La Tormenta Perfecta

Todo era difícil para mí, el embarazo ya estaba por terminar en pocas semanas tendría que dar a luz, tengo un bebé muy sano de 36 semanas, tengo un empleo estable, amigos que me quieren, pero no tengo lo que más deseo, mi esposo, como dejar de amar a ese pedazo de imbécil, por más que quise olvidarlo no puedo. Que error cometí que la vida me estaba pagando de esta manera.

Estos meses no he parado de esperar por él, quiero verlo y depositar en su rostro miles de cachetadas, sacar todo este coraje que traigo guardado. El papel del divorcio fue enviado y no tuve que verle la cara a ese idiota mi abogado se encargó de todo, lo que no puedo creer es que el haya firmado lo más rápido posible, tal vez no le interese nunca, tal vez nunca me amo, veo las gotas de lluvia chocar en la ventana, el día ha sido de lo más deplorable, en Londres no hace nada más que llover, y es en días como estos que más recuerdo a ese imbécil.

La forma en como lo conocí, tratando de huir de mi padre fui a la estación del metro en donde choque con él, nuestras miradas se encontraron y en ese momento no lo sabía, pero algo me dijo que estábamos destinados a estar juntos.

La segunda ocasión que lo encontré fue igual en un día lluvioso, no podía encontrar trabajo y estaba caminando, al salir de un edificio la lluvia empapó todo mi cuerpo, pero sentí algo cubrirme y una voz diciéndome que de nuevo nos habíamos encontrado, caminamos juntos y yo no podía sacarme de la mente como sabrían sus labios.

Me detuve y robándole un beso, al principio me decepcioné cuando no dijo nada y solo me miro, pero después la manera en como me tomo de la cintura y unió nuestros labios me gustó, la forma tan arrogante en como presumió que él era mejor robando besos, me hizo reír.

Después fui a su departamento era la primera vez que estaba con un hombre, estaba cautivada, caí rendida a sus pies como una tonta me llevo hasta el cielo y luego me hizo caer, me ilusionó y todo con el fin de que, no lo entiendo si él no era así, de la noche a la mañana cambio.

Me rescató de su hermano y me case con el porqué lo amaba, lo amo aún amo a ese idiota aunque lo niegue miles de veces todavía no olvidó sus besos, sus caricias, su risa; no puedo olvidar sus manos tocando cada parte de mí.

—¿de nuevo pensando en el?, —te eh dicho que el no merece ninguna de tus lágrimas muñequita.

— hola Sam.

Sin darme cuenta de nuevo estaba llorando, pero es que lo amo como olvidarlo cuando llevo a su hijo en mi vientre, su sangre correrá por las venas de mi hijo, espero ver cómo será, tendrá sus ojos o lo míos, tendrá ese cabello negro azabache que tanto amo?

—lo siento Sam.

corrí a los brazos de mi amigo Samuel Rivera, hace un mes lo había conocido mientras caminaba por las calles de Londres, chocamos por accidente, y me ayudó a recoger los bocetos que había tirado. empezamos a platicar y una cosa llevo a la otra, sin saberlo éramos amigos, compartíamos todas las mañanas juntos ambos amábamos el café negro y comer postres, el era un excelente abogado, le había comentado de mi situación y el me ayudo a deshacerme de ese estúpido.

Lo quería era mi único amigo verdadero que conocía de mi situación, aunque sus amigos se habían vuelto mis amigos, él era el único que conocía mi secreto.

Aunque él siempre me decía que él podría hacerse cargo del bebé, nunca lo deje como podría, Sam necesitaba una esposa sus padres lo tenían presionado con ese asunto, él tenía 30 años y yo era un poco menor que él, pero ambos habíamos planeado una relación fingida para que así lo dejarán de presionar.

Recuerdo cuando visite a sus padres yo tenía 24 semanas de gestación, llegue y todos se sorprendieron no solo porque llevo a una mujer, sino que llevo a una ya embarazada, sus padres me aceptaron y se alegraron, ahora vivíamos juntos, cada quien en su habitación, pero así yo no pagaba la renta sola y él se deshacía del peso que sus padres le ponían.

Sam era un nombre muy guapo, alto, cabello castaño, ojos negros, tenía una mirada cautivadora, cuando un caso se le asignaba el se convertia en un hombre frío y sin sentimientos lo cual siempre lo ayudaba a ganar sus casos, pero mientras estábamos juntos él era cariñoso y algo bobo, solía hacerme reír sin parar con el no había días grises, todos tomaban matices muy hermosos, estaría con el sin problemas porque era excepcional, aunque no podía porque mi corazón tenía dueño uno que le había hecho mucho daño, pero que, sin embargo, no podía olvidar.

¡¡Te odio tanto Dylan Tremblay porque no puedo sacarte de mi corazón!!

En los brazos de Sam llore sin parar, sentí sus brazos rodearme y me deje caer, ya no podía más, hasta cuando se prolongará este sufrimiento, quisiera corresponderle a Sam, pero no puedo ni podré.

—vamos pequeña, quitemos está música triste, y comamos algo. —ese bebé necesita nutrirse y la bella mamá también,¿ ya te dijo el doctor cuando darás a luz?

—falta poco, podría adelantar se me comentó.

—¿les dirás a ellos?

—¡no!, no quiero tener nada que ver con los Tremblay, ellos ya deben saber de mi situación.

—les dejaré conocer a su nieto porque es su derecho, pero Dylan tiene prohibido acercarse a mí y a mi bebé.

—él es el padre Belly, es su derecho saber de ustedes.

—él perdió ese derecho cuando se revolcó con aquella zorra.

—esta bien Belly, sabes que yo nunca me opondría a tus decisiones, nada más era un consejo, pero eres tu quien toma la última palabra.

—tienes razón, es mejor que no te involucres Sam, no quiero que mis problemas te afecten.

—eso no me importa Isabelle yo pelearé por ti hasta mi último aliento, sabes lo mucho que te quiero, eres más que una amiga, y sé que algún día me vas a corresponder, te haré feliz a ti a tu pequeño bebé.

—gracias Sam.

Ambos miramos por última vez la lluvia, y nos fuimos a la cocina a disfrutar del almuerzo...

no se que es lo que me espera del futuro pero espero que sea algo bueno y que en ese planes este un final feliz.