Faltan once minutos para la media noche, Alejandra con el teléfono en mano espera ansiosamente que pasen esos sesenta segundos que la separan del "Hola" de su confidente desconocido. Con él puede ser ella misma, sin la máscara de estoica que desde su infancia se colocó.
Franco está en su habitación, ya ha escrito su acostumbrado Hola y cuenta regresivamente los 25 segundos para pulsar enviar. Él es un ser sensible sin saberlo, su oculta pasión por las artes lo llevó a ella, a esa mujer de la que no conoce ni su nombre, ni su rostro, ni su edad, pero que lo sensibiliza al extremo de sentir sus caricias en el alma.
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Dieciséis
Junto con despertar, Franco inhala el olor de su mujer llenando a totalidad sus pulmones, se siente pleno y está convencido de que este es el amanecer que quiere para el resto de su vida. Alejandra remueve la cabeza en su pecho y aún dormida, la sonrisa sigue instalada en su rostro, poco a poco abre los ojos sintiendo que hoy la despiertan las caricias del hombre que ama y no el odioso reloj despertador.
Mayra los recibe con amabilidad y alegría al entrar la cocina, dónde siempre desayuna su patrón. Después de reponer las energías agotadas durante gran parte de la noche y otro poco en la mañana, se dirigen a la empresa, él tiene una junta, la cual quiere terminar lo más pronto posible para dedicarle el resto del tiempo a su chica.
Llegan a un hermoso y moderno edificio, los empleados se sorprenden al ver llegar a su jefe de la mano de una mujer, aunque lo conocen como un conquistador, nunca antes se ha relacionado con ninguna del personal ni tampoco han sabido de una relación estable. Saludan con los buenos días y entran al ascensor que una vez se cierran las puertas, fue testigo de como Franco ataca los labios de Alejandra.
—Te amo— dice él acabando el beso y juntando sus frentes cuando la caja metálica se detiene.
—También te amo— responde ella sin dudar refugiándose en su pecho...
Alejandra espera en la oficina, bajo la vibra molesta de la secretaria de Franco, mientras se lleva a cabo la junta. La mujer no ha dejado de entrar cada tanto, como dando a entender confianzas entre ella y su jefe, esto a la chica no le molesta porque está consciente de que su novio tuvo una vida antes de ella, lo que sí es que le gustaría saber más de todo lo que lo rodea, para de esa manera estar segura de qué terreno está pisando. Transcurrida una hora, él termina su reunión y por algunos minutos revisa documentos. Ella está atenta a la interacción entre empleador y empleada, llegando a la certera conclusión de que entre ellos no ha pasado nada...
Luego de comer en un pequeño restaurante en el barrio italiano, pasaron la tarde visitando distintos lugares como una pareja de turistas enamorados, tomados de las manos y juntando sus labios cada tanto.
Llegan a la torre nacional de Canadá mejor conocida como CN Tower. El empresario le va explicando orgulloso que es una de las estructuras más altas del mundo, dedicada tanto a las comunicaciones como al turismo, le va contando cada detalle que considera importante y/o curioso, hasta llegar a la cima dónde el espectáculo es la maravillosa vista panorámica de todo el área metropolitana.
Alejandra maravillada observa completamente la urbe, a través de los enormes ventanales de la planta de observación rodeada por los brazos de su novio. Desde ahí puede ver no solamente el distrito financiero también las islas y los barrios de Kensington Market los cuales tiene unos pocos edificios. Aún no ha terminado de admirar la distribución de la ciudad cuando queda sin aliento al ver como la tarde comienza a despedirse y entre la tierra y el cielo, una franja casi naranja contrasta con los nubarrones grises...
—Señor llamó su mamá— informa Mayra cuando ve llegar a la pareja —dijo que los espera a cenar.
Franco mira a Alejandra y de inmediato ella entiende que con esa mirada le está pidiendo su opinión.
—Está bien, pero ¿tú le dijiste que estoy aquí?— le pregunta al hombre.
—No— responde rodeando su cintura y susurrándole en el oído —quería tenerte sólo para mí.
La hora de ir al encuentro de los Alcázar llegó, Alejandra y Franco salen totalmente ataviados en negro, a pesar de haber conocido a sus suegros, la chica está nerviosa; es tanta la felicidad que siente que tiene miedo de perderla en cualquier momento.
—Hijo, si no es por tu hermana que habló con Henry no me entero de que has venido con mi nuera— dice Carlos reprendiendo a su hijo, para darle luego un abrazo de bienvenida a la chica.
La conversación se torna amena hasta que, la puerta principal se abre y entra una rubia parecida a Franco.
—Hermano que ingrato eres, ya vienes y no visitas a tu familia— habla con voz chillona, simulando a una niña malcriada.
—Ven acá, dame un abrazo— le dice —apenas llegamos ayer en la tarde y tuve que ir a la oficina al igual que hoy— Hace una pausa y la acerca a Alejandra —te presento a mi novia.
—Un placer— dice Alejandra extendiendo su mano, la misma que queda en el aire cuando para evitar estrecharla, Julieta se mira las uñas.
El gesto desagrada a todos, pero, ninguno hace un comentario, Alejandra se concentró en hablar con el matrimonio, quienes tratan de suavizarle el mal rato.
—Espero que no tarden mucho en casarse— dice el mayor de los Alcázar —quiero estar fuerte aun cuando me toque correr detrás de mis nietos. Alejandra abre los ojos ante el comentario de su suegro y se ahoga cuando escucha la respuesta de su novio.
—Por mí, me caso en este instante.
El momento queda en un segundo plano al pasar a la mesa y la cena se torna incómoda para la neoyorquina.
—Melanie me dijo que la tienes abandonada— suelta de forma mordaz Julieta, sin dejar de buscar una expresión que delate que logró su objetivo de molestar, pero Alejandra continúa con su rostro impasible; sin embargo, no pudo evitar sentir como si enterraran un puñal en su pecho.
En el camino de retorno a la casa de Franco, Alejandra no ha pronunciado una sola palabra, las inseguridades la asaltan y el miedo de que lo que está viviendo sea una quimera lo complica aún más.
—Perdona la actitud de Julieta— dice deteniendo el vehículo frente a su residencia —la verdad no sé por qué se comportó de esa manera— agrega levantando el rostro de su novia que todo el tiempo se ha mantenido mirándose las manos entrelazadas en su regazo. En la mirada de él se puede notar un poco de dolor y decepción, ese que le produjo el hecho de que su hermana, a quien siempre ha apoyado y financiado, se comportara de esa forma con la mujer que quiere compartir su vida. Lejos está él de saber que sin importar quien sea la mujer, su hermana tratará de ahuyentarla, porque hasta hace poco ella se sentía la única con derechos de disponer de la creciente fortuna de su hermano.
—No pasa nada, tranquilo — le dice con una pequeña sonrisa, tratando de brindarle una tranquilidad que ella misma no tiene.
Gracias por compartirla, y tener el placer de leer los 61 capítulos.