El Hijo Del Narco

Daniel estuvo trabajando mucho tiempo en la obra, más de lo que esperaba. Gracias al empeño que pusieron él y su padre, el trabajo realizado mostró sus frutos. Por ello, fueron contratados para otras reparaciones que inicialmente no estaban previstas, y él quiso aprovechar la oportunidad para ganar más dinero.

En ese tiempo, sintió un vacío, una necesidad de una presencia. Hasta entonces, no se había dado cuenta de lo unido que estaba a su amigo Chris.

Pero se sentía extraño al saber que era hijo del hombre más rico de la región. El hombre humilde y empático que él conocía no se ajustaba al de las fotos: seguro de sí mismo, orgulloso, posando como si fuera un modelo con su pareja... ¿tal vez?

Daniel fue caminando lentamente por la serpenteante calle roja hasta la casa de Florencia, su amigo para él era un misterio, ¿por qué está aquí en este pueblo perdido?" , " ¿es gay?"

Sin darse cuenta, había llegado hasta el portón de Florencia. Aquel día, el barro lo cubría todo; era espeso, rojizo y se pegaba a cualquier superficie. Bajó la mirada y notó su zapato: estaba cubierto de ese lodo pegajoso. Sintió  vergüenza al imaginarse entrando así, con ese calzado embarrado, temiendo mostrarse ante Adrián como sucio o descuidado.

Chris que estaba sentado a la sombra del mango, se levantó rápidamente y fue a su encuentro. Abrió el portón y le dio un caluroso abrazo, ni miró el calzado del hombre. Estaba feliz de verlo, desde que se conocieron, nunca estuvieron separados tanto tiempo.

Dijo el de ojos azules— Hola, Daniel. Pasa adelante. ¿Y Ana?

Daniel  respondió — Se quedó con mi hermana en la casa, ya sabes, ella si ve barro y quiere lanzarse y saltar en él—Miró al rubio y se sintió ligeramente cohibido, su cabello estaba creciendo de nuevo, se veía mas rubio en el brillante sol, su ropa era nueva, parecía haber recuperado en algo su brillo original. Ahora sabía que el de ojos azules pertenecía a la clase alta, se sentía extraño.

Adrián sonrió y le dijo, dándole palmaditas en el hombro — Con respecto a Ana, el hecho que quiera saltar en el barro es tu culpa. Debes buscar otro programa, eso pasa por qué la dejas ver Pepa la cerdita.

El otro sonrió, pasa que a la niña no le interesaba ningún otro dibujo, hace tiempo que estaba intentando convencerla por otro programa, pero fue inútil.

—Buenos días mi hijo. Toma asiento —dijo Florencia, quien estaba tomando su mate enfrente de la casa.

— Buen día, Doña Florencia, respondió el moreno. Y sentó al lado de la anciana.

— ¿Es cierto que tu hermana vino a visitarte? preguntó Florencia.

El moreno respondió — Siii. Ella está pensando en estudiar de tarde para ser manicura y pedicura. Se quedará unos seis meses en total hasta que lo termine. Ña Belén lo está impartiendo en su casa.

— Pues su primera clienta seré yo. Dijo la mujer.

Adrián pasó a la cocina y volvió con una bandeja de aluminio con la figura de una gran flor en el centro, con pan casero y cocido caliente, así como servilletas y se lo ofreció a Daniel.

— Espero que te guste. Florencia me enseñó a hacerlo.

Para Daniel fue demasiado, su mente no podía procesar, el hijo de un hombre tan poderoso, sirviendole pan. Así que no atendió lo que estaba haciendo, volcó sin querer su cocido caliente y se quemó la mano.

Mientras tanto Adrián estaba ajeno a todo lo que pasaba por la mente de su amigo, para él era otra visita más.

— Estás muy aereo hoy Dani. Iré a traer el botiquín— murmuró el rubio.

Se fue hacia el baño y trajo consigo el botiquín. Sacó un algodon, limpió las heridas y le puso un cicatrizante.

Está vez sentir la mano de Chris sobre la suya se sintió diferente, más cálida, más cercana. Miró a los ojos de Adrián y comprendió que seguía siendo el mismo que creyó conocer. Que toda la narrativa que ten[ia en su mente, no tenía nada que ver con la realidad. No sabía exactamente quién fue en el pasado, pero en el presente es su amigo, su mejor amigo.

Quería saber, sin embargo cómo Chris, lo veía, no tenía confirmación absoluta, solo eran suposiciones, acerca de que su amigo es del "otro lado" , tal vez ese gesto que creyó ver con Walter  era de una amistad muy cercana y el malinterpretó.

Daniel, entonces decidió preguntar.

—¿Como amigo, qué viste en mi?

El otro lo miró con extrañeza, le pareció una pregunta muy aleatoria. Igualmente le respondió.

— Una persona que cuida a su hija, así como lo haces tú, tiene que ser buena persona. He visto que no es fácil para ti, pero ahí estás para ella. Por eso te admiro. Digo podrías dejarla con sus abuelos maternos y volver a juntarte con otra chica.

Y  ya que estamos en esas, tú, ¿Qué viste en mi?— dijo Adrián.

— En mi caso es muy sencillo, cuando desperté de mi enfermedad la primera cara que vi fue la tuya sonriendome. Estabas ahí, no era tu obligación — replicó Daniel.

— Estás raro hoy— dijo Adrián —No es que me moleste. ¿Hay algo mas que quieras preguntarme?

Daniel se puso nervioso, lo que él quería saber si Chris sentía amor de amigo... o algo más, pero no había una manera sencilla de preguntar.

Entonces el moreno respondió — Nada. Solo curiosidad.

Chris dijo — Es sábado, podemos ver una película, si tienes tiempo. Me gusta el drama, espero que no te moleste.

Daniel fue sincero y respondió—, A mi no me gusta tanto , pero si es buena, también lo disfruto.

Chris espetó — Te parece si vemos esa película de Benjamín Button, hace mucho que quiero verlo.

Pasaron a la sala, pintada de un verde menta. Se sentaron en un viejo sofá azul marino desteñido, que mostraba algunas manchas, posiblemente dejadas por goteras del techo. Cerraron las ventanas para aislar el ruido exterior. Chris se acomodó junto a Daniel, acercándose hasta quedar pegado a él y puso a reproducir la película.

El de ojos azules se encontraba super concentrado en la película, que no estaba conciente de lo que pasaba en su entorno.

Daniel posó su mano sobre el cabello de Chris, lo sintió suave y sedoso, casi reconfortante. Nuevamente sus pensamientos intrusivos, le hicieron una mala jugada y  sin pensarlo demasiado dijo

— Esto parece una cita.

Adrián pensando que era una broma, respondió en tono sarcástico

— Ni lo sueñes Dani.

Florencia ingresó a la sala a preguntar acerca de una tenaza, Chris no era muy bueno recordando dónde dejaba las cosas, pero la anciana le tenía paciencia, pero lo que vio, produjo en ella preocupación, eran muy cercanos, demasiados cercanos y en el futuro podrían las cosas complicarse entre ellos. Su relación hasta entonces era bonita, le romperla el corazón verlos peleados, pero dada las cirunstancias parecía que era inevitable.

Chris apenas respiraba. Atendía cada diálogo y cuando llegó el momento de la carta del padre a su hija, sus ojos comenzaron a lagrimear. El diálogo era profundamente emotivo, pero no era solo la película: algo dentro de él se quebraba lentamente.

Desde el día en que fue expulsado de la casa paterna, sus emociones habían comenzado a surgir a cuentagotas. Al principio no sentía nada; simplemente sobrevivía. Pero con el paso del tiempo, todo lo que había reprimido empezó a manifestarse. Su corazón seguía sangrando y esa herida abierta no era solo por la historia en la pantalla. Se sentía frágil. Las personas que debieron protegerlo, acompañarlo, no estuvieron allí cuando más las necesitó.

Por eso no podía ver esa película solo. Necesitaba compañía. Necesitaba la presencia cálida y silenciosa del otro para sostenerse en medio de todo aquello que, poco a poco, salía a la superficie

Desde el punto de vista de Chris, a Daniel le aburrió  la película, pero el tiempo mostraría al de ojos azules, lo  equivocado que estaba.

— Espero que no te moleste que sea tan emotivo, Dani. La próxima veremos una película de acción o terror para compensarte.

— Tú eres así y está bien. Además pasaste un día pescando conmigo, supongo que es equivalente a ver contigo esta película — expresó el moreno.

Florencia, carraspeó para llamar la atención y dijo a Daniel.

— Quiero pintar la casa. Chris me ayudó mucho este verano con la venta de leña, huevos y leche, juntamos dinero suficiente para hacerlo. Te vendría bien, el dinerito para tus gastos y Ana correría libre por el campo.

Daniel contestó — Ya terminé la obra con papá, así que el lunes podría comenzar. Por cierto debo irme ya, no quiero que Ana vuelva loca a su tía — Entonces se levantó y se dirigió a la salida..

— Nos vemos el Lunes Dani, espetó Adrián.

— Adios mi hijo, que Dios te acompañe. Saludos a tu hermana, dijo Florencia.

Daniel hizo un gesto de despedida y se marcho lentamente hacia su casa.

Cuando Daniel, se alejó lo suficiente, Florencia que pensaba mantenerse al margen de la relación entre ellos, no pudo más con su preocupación y se lo expresó a Adrián.

— Ten cuidado con él, mi hijo, podrían salir lastimados.

— Abuela, no pasa nada. Él es hetero y yo gay. No hay posibilidad de que algo se estropee.

Florencia guardó silencio. Los años le habían enseñado que las cosas rara vez eran tan simples como uno quisiera creer. A veces, los sentimientos cruzan límites que nadie espera. Pero ella no podía vivir la vida por ellos, solo advertirles el riesgo, y observar, desde la distancia, cómo aprendían por sí mismos.

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