Prohibido Amarte "El Desenlace"

Narra Alex

Llego a casa después de un largo día de trabajo en la oficina de John, esta mañana Eva me llamo para darme toda la información solicitada, así que no desaproveche la oportunidad para comenzar a organizar pieza por pieza mi plan. Tal como lo esperaba, la empresa está peor de lo que me contaron, en los últimos meses, Robert ha estado recibiendo dinero de su flamante yerno, dinero que no ha parado en los bolsillos de nuestros acreedores, ellos ni enterados del asunto, pero el punto de todo este asunto es que tendré que hablar directamente con Max, espero poder dilatar ese asunto, por el momento me enfocare en convocar un reunión con los socios sin la presencia de Robert, es indispensable aprovechar que él está confiando al no verme asomar la cara por la empresa, ni por los hoteles.

Llego a casa y subo al cuarto de Aby y no la veo, así que busco a María, pero al ir a la cocina paso por el cuarto de Liam y escucho las risas de los niños, me quedo parado en la oscuridad y veo como estos pequeños interactúan, están felices con sus juguetes al tiempo que María juega con ellos, decido entrar y le pido a María que me deje con ellos un rato.

- ¿sabes dónde está Elena? – le pregunto antes de salir

- Ella salió señor, pero no dijo a donde – responde María

- Gracias - la despido

Quito mi saco, remango mi camisa y la desabrocho un poco los botones, me tiro al suelo y comienzo a jugar con ellos, tomo uno de sus juguetes para hacerme pasar por monstruo ante la risas de ambos, están muy pequeños pero me hacen sentir aceptado en pequeño circulo

- Papi – me llama Abi con sus brazos estirándolos para que la cargue, así que la tomo

- Papi – habla Liam con su tierna voz

- No bebe, yo soy tu tío, di tiooo – le hablo mientras lo cargo en mi brazo libre

Ya con los dos en brazos los arrullo mientras les canto una canción infantil, eso me hace recordar que llevo mucho tiempo sin hacer lo que para mí era elemental, cantar, estos dos bebes producen en mí una sensación de paz, cuanto desearía haber podido formar un hogar con la mujer que amaba

- Te queda muy bien – escucho la voz de Samanta por la espalda así que volteo

- Samanta, yo solo estaba buscando a Aby y estaba aquí con tu hijo – explico apenado por ser descubierto con su pequeño en brazos

- No importa, igual eres parte de su familia – me dice con su voz apagada

- Ok – asiento

- Ven dámelo – me dice estirando sus manos y eso deja un moretón en uno de sus brazos

- ¿te sucedió algo? – le pregunto mirando con su ira su marca

- No es nada, estoy bien – me dice cabizbaja

Toma su hijo en brazos y sale de la habitación, en ese momento llega María y toma la niña para darle de comer y luego llevarla a dormir, me retiro con un malestar en mi corazón, no se a que se debe la marca de Samanta y quizás no me debería importar, pero debo reconocer que ella mueve todos mis sentidos, voy y me doy una ducha para luego bajar a comer y no verla aquí me preocupa, veo a su madre siempre incomoda con mi presencia, no le pregunto por su hija, lo que menos me conviene es una pelea más, después de cenar y subir para lavar mis dientes voy a dar una vuelta por el jardín, veo una silueta conocida en una de las partes más alejadas, decido acercarme

- ¿Qué sucede Samanta? – ella voltea sorprendida y veo sus ojos cristalizados

- ¡Alex! – habla con sorpresa

- Dime que pasa – hablo casi en una orden

- Para que me pides que hable si no me quieres escuchar – me dice con voz melancólica

- ¿Fue Max? – pregunto con ira

- Si – responde ella ahogada

- ¿Te maltrata? ¿es su costumbre hacerlo? – pregunto con una voz autoritaria y molesta

- No, no él no es así, es solo que… le conté de ti y se enojó demasiado – me cuenta

- Es un imbécil, cuál es su maldita inseguridad, tu eres su esposa ¿no? El gano, que más quiere – hablo sin darme cuenta del significado de mis palabras

- No tuve que pedirlo, pero él sabe que quiero el divorcio – contesta ella

- ¿Para eso te casaste? para dejarlo, ja ¿es una costumbre tuya? – le hablo con arrogancia

- Si ves, te dije que no querías escuchar – me dice sollozando

- No es eso samanta, es solo que me parece estúpido que te cases por encima de tantas cosas para luego dejarlo, si dices que no te lastima y que lo de hoy solo fue por sus celos estúpidos he injustificados, no veo porque no puedan comunicarse y arreglarlo – me explico con indiferencia

- Porque no quiero, no quiero vivir así, quiero estar con el hombre que amo, si ya una vez lo perdí, no pienso quedarme de brazos cruzados – grita ella molesta

- ¿te enamoraste de otro? – le pregunto para molestarla más, se ve tan sensual así de enfadada

- Imbécil, ese accidente te daño la cabeza – me dice molesta

- Puede ser, pero tu desde niña la has tenido retorcida – le respondo con ironía

- ¿te gusta esto, verdad? – pregunta y no se a qué se refiere

- No entiendo lo que quieres decir – respondo

- Te gusta pelear conmigo ¿verdad? Te fascina esta parte de nosotros, te encanta la forma como siempre comenzamos, humm – habla mientras se acerca sigilosa

Limita la distancia entre los dos y juro por Dios que mi razón me pide que me aleje, pero mi cuerpo me domina, corta los milímetros y pasa sus manos por mi pecho, el cual no recordaba que tenía un poco descubierto, pasa sus uñas por mi abdomen y su nariz olfatea mi cuello mientras ella se pone de cuclillas para alcázar mi mandíbula la cual se lleva a la boca, estoy estático con mi cuerpo hirviendo, esta es una maldita manía de ella, siempre volvemos a lo mismo punto, algunos de los dos comienza con este juego pervertido que nos llevó al punto que estamos actualmente, vuelvo a mis sentidos y agarro su mano con fuerza y aparto su delicioso beso de mi mentón, que solo está logrando endurecerme

- ¿vas a negar que no lo deseas tanto como yo? – me dice con una sonrisa triunfal mientras suelta una de sus manos y toca mi entrepierna rígida

- Eres mujer y si te portas como una cualquiera, es obvio que mi cuerpo reaccione, pero eso no quiere decir que tú seas el objeto de mis deseos, ja, no seas ilusa sobrina, esto lo logra cualquier mujer, pero solo hay una que de verdad quiero en mi cama – le digo arrogante y ella me lanza una mirada asesina

- Eres un idiota Alexander Jones – espeta

- Creo que debes ir a darte una ducha, porque estoy seguro que tú debes estar más empapada que yo, también te recomiendo que bajes tu calentura con tu esposo o ¿es que no te complace? Si es así dile que venga a pedirme unos consejos – le susurro en su provocativa oreja mientras ella forceja para zafarse