Danara, una adolescente de 16 años, se siente atrapada entre sus inseguridades y la presión de encajar en la sociedad. Su vida da un giro cuando conoce a Luca, el nuevo vecino de 18 años, extrovertido y lleno de energía, pero con sus propias inseguridades sobre su futuro. A pesar de sus diferencias, entre ellos surge una conexión especial, pero Danara lucha con sus miedos y la diferencia de edad, mientras que Luca teme no ser suficiente para ella.
A lo largo del verano, ambos enfrentan sus temores, aprenden a confiar el uno en el otro y a comprender sus sentimientos. Sin embargo, con el fin de las vacaciones, deben hacer frente a nuevas responsabilidades: Luca se prepara para la universidad y Danara comienza la secundaria. A pesar de los desafíos del futuro, su relación se fortalece, y juntos prometen seguir adelante, enfrentando lo que venga con valentía y amor.
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capitulo 18
Luca
El aire estaba pesado esa tarde, y aunque el sol aún se mantenía alto en el cielo, mi mente ya se encontraba en un lugar mucho más oscuro. Como siempre que algo me inquietaba, caminé sin rumbo fijo por el parque, perdiéndome en los pensamientos que no podía dejar de apartar. El futuro. El maldito futuro que me acechaba como una sombra imposible de ignorar.
Hoy, mi padre me había llamado. Esa conversación tan esperada y temida, donde se hablaba de la universidad, de mi futuro como si fuera algo que ya estuviera escrito, algo que no podía cambiar. “Luca, ya es hora de que tomes decisiones,” me había dicho con esa voz autoritaria, tan tranquila y tan firme como siempre, como si estuviera leyendo una lista de cosas por hacer. "La universidad, el derecho, ya sabes lo que esperas de ti."
Pero no, yo no lo sabía. Lo único que sabía era que no quería convertirme en la versión de mí que mi padre había construido en su cabeza. No quería ser ese chico de traje, sentado en una oficina, cerrando tratos. Eso no era yo. No lo era en absoluto.
Daba vueltas por el parque, las manos metidas en los bolsillos, y de alguna manera, en medio de toda esa confusión, pensaba en ella. En Danara. Porque ella me hacía sentir que, tal vez, solo tal vez, el futuro no tenía que ser un camino recto, uno que otros trazan por ti. Ella me hacía ver que podía ser más flexible, que podía seguir buscando quién era sin tener que ceñirme a las expectativas de los demás. Pero aún así, la presión me alcanzaba.
A veces me sorprendía cómo el simple hecho de estar cerca de ella me calmaba, como si con solo mirarla, todas esas dudas pudieran desvanecerse, aunque por un momento. El problema era que no podía esconder mi miedo al futuro de ella. No podía seguir jugando a estar bien cuando, por dentro, la ansiedad se apoderaba de mí.
El sonido de mi celular me sacó de mis pensamientos. Era Danara.
–¿Luca? –su voz sonó un poco nerviosa, como si estuviera buscando algo que no encontraba.
–¿Qué pasa? –respondí con más calma de la que sentía.
–Te he estado buscando por un rato… ¿estás bien? –su pregunta era directa, preocupada, y eso me hizo sonreír a pesar de todo. Ella tenía una manera tan natural de preocuparse por mí, como si en su mundo no existieran complicaciones. Como si fuera fácil no perderse.
–Solo pensando en cosas… nada importante –le mentí, pero no estaba seguro de que me creyera.
–Luca, no me digas eso. Sabes que te conozco –me dijo, con esa tranquilidad que solo ella podía tener en medio de mi tormenta interna. –¿Te pasa algo? ¿Estás molesto por algo?
La escuché en silencio durante un momento. Podía sentir que ella estaba preocupada, que veía algo en mí que no quería mostrarle, y eso me incomodaba. Pero al mismo tiempo, no podía dejar de sentir esa necesidad de decirle la verdad, aunque no estuviera listo.
–Es sobre la universidad… –finalmente solté, con un suspiro, como si todo el peso de mis pensamientos se derramara en ese momento. –Mi padre quiere que siga su camino. Que estudie derecho, que me convierta en algo que no sé si soy. Y yo no quiero eso, Danara. No quiero seguir ese camino… pero tampoco sé qué hacer. Todo lo que he hecho hasta ahora ha sido intentar ser lo que esperan de mí, y estoy perdiendo la noción de quién soy realmente.
Un silencio pesado siguió en la llamada, y cuando volví a escuchar su voz, era suave pero firme.
–Luca, tú no tienes que ser lo que ellos esperan de ti. No tienes que ser esa persona que ellos han planeado. Lo que importa es lo que tú sientas, lo que tú quieras hacer, aunque no lo tengas claro ahora. Y sé que es difícil, porque a veces el mundo parece tener todo trazado para ti, pero lo único que tienes que hacer es escuchar a tu corazón. No dejes que el miedo a lo que no conoces te paralice.
Su voz era tan calmada, tan llena de confianza en mí, que casi me hizo sentir que no estaba solo en todo esto. Como si sus palabras pudieran ser la brújula que me guiara a través de mis miedos.
–Gracias… –respondí, casi susurrando, mientras una nueva sensación de alivio se instalaba en mi pecho.
Ella tenía razón. El miedo era el que me mantenía atrapado en mis dudas, no el hecho de que no tuviera un camino claro por delante. Danara me ayudaba a ver las cosas con más claridad, me ayudaba a encontrar algo de paz en medio del caos que mi mente había creado.
Pero, mientras conversábamos, algo más me rondaba en la cabeza. No solo era el futuro el que me preocupaba, sino cómo todo esto afectaba a mi relación con Danara. Ella todavía estaba en secundaria, su vida aún era algo que se estaba descubriendo. Y yo… yo ya estaba en otro punto. Ya estaba al borde de tomar decisiones que cambiarían todo. ¿Cómo podríamos llevarnos bien si nuestras vidas iban por caminos tan distintos?
Era una pregunta que me carcomía, pero que no quería responder. Al menos no aún. Lo que sí sabía con certeza es que no quería perder lo que estaba comenzando con ella. No quería que mi futuro, aunque incierto, nos separara.
–Danara, gracias por escucharme –dije finalmente, con una sonrisa que, aunque débil, llevaba un toque de sinceridad. –Gracias por estar ahí.
Ella se rió suavemente al otro lado de la línea. –Siempre voy a estar ahí para ti, Luca. Siempre.
Y, por un instante, sentí que tal vez, solo tal vez, no tenía que tener todas las respuestas. Tal vez, solo tenía que seguir adelante, día tras día, con ella a mi lado.