Ella tiene miedo de la atracción que siente por el joven con el que durmió una sola noche, él hará lo posible por repetir la experiencia con la hermosa maestra de su hermanita.
NovelToon tiene autorización de Abigail Limón para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Evasión
—Se que Gaby no es una buena compañera de trabajo cuando se trata de este tipo de cosas —escuchó Gabriela decir a Ana Paula de esa forma presumida que ella acostumbraba, no había problema con ello porque conocía el esfuerzo de Ana Paula por desmeritar el trabajo de los demás, salvo que justo al entrar vio que estaba sentada junto a Leonardo digamos que tan cerca que parecía casi estar encima de él, inclusive el mismo Leonardo se movía incómodo deslizándose cada vez más fuera de su asiento. Solo había salido un momento al baño, no había duda que Ana Paula no perdía el tiempo para nada, la habría tomado por los cabellos arrastrándola fuera de esa sala pero eso hubiera sido un poco o demasiado agresivo y por supuesto muy obvio.
—Ojala y nos hubieran asignado juntos pero en fin, si necesitas ayuda —a Gabriela no le gusto nada el tono que Ana Paula estaba usando, ese tono coqueto, las miradas provocativas y la forma sugestiva en que ofrecía su cuerpo —Leo ya sabes puedes decirme y yo…
—No te preocupes, Ana —le interrumpió sin mucho interés, Gabriela no se había dado cuenta que apretaba con fuerza el borde de su blusa fingiendo acomodarla —No creo que tengamos problemas con esto pero de todos modos gracias.
Gabriela podía sentir como parte de su ira se comenzaba a ir cuando vio a Leonardo ponerse en pie dejando a una ligeramente molesta Ana Paula, el solo le había dedicado una casi imperceptible sonrisa antes de casi huir de ella y aunque una parte de ella quería ignorar lo que él hiciera y olvidar aquella noche y los besos que compartieron, otra parte deseaba arrojarse a ese hombre y no soltarlo. Tenía que controlarse.
—Estoy segura que tú podrías lograr más —. Gabriela dió un pequeño salto cuando escuchó la voz de la maestra Blanquita al otro lado del marco de la puerta —. Digo porque he notado como te mira. Se nota que entre ustedes hay algo.
Gabriela se recompuso como pudo, mostrando la mejor cara de desinterés que tenía, Blanquita que era una mujer mayor y con experiencia solo sonrió. Era evidente que a una mujer como ella no se le escapaba nada no por algo había vivido ya sesenta y cinco años, extrañaría ese lugar cuando se arreglara su jubilación.
—Hay Blanquita, que cosas dices. Por supuesto que…
—A mí no trates de engañarme porque ya estoy vieja para eso —le interrumpió la mujer divertida —eso se nota aunque tú te esfuerces por negarlo —. En realidad era un esfuerzo inútil el mentirle precisamente a ella que desde su salón en la planta baja la había visto salir acomodándose el cabello y la ropa del cuartucho de limpieza aquél, seguida un minuto después por el apuesto maestro de Inglés —. Mejor aprovecha que la vida te está poniendo está oportunidad antes de que un día despiertes sola en tu cama y te des cuenta que los años se te pasaron y no viviste tu vida con plenitud.
Gabriela la observó en silencio, la anciana no solo hablaba con sabiduría sino también con un deje de nostalgia y tristeza como si hablara de su propia experiencia. Gabriela se preguntó si esa mujer que solía ser una maestra estricta y además de un carácter fuerte, difícilmente le caía bien a los niños, podría tener en su pasado la historia de un amor fallido, trágico o quizás no correspondido quizás ahí se encontrara la razón de que siempre se decía que estaba de mal humor.
—La gente te va a juzgar hagas lo que hagas, sea que salgas con un viejo o con un joven pero piensa en ti, en lo que tú quieres en verdad, porque después toda esa gente que hable de ti y te juzgue se reirá de ti cuando te vea sola y triste, entonces te juzgaran por no haber tomado otras decisiones.
—No se a que te refieres, Blanca pero gracias por tus consejos —dijo Gabriela en actitud solemne.
—No espero que me agradezcas, Gaby. Tu sabrás si sigues mi consejo o sigues tirando de convencerte a ti misma de que no sientes nada por ese hombre.
La mujer mayor terminó por entrar a esa sala saludando como si nada a los únicos dos maestros que estaban ahí, Leonardo y Ana Paula mientras dejaba atrás a una pensativa Gabriela. Algo similar le había dicho Andrea aunque no sabía cómo tomar lo dicho por la venerable maestra Blanquita, si como un consejo sabio que debía tomarse en cuenta como una lección de vida o como algo que diría cualquier anciana frustrada que cierta altura de su vida se arrepiente por lo que pudo haber hecho y no hizo.
El ligero golpe en el hombro que Ana Paula le dió cuando pasó junto a ella la sacó de sus cavilaciones, cuando busco de nuevo en aquella sala de maestros solo pudo ver a Blanquita de espaldas, buscando algo en su casillero y a Leonardo que sostenía en su mano un libro.
—Maestra Gabriela, será que podemos empezar a trabajar hoy —el tono de voz que usó Leonardo al decir su nombre la hizo sentir insegura, claro que ella había marcado ese límite momentos antes cuando ella le había dicho Leonardo usando el mismo tono indiferente, solo que cuando él lo decía era como un golpe cruel para ella —. Ya hemos dejado pasar tres días y por lo que veo es mucho trabajo.
Gabriela asintió sacudiendo cualquier rastro de inseguridad y tristeza que pudiera causarle la indiferencia que estaba volviendo a emplear él, claro que está vez no solo parecía indiferente sino también molesto, tenía razón para estarlo y en parte es lo que ella quería pero entonces porque el pecho le ardía como tuviera una herida abierta.
—Nos vemos mañana —. Fue todo lo que dijo la otra maestra cuando salió de la sala de reunión.
—Hasta mañana, Blanquita —respondió cambiando notablemente su tono frío por uno más amable —Gabriela, creo que yo podría encargarme de la selección de textos y…¿Qué sucede?
Gabriela sentía ganas de llorar, de gritar y de salir de ahí. Algunas lágrimas involuntarias comenzaron a salir y su cuerpo se sacudía ligeramente sin poder evitarlo. Ocultar sus emociones le estaba afectando demasiado al grado de no siquiera poder hacer su trabajo. Entonces si que pasaba si ella confesaba lo que sentía, si se entregaba a ese sentimiento.
—Leonardo yo…