Richard Ford, el Ceo de Industrias Ford, es un hombre acostumbrado a tener el control, nadie le dice que no, pero todo cambió cuando aquella pelirroja de ojos azules se atravesó en su camino robando una de sus pertenencia y aunque la ha buscado por cielo y tierra para castigar su insolencia, su paradero es todo un enigma. Lo que desconoce Richard, es que será ella quien toque a su puerta en busca de un empleo, luego de eso podrá recuperar el sueño, o tal vez esta vez le roben algo más valioso... su corazón.
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Jefe y empleada.
...Pov. Richard....
Mi celular suena interrumpiendo nuestra conversación.
— Disculpa, debo atender esta llamada.
— Adelante. — Coloco la sopa sobre la mesa y salgo al balcón.
— ¿Cómo estás?
— ¿Eso es lo único que tienes para decir? No fuiste por mí a la pista de aterrizaje el día de ayer, tampoco tuviste la decencia de hacer una llamada para avisar y mucho menos te has interesado en saber como llegué.
— Las malas noticias son las primeras en saberse, además puse a seis hombres a tu disposición, no creo que sea mayor inconveniente el que no te hubiese recogido papá.
— Quiero verte a ti, a mi hijo.
— Lo sé, lo siento, discúlpame, he estado algo ocupado.
— Sí, con tu asistente, de eso me enteré, ¿desde cuándo eres tan condescendiente con el personal? No es lo que te enseñé, a esa gente hay que mantenerla lo más lejos posible, no me gusta que te mezcles con ellos, nunca terminas de conocerlos.
— ¿Para eso llamas?, ¿para darme cátedra de como llevar mis relaciones interpersonales con los demás?
— Quiero verte, mañana me instalaré en tu casa.
— Estás más cómodo en la mansión.
— He dicho que quiero estar en tu casa, quiero compartir con mijo, ¿es eso mucho pedir?
— Está bien, como quieras.
Finalizo la llamada, mi padre es la persona más hostil que conozco, y lo último que quiero es que se tope con Chanel, pero está decidido a quedarse conmigo y no habrá poder humano que lo haga cambiar de opinión, puede ser tan terco e insistente como yo, tal vez sea lo único en lo que nos parecemos.
Vuelvo a la habitación y Chanel se encuentra de pie.
— ¿Quién me ha cambiado la ropa? — Pregunta en cuanto me ve.
— Una de las empleadas. — Respondo sabiendo que imagina que he sido yo.
— ¿De quién es esta pijama?
— La he comprado en el trayecto.
— Gracias.
— Sí tienes más dudas puedo responderlas.
— ¿Es tu habitación?
— Sí lo es.
— Me gustan mucho los tonos neutros, el gris y el negro se ven muy bien, pero mamá decía que en el color está la vida, por eso amaba mi cabello rojo y mis ojos azules. — Una lágrima rueda por su mejilla, me acerco y con mi dedo pulgar la seco.
— Ha de haber tenido razón.
— Pero a ti no te gusta mi cabello, ya una vez me lo hiciste saber.
— No creas en todo lo que digo, en ocasiones no soy sincero. — Me acerco un poco más.
— Puedes... ¿Puedes prestarme el baño? — Pregunta marcando la distancia entre nuestros cuerpos.
— Es todo tuyo, esa es la puerta. — Le indico con mi dedo índice.
— Debo tomar una ducha. — Dice mientras camina en dirección al baño.
— Ya lo has hecho.
— Se detiene, gira y me mira algo sorprendida.
— ¿Debo asumir que ha sido una de tus empleadas? — Asiento con la cabeza, sé que no le gustará saber la verdad. — Entonces solo necesito un cepillo de dientes.
— En el baño te dejé uno junto al mío, es de color blanco. — Frunce un poco el ceño, pero luego sonríe.
— Gracias. — Tras agradecer una vez más, ingresa al baño.
Mientras tanto yo, tomo algo cómodo para dormir y me cambio, de hecho me bañé después de haber bañado y cambiado a Chanel, lo necesité con urgencia. Luego de un par de minutos ella sale del baño.
— Hasta mañana, dormiré en la habitación de al lado, por si necesitas algo.
— Sé que debes estar agotado con todo esto y no me gustaría abusar de ti, pero por favor, podrías acompañarme un rato, no tengo sueño y tampoco quiero estar sola, ¿sabes qué? mejor olvídalo.
— No te preocupes, puedo quedarme, pero tendrás que dejarme acostar a tu lado, no tengo sueño, pero si estoy algo agotado. — Sonríe ampliamente.
— Gracias.
— No tienes que agradecer cada cinco minutos; ya te dicho: tampoco tengo sueño.
— Aún así has hecho mucho por mí. — Ambos nos metemos a la cama manteniendo la distancia.
...Pov Chanel....
Richard me acompaña en total silencio y es un gesto que agradezco, necesito sentir calma, pero no quiero estar sola. Así transcurre la noche y no sé en qué momento me quedé dormida.
— Buenos días Chanel, me despierta la voz de mi jefe.
— Buenos días, ¿qué hora es?
— Es temprano, no te preocupes por eso, solo quería despedirme, pues voy a ir a trabajar.
— Cierto disculpa, si me permites voy a mi casa por algo de ropa y nos vemos más tarde.
— Realmente preferiría que te tomes un par de días, los que necesites.
— Por favor no, necesito distraerme en algo y que mejor que el trabajo, así podré mantener mi mente ocupada.
— Está bien, te espero abajo para desayunar, luego te llevaré a tu casa por algo de ropa.
— No es necesario, puedo ir sola, ya te has ocupado suficiente de mí y realmente no es necesario.
— Tal vez no, pero quiero hacerlo. De igual manera en el sofá tienes algo de ropa que puedes usar ahora, tal vez no es la adecuada para ir a trabajar, pero por la prisa del día de ayer no pude comprar algo mejor.
— No debiste molestarte no sé cómo pagar todo lo que haces por mí.
— No tienes que hacerlo, ahora por favor date prisa. Te espero abajo. — Asiento con la cabeza y él sale de la habitación.
Tal como lo dijo, desayunamos y luego me llevó a casa por algo de ropa, la cual tomé rápidamente y me cambié. Realmente no soporto la ausencia de mamá en la casa que hasta hace poco o se sentía como un hogar.
El día ha transcurrido rápidamente, tanto qué no me di cuenta que ya son las cinco de la tarde.
— Channel, es hora de volver a casa.
— Sí, tienes razón. Es hora de volver, nos vemos mañana.
— ¿Piensas ir a tu casa?
— Sí, eso haré. Debo adaptarme a las nuevas circunstancias.
— Seguramente deberás hacerlo, pero creo que es muy pronto; puedes quedarte en mi apartamento y usarlo el tiempo que lo necesites.
— Por favor no, no quiero deberte más favores.
— Insisto, debes tomarlo. Te pediría que vayas conmigo a casa, pero mi padre estará allí y no quiero que..
— Por supuesto. No has de querer qué malinterprete nuestra relación.
— No lo malinterpretes tú, lo que no quiero es...
— No tienes porqué darme explicaciones, somos jefe y empleada. Realmente prefiero volver a casa.
— Y yo insisto en que te quedes en mi apartamento, de lo contrario tendrás que venir conmigo.
— Está bien, pero solo será por un par de noches, debo asimilar la situación y volver a casa, es parte del proceso.
— Vamos, te llevo y no aceptó un no por respuesta.
.pero m gusta lo que leo 😘