Me Convertí En La Amante De Mi Esposo

Emir desapareció otra vez, no lograba entender su ausencia, pero al mismo tiempo me enseñaba a mi misma a no depender emocionalmente por alguien más que mi misma.

Estando en la empresa por fin llego el día de la reunión. Ya quería ver la cara de quien nos había sobrecargado de trabajo y además de ello exigir. Nos hicieron entrar a una sala de juntas, mis compañeros y yo nos mirábamos algo nerviosos, no teníamos idea de lo que sucedería con nosotros.

Después de unos minutos la gerente de personal nos da algunas instrucciones, una de ellas es no preguntar nada al dueño. Cuando había transcurrido el tiempo yo observaba mi reloj, ya era tarde y el tal dueño no llegaba. Yo me encontraba sentada de espalda hacia la puerta, cuando de pronto escucho esa voz tan familiar, tan dulce y tan fuerte a la vez.

Allí estaba él, el dueño era Emir, me quería como morir, no podía creer que me acostaba con mi nuevo jefe sin saberlo, él jamás me lo comentó y no comprendo por qué. Me puse tan nerviosa que no pude contestar a su llegada.

Lo peor fue que al mirarlo él me sonrió, quería salir corriendo, que iban a decir mis compañeros, yo no la tendría fácil en adelante. Él comenzó a dar nuevas directrices y todos escuchábamos con atención.

Sugirió que la encargada de logística debía trabajar horas extras para poder cumplir con la meta diaria de despacho. Obviamente con mucho respeto le refuté. Ja ja mi compañera Ana me dio un codazo, me pregunto si quería que me corrieran, pero a mí no importó, no somos animales le dije a ella, alguien tiene que defender sus derechos.

El nuevo jefe respondió: Señorita es usted algo atrevida no, pero agradezco su sinceridad, no soy un ogro ni muchos menos un explotador, solo me interesa que lleguemos a un acuerdo y así poder cumplir con los objetivos.

Mi deseo es levantar esta compañía, darla a conocer en el mercado y así poder incrementar los sueldos y demás beneficios. Si todos colaboramos me parece que se puede lograr. Qué me dicen, mis compañeros asistieron con la cabeza en forma positiva.

Al terminar con las instrucciones todos salieron, ya era mas tarde de lo normal. Cuando me dirigía a la puerta Emir me dijo Señorita Cristina por favor espere, necesito platicarle algo. Mi corazón dio un salto con solo escuchar que pronunciara mi nombre.

Gire y le dije: Está bien, cuando salieron todos Emir se vino sobre mí besándome apasionadamente, yo no lo detuve en ningún momento porque que me encantaban sus besos, no obstante al reaccionar le dije Contrólate, nos pueden ver y no quiero que nadie se entere que nos conocemos y que además nos acostamos de vez en cuando.

Emir sonrió como si fuera un chiste. Le reclame por no decirme la verdad, pero me dijo que si me contaba yo hubiese renunciado, tenía razón, pero a este tiempo ya era tarde para eso. Le pedí discreción porque no quiero que malinterpreten las cosas, todos trabajamos con esfuerzo.

Luego nuevamente me beso, quería que me hiciera el amor, la verdad no sé que me pasaba con ese hombre. Me volvía loca, quería que me tomara ahí mismo, pero me controle y salí corriendo a buscar mis cosas.

Llegue a casa algo acalorada, me duché y en el proceso aún podía sentir las caricias de Emir recorrer mi cuerpo, de pronto escuche un ruedo era él, yo le había dado copia de la llave de mi casa, cuando menos lo espere ahí estaba, tratando de tomarme en el baño, besaba mi espalda, él quería terminar lo que comenzamos en la oficina, me deje llevar y desesperada le quitaba la ropa, podía sentir su calor, el roce de los cuerpos encendió más la llama, me puso de espalda y allí se introdujo dentro de mí una y otra vez, era indescriptible los que sentía, ese hombre me hacía llegar a las nubes.

Sasiamos nuestras ganas, el baño fue testigo de aquel deseo.