Roisin

Hablan de reclamarme como si fuera una cosa, una herencia, una especie de trofeo y eso no me gusta. Sé que este mundo se mueve así, que es desconocido para mí y que las tradiciones no van a cambiar así porque a mí no me agraden.

De repente una luz se enciende en mi cabeza. Y ahora soy yo quien sonríe con malicia.

—Si estos dos quieren matarse, bien. Que lo hagan. ¡Estarán perdiendo su maldito tiempo! Ya estoy casada, por si se les ha olvidado.

Suspiro pesadamente acomodando la almohada detrás de mi espalda.

—Mi amor, aquí no importa que estés casada con un hombre común y corriente, porque de un segundo a otro puedes enviudar y se acabó el problema. Aquí se juega sucio y estas en todo tu derecho en rechazar a William o a Peter, ellos se mataran entre si y el que salga con vida, será quien tome tu mano por que se la gano. Puedes disimular muy bien ser la esposa de Peter, hasta que pase el tiempo y lo "Dejes" formalmente. Las cosas aquí son primitivas, anticuadas pero no se pueden cambiar. Ahora dime... ¿Qué piensas hacer?

No entiendo. Declan, está muy seguro de que Peter ganara esta lucha absurda.

—Explícame mejor. Si rechazo a William y a Peter, ellos dos se van a matar entre ellos. ¿No? No entiendo cuál sería mi problema, si los veo muy confiados a los dos de que esto lo tienen más que ganado.

Esta vez, es Peter quien se impone, callando a mi padre que estaba a punto de terminar de explicarme.

—Roisin, no te liberas de ninguno de los dos, quien sea que gane se casara contigo. Tú debes elegir entre los dos, tienes que dejar que te cortejemos por quince días y el décimo sexto día darás a conocer tu elección. Si nos rechazas a los dos, nosotros vamos a luchar, jugaremos sucio y el que quede con vida será quien se case contigo. ¿Lo entiendes? Dejarás que nosotros nos matemos, esa es el arma de una mujer para saber cuál de los dos es mejor, cuál de los dos está dispuesto a todo por ti. Sabrás así quien tiene más posibilidades de protegerte a ti y a tu hijo y te puedo asegurar, que aquí... Nadie quiere a los hijos de otro. Te diga lo que te diga, el no querrá a Aiden y antes muerto a que ese infeliz te tome y use a nuestro pequeño fuego como rehén.

Eso último me revolvió el estómago y el helado amenazaba con salir despedido de mi estómago. No puedo permitir que usen a mi bebe, yo sé lo que es ser un rehén, John le saco el jugo a mi apellido, y le saco hasta la última gota a mi existencia.

—¿Qué debo hacer entonces? No soy capaz de dejar que te pase algo. Tengo miedo de que salgas herido o peor, que te maten. Lo dejare pasear conmigo quince días y al siguiente lo rechazaré. Le diré que me quedo contigo y asunto resuelto.

No se me ocurre otra cosa. Declan se pone de pie y se cruza de brazos junto a Peter. Me siento una pequeña mosca sobre la cama ante estos dos hombres enormes.

—¿Y piensas que esto es una competencia sana en la que el perdedor aprieta la mano del ganador y cada cual toma su camino pacíficamente? Esto es la mafia, tú eres una pieza valiosa, Roisin, tú eres poder, el legado de tu padre y eso es lo que quieren los Russo. No importa que estés casada con ese hijo de puta, porque aquí ese papel no vale nada. Lo matan o te casas bajo las tradiciones de nuestro mundo. Si yo gano, y lo haré, no estarás bajo la mirada ambiciosa de nadie más, solo tendrás que ser mi mujer. Soy el favorito de tu padre y eso les jode porque no soy su hijo, pero a tu favor y el de tu padre, puedo ser tu esposo y ocuparme de lo que no quieres ser parte y salvar el legado de los Prescott. Esas son las regla del juego. No dejaras que se te acerque, mañana le dirás que quieres decidir entre él y yo y me dejas a mí el resto.

—¿Porque te tomas tantas molestias, Peter? Apenas me conoces y arriesgas mucho por mí.

—No es solo por ti, Roisin. También es por Declan. —Ambos buscan sus miradas y Mi padre le sonríe, con orgullo. — Tú eres la joya, y tu padre es la corona, si me sacan del medio, el siguiente será tu padre y los Russo serán los nuevos líderes de la mafia. ¿Lo entiendes ahora?

Si antes tenía miedo, ahora estoy aterrada. No estoy dispuesta a perder a ninguno de los dos. No será ningún sacrificio para mi casarme con Peter, de hecho, ya lo había hecho antes en contra de mi voluntad, ahora mismo estoy eligiendo a consciencia.

—¿Qué tan seguro estas de que ganaras?

—Estamos totalmente seguros.

Responden ambos al unísono. 

—¿No hay forma de evitar todo esto? Si puedo hacer algo para cambiar las cosas... Lo hare sin dudarlo. Solo diganme...

—No puedes. Peter es consciente de todo lo que debe hacer, tu solo serás la que observe los siguientes días, la batalla entre ambos. Aunque digas mañana por la mañana que eliges a Peter no cambia nada, a no ser que...

—¿Qué? — Siento que la presión arterial se me va a disparar por los cielos, ya demasiadas cosas tengo encima.

—No hemos tocado el tema de tu hijo, nadie sabe quién es el padre.

—No, haremos las cosas como tienen que ser —Protesta Peter enfadado.— y que muera quien tenga que morir, porque ese no seré yo. No presionaremos a Roisin y ese niño no será una pieza más en este juego. Las mentiras tarde o temprano saldrán a la luz.

—¿En qué tendría que mentir, Papá?

Declan se aleja de Peter y se acerca a la puerta, claramente se irá.

—Tendrás que mentir sobre la paternidad de Aiden, y si lo haces, ese niño jamás conocerá a Alexander, porque tendremos que matarlo. —Abre la puerta y se va. 

—Supongo que tambien tengo que irme, pero no pienses que me he olvidado del beso que estuvimos a punto de darnos. 

Peter me sonrie y se acerca para darme un beso en la frente, como cada noche que viene a verme antes de dormir.