mi mayor orgullo solía decir>>.
— Te quedarás mucho tiempo parada ahí, exclamó Benicio recostado en la oscuridad.
— No sabía que estabas aquí dijo ella sacando la fotografía.
— Tu devoción por él me conmueve exclamó él.
— Tu cinismo me repugna, mañana haré quitar el retrato dijo ella, Benicio miró el enorme retrato de Phoebe parecía ser parte de la habitación como empotrado en la misma pared.
— Sueles usar ese tipo de pijamas, pensé que una mujer fatale como tu usaría lencería.
Phoebe lo miró y dejó pasar semejante provocación.
Salió de la oficina e ingreso a la biblioteca ese era su espacio, así lo había dicho Ángelo, decorado exclusivamente para ella.
— Dame paciencia, es más exasperante que tú, comento ella hablándole a la fotografía.
Mientras tanto Benicio se sentaba en el escritorio que alguna vez le había pertenecido a su padre vio algunas carpetas. Mientras revisaba los cajones comprobó que uno delos cajones estaba completamente cerrado.
Le había sorprendido el hecho de que Carlota tuviera que abrirle la puerta de la oficina y que le entregará el único juego de llaves que había.
— Sé cerró por órdenes del señor dos días antes de su muerte, sólo podía ser abierto por su heredero dijo Carlota.