Liliam es una chica campesina cuya vida cambiará cuando el Rey Evans se presente en la hacienda de su padre a cobrar una antigua deuda. A partir de allí empezará una historia de odio, romance y pasión entre ambos.
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ANILLOS DE COMPROMISO
...EVANS:...
Me quedé sentado, frotando mis ojos mientras soltaba una larga respiración.
¿ Qué rayos había hecho con la señorita Liliam? Ni siquiera tenía una explicación para mi comportamiento irracional y descontrolado contra ella. Me había percatado de que había dicho la verdad, claramente no tenía intenciones de llegar al trono, lo supe de inmediato cuando lo aclaró, era evidente que quería volver a su hogar y que me odiaba por tratarla tan mal pero seguí provocando y haciéndola enfadar.
Debí actuar de otra forma, mi idea no era comportarme como un troglodita, era conformarme con su explicación y pedirle disculpas por la bofetada.
Pero me enojaba tanto, sobre todo el hecho de que me temiera y que no sonriera en mi presencia, ni se riera como con mi hermano o con el General Itans, estaba celoso y no sabía la razón, empecé a insultar antes de que me pudiera serenar.
Apenas tenía pocos días aquí y ya me estaba volviendo loco. Esto debía parar, pero no lo soporté y cuando me dió la bofetada, en vez de estar indignado, el deseo se me despertó tanto que cometí la locura de acercarme y oprimir a la señorita contra la pared.
Su pequeño y tembloroso cuerpo a mi cercanía me tentó a lo prohibido. Estaba tan sonrojada, con su respiración tan frágil, tan delicada en mis brazos y el hecho de que me insultara de vuelta cuando le dije que me pertenecía y que a ningún hombre podría abrirse, solo a mí, cosa que tampoco comprendí, yo no iba tocarla pero lo hice, contradije mi voluntad.
La besé, besé esa boca fina y pequeña. No pude controlarme y lo hice de forma brusca, casi le robé la respiración, casi la lastimé con mi fuerza, no estaba acostumbrado a ser sutil con las mujeres pero estaba tratando con una señorita virgen, pensé que haría todo lo posible para resistirse pero no aguantó mucho y respondió o trató de responder a mis besos.
Supe que ni siquiera había sido besada por nadie y mi miembro se endureció más, su pureza aumentó mi deseo. Su boca era tan deliciosa, hacía tanto tiempo que un simple beso no me elevaba. Abrí su pequeña boca y metí mi lengua, la señorita se estremeció como si la sensación le causara impresión, sorpresivamente sentí como acercaba la suya y no dudé en probarla. Mordí sus labios y los chupé.
Cuando pude volver a tomar mi fuerza de voluntad me aparté bruscamente para no volver a perder el control.
Seguía temblando y respirando con fuerza, sus ojos oscuros brillaban, su boca estaba roja e hinchada. Se la tocó con los dedos y casi vuelvo a besarla pero tomé compostura. Le dije que se fuera para no darle explicaciones pero insistió y decidí cortar por lo sano, ella no debía saber que me descontrolaba, que quería poseerla hasta saciarme.
Jamás me había ocurrido algo así con ninguna mujer, jamás sentí la grave necesidad descontrolada de saciar mis deseos y menos con una señorita que apenas y tenía apariencia de mujer. Así que le dije que lo había hecho para bajarle la altanería, no porque me gustara. Dejé ver un desprecio fingido.
Me observó con una mezcla de furia y decepción.
— Su hermano tiene razón, usted no tiene corazón.
Estaba acostumbrado a ese tipo de palabras, no era la primera mujer que me decía algo así pero aún así me dolió.
Se marchó rápidamente y tragué con fuerza, esto se estaba saliendo de control, mejor era mantenerme alejado de la Señorita Liliam.
...****************...
Salí del estudio en la tarde para volver al salón donde se llevaría a cabo la celebración de compromiso, cosa que no me agradaba.
Encontré a mi hermano dándole órdenes a los sirvientes, ya casi iban culminando. Jamás me había interesado los adornos ni las fiestas, dejaban solo desorden y los invitados solo asistían para averiguar cualquier cosa y regarla en la ciudad. Entré observando todo y avanzando con mis manos en los bolsillos. Cada sirviente se detuvo para hacer una reverencia pero les dije que podían volver a sus obligaciones sin estar atentos a mi presencia, no solía humillar a mis trabajadores, venía de un orfanato donde era golpeado y humillado por los otros niños, sabía muy bien que era sufrir en manos de otros.
Mi hermano seguía dando órdenes a los sirvientes que se habían subido a una escalera y que luchaban por acomodar una cortina que según él no estaba bien puesta. Lo cierto es que Eidan era bastante molesto a la hora de ordenar una cosa a alguien, ya que primero decía algo y luego contradecía lo anteriormente dicho. Por los rostros de estrés de los dos sirvientes eso estaba sucediendo.
— Por fin te estás tomando en serio una obligación — Dije y se sobresaltó.
— Hermano, no te emociones, di mi palabra de que iba ayudar y la estoy cumpliendo¿ Qué te parece? — Ondeó su mano por todo el salón mientras me daba una sonrisa de orgullo.
Observé con desdén.
— No me gusta — Corté y frunció el ceño.
— Aguafiestas, viniendo de ti ya me esperaba una respuesta tan tétrica — Gruñó y puse los ojos en blanco.
— Sabes que las celebraciones no me agradan en lo absoluto, así que no me interesa como quede el salón, ésta fue tu idea, así que es tu problema — Dije mientras tensaba mis hombros.
— Es tu compromiso, no me vas a contagiar con tu amargura — Dijo con una sonrisa y luego señaló la cortina — ¿ Te parece que está mal colocada ?
— Está bien, ya deja en paz a los sirvientes, si llegas a ser rey, serás muy molesto, nadie te soportará.
Los sirvientes me dieron una mirada de agradecimiento mientras dejaban la cortina quieta.
Alzó sus cejas — Lo dice el amargado que no soporta ni a su sombra, además dudo que sea rey ya que si tú y Liliam tienen hijos, el mayor heredará el trono.
Seguía diciendo su nombre. Me quedé callado, obviando su comentario, eso jamás iba pasar.
Eidan sacó un pequeño cofre de su bolsillo.
— Supongo que no haz buscado los anillos de compromiso así que me tomé la molestia de conseguir unos — Dijo y solté un largo suspiro de frustración.
— ¡ Qué sea la última vez que metes tu trasero en mis asuntos!
— Tranquilo, te prometo que es la última vez — Sonrió despreocupado y me tendió el cofre — Ve el diseño.
Lo tomé de forma indiferente y abrí el cofre, habían dos preciosos anillos pero no eran cualquier anillos, eran de mi padre y mi madre, ambos de plata e incrustaciones de diamantes.
Lo cerré de inmediato.
— ¿ Por qué tomaste los anillos de nuestros padres? — Pregunté de forma serena pero con autoridad.
— Es una forma de honrrar la memoria de ellos, además, serás el primer hijo en casarte y que mejor que usar los anillos de nuestros padres, tendrás un vínculo igual de fuerte y duradero... Liliam y tú no se llevan bien pero de seguro después del compromiso se querrán como nuestros padres, ellos los bendicieran desde el paraíso.
Sus ojos brillaban con emoción y sentimiento. Me sentí mal, esto debía parar, era una farsa y al parecer todos estaban emocionados con verme casado, no debí inventar tanta estupidez, era mejor anunciar en la fiesta que dicho compromiso no se iba realizar.
Si, ya estaba decidido, al día siguiente anunciaría frente a todos que no había compromiso y que aún no estaba preparado.
Guardé el cofre en el bolsillo y fingí estar de acuerdo con la decisión de mi hermano, se quedó sorprendido de que no lo regañara.
Anabella entró al salón con dos personas más, sus hermanos. Se detuvo a unos cuantos metros e hicieron una reverencia dedicada a los dos.
— Majestad — Dijo mirándome y luego giro su mirada a Eidan — Su alteza, un gusto saludarlos.
— Igualmente Duquesa — Dije y Eidan no se molestó en contestar el saludo, siempre actuaba de forma grosera ante Anabella, la hermana menor de la duquesa ya tenía sus ojos puestos en él — ¿ A qué debo la presencia de tus hermanos aquí — Exigí, no me gustaban las visitas sin autorización.
— Mis hermanos estaban en la ciudad, me tomé la molestia de invitarlos al compromiso, ellos desean conocer a su futura esposa — Anabella me observó con reproche que no tenía derecho a darme.
Asentí de forma neutral y viajé mi mirada a sus hermanos.
— Un gusto verle Majestad — Dijo Danien, el hermano menor de Anabella, era un sujeto callado.
— Me alegra verlos — Dijo Rita, la hermana pequeña de Anabella.
Al parecer estaba fascinada con Eidan porque volvió a reparar en él. Eidan lo observó de vuelta pero con indiferencia, al parecer nadie lograba que mi hermano perdiera la cabeza, excepto la Señorita Liliam.
— ¿ Ya cenaron ? — Pregunté a los hermanos de Anabella.
— No, aún no — Dijo Danien.
— Pasemos al comedor entonces y así podremos hablar con más calma — Dije y todos asintieron.
Todos empezaron a salir pero Eidan se quedó atrás.
— Tú también vendrás.
— Tu no cenas acompañado ¿ Por qué invitas a los Doqui a comer ? — Preguntó en un tono bajo para que ninguno escuchara.
— La situación amerita compañía, son invitados... Además, por haberme ayudado con los anillos y los arreglos te mereces comer conmigo — Le toqué el hombro.
— ¡ Qué privilegio! — Dijo sarcásticamente y le apreté el hombro, se quejó de dolor — Está bien, está bien... Cenaré contigo y los Doqui.
Por supuesto, no le agradaba la idea ya que no se llevaba bien con ninguno de los tres.
— Eso es.
— ¿ No invitarás a Liliam también? — Preguntó y me tensé.
— No, no lo haré.
Frunció el ceño — ¿ Por qué? Eso es descortés.
— No es tu problema — Corté mientras lo soltaba bruscamente.
Salimos al pasillo y me mantuve atrás, Anabella dejó de caminar junto a sus hermanos y aprovechó que Eidan estaba siendo acosado por su hermana.
Se colocó a mi lado y entrelazó su brazo con el mío.
— ¿ Qué rayos haces? — Gruñí mientras intentaba zafarme.
— Cálmate, no voltearan — Dijo mientras tocaba mis dedos de forma insinuante.
— Deja de hacer eso — Demandé.
— Ve a mi habitación ésta noche — Murmura contra mi oído y me zafo de su agarre.
— No puedo.
Frunció el ceño — Anda, jamás me has rechazado cuando te lo he pedido.
— Pues siempre hay una primera vez y yo soy el rey aquí, yo decido cuando satisfacerme contigo — Gruño y me adelanto dejando a Anabella con un rostro de irritación.
interesante felicidades .
Autora por sus bellas historias
ojala el general se enamore de la hermana de Lilian Sandra el es un buen hombre la arpía zo...de la duquesa no merece que el la ame