EL HIJO DEL CEO:
Los caminos de la vida no son como uno quiere y desea.
Conocí a Étienne en un crucero por las Bahamas, nos hicimos novios desde la distancia. Lo que no sabía que él era un hombre comprometido.
Mis padres me obligaron a casarme con Sebastián Montenegro, el hijo del CEO más importante de Los Ángeles. Me casé sin amor pero con su dedicación me terminé enamorando de él. Sebastián tenía una doble vida.
Me divorcié de Sebastian estando embarazada de él.
Mis padres me envía a Roma donde vivo con Cecilia y su hijo Joan. Joan queda enamorado de Ariana al verla la primera vez.
Sebastián tuvo un accidente donde lo declaran con muerte cerebral.
¿Cómo crees que terminara esta historia llena de muchas lágrimas?
¿Será que Joan logré conquistar el corazón adolorido de Ariana?
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UNAS VACACIONES FAMILIARES
ARIANA
Amelia pasó por mi para ir a la universidad.
— Llevas tus documentos para inscribirte.
— Si. Es una lastima que no estaré contigo en el curso.
— Nos estaremos viendo más seguido que es lo importante. Nos vamos entonces.
Llegamos a la universidad. Sentía las miradas de todos y no era un secreto todo lo que ha pasado.
— No le pongas mente a nada. Okey.
Fui a secretaría e hice el proceso de matrícula. Pasé un momento con Amelia.
— Debes ir a clase Amelia. Ya mañana empiezo, voy a ir a buscar algunas cosas que pueda necesitar.
— Lo importante es que diste el primer paso. Si quieres podemos ir juntas a comprar. No pasa nada si no entró un día a clases.
— ¿Segura?
— Si.
Fui con Amelia a la librería.
— Ayer hablé con Joan. El celular se me marcó sin querer.
— Yo se que tienes un sentimiento especial por Sebastián pero debes abrirte al mundo. ¿Joan no te gusta aunque sea un poquito?—señaló con sus dedos la porción de poquito.
— No. Solo ha pasado un mes de lo que pasó con Sebastián. Solo te quería contar eso, que hablé con Joan y le pedí disculpas pero eso no significa nada. No trates de meterme a ningún chico.
— Está bien— ella tomó mi brazo y empezamos a caminar— después de aquí podemos ir al centro comercial, quiero comprarme unos zapatos que vi en una tienda.
— Está bien.
Yo sé que Amelia está haciendo esto solo para distraerme. Aprecio eso. Se que todos estaban preocupados por mi y eso solo significa que soy importante para ellos.
Llegamos al centro comercial y dimos como diez mil vueltas en el lugar.
— ¿Y tus zapatos?
— Parece que se agotaron. Es una lastima.
— Ya es tarde. Regresemos a casa. Quiero ver a mi hijo.
— Okey. ¿Me prestas tu celular Ariana?
— Mmm ¿para qué?
— Necesito el número de Bety. Ayer por pura tontería lo borré, me enojé con ella y el impulso, tú sabes, lo borré. Pero voy a disculparme.
— Si toma— Ella copió el contacto en su celular.
Llegamos a mi casa y Amelia se fue. Mi mamá estaba esperándome, tenía una cara de felicidad en su rostro. La abracé.
— Perdoname mamá por todo.
— No tienes que pedir perdón. ¿cómo te fue?
— Mañana empiezo pero me preocupa José, está muy chiquito.
— Ayer en la noche estuve platicando con tu padre y estamos de acuerdo que continúes estudiando, tú debes continuar con tus actividades y doña María cuidará del niño, ella es de confianza y ella es quién te miraba a ti cuando eras pequeña.
— Mi nana. Ella es muy tierna. Gracias mamá.
La vida seguía su curso y ha pasado un año desde que Sebastián fue cremado. José tiene un año de edad. Me he dedicado únicamente a la universidad y a mi hijo.
Falta un mes para navidad.
— ¿Cuándo sales de clase Ari? — preguntó mi mamá.
— En una semana.
— Estamos pensando que deberíamos viajar para tomar un descanso como familia.
— Me parece genial. ¿Dónde iríamos?
— Cecilia nos invitó a pasar con ella está navidad.
— No quiero ir. No tengo nada en contra de doña Cecilia pero no quiero ir a Roma.
— Hija, vamos. Solo estaremos un mes. Descansa y distraete. No es como si te vas a quedar a vivir allí. Además, tú tienes que regresar para tus estudios o no?
— Está bien mamá.
Esa semana pasó volando. Cuando vimos ya estábamos en el aeropuerto, papá, mamá, José y yo, listo para viajar a Roma.
Doce horas de vuelo. Me sentía agotada y José se veía cansado. Llegamos a la mansión de doña Cecilia, un día viernes por la noche. Ahí estaba Cecilia y Joan para recibirnos.
— Bienvenidos. Ya le preparé sus habitaciones. Le diré a las empleadas que les lleven las maletas. Si gustan podemos comer algo, deben venir con hambre— dijo Cecilia.
— Está bien— dijo mi papá.
— Yo, quiero ir a la habitación. Quiero acostar a José. Viene cansado. Además, quiero darme un baño.
— A ti te dejé la misma habitación. Ya conoces el camino. ¿Ya no bajas entonces?
— No.
Joan a penas me miró. Estaba diferente. La verdad no me importa. Subí con José en brazo a la habitación. Cuando entré a la habitación estaba decorada en color celeste y había una cuna. Lo cambié de ropa y me acosté con él. Le di pecho y se quedó dormido. Le llevé a la cuna.
Me levanté y me metí a darme un baño rápido. Bajé rapidito a la cocina para ver qué podía comer, porque me había entrado el hambre cuando escuché a Cecilia hablar con mis padres. Joan no estaba con ellos.
— Ha sido difícil con Joan. No da tregua. Anda molesto conmigo porque le he hecho citas con una joven.
— ¿Está de novio? No lo fuerces. Eso debe ser espontáneo— le dijo mi mamá.
— Ya han tenido varias citas pero aún nada. Tal vez pronto.
Di la media vuelta sin que me notarán. Mientras regresaba al cuarto me encontré en los pasillos a Joan.
— Hola Ariana. José está grande.
— Hola Joan. Si que lo está.
— ¿Haz estado bien?
— Si.
— Desde esa vez que hablamos no lo volvimos hacer. Siempre me preguntaba qué tal te estaba yendo.
— Bien. Escuché que sales con alguien.
— Mi mamá quiere que me enganche con alguien que a ella le gusta pero....— Joan calló y me miró fijo a mis ojos— ella es bonita.
— Me alegro por ti. Me voy a mi cuarto. Pasa buenas noches.
Di un par de pasos a mi cuarto. Joan tomó mi mano, volteé y nos quedamos viendo por unos minutos.
— Perdón. Solo quería decirte buenas noches.
— Está bien. Buenas noches Joan— me solté y entré a mi cuarto.
No puedo sentir nada por nadie. Aún amo a Sebastián. En un momento me cuestioné, ¿Aún amo a Sebastián? ¿Por qué sentía una corriente caliente cuando Joan tomó mi mano? Esto no puede suceder. Amo a Sebastián y punto. No voy a pensar en nada ni en nadie. Me acosté y quedé dormida en un par de minutos.