Julia jamás se imaginó lo caprichosa de la vida aquella noche. Un grupo de borrachos la persiguen, se esconde en el auto de un extraño provocando su ira. Como cereza del pastel, presa del miedo se lanza a los brazos de aquel hombre que sin saberlo convertirá su vida en un carrusel de descontrol. ¿Quieres saber en que termina? Entonces sumérgete en este intrigante relato, en donde los caprichos del destino están a la orden del día.
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Capitulo 16
Ojo por ojo
—¿C-como que beber…? —inquirió mirándonos con nerviosismo, Sebastián le entrego con fuerza con el vaso de agua que ella tomo temblorosa. —Por favor no quiero beber esto… —Rogo mientras lloraba. Sebastián le hizo una señal a uno de los seguratas que sujeto a la modelo que lloraba revolviéndose mientras me pedía clemencia.
Me fije que Carlos miraba a la chica con un poco de lastima, tanto era su intensa mirada hacia la mujer, que por un momento pensé que la ayudaría, lo mire con dureza y cuando me volvió a ver se sorprendió fingiendo inocencia, nervioso me sonrió secando su sudor para luego ignorar a la mujer.
—No, no quiero por favor ¡No! —grito mientras Sebastián la obligaba a beber del baso entre gritos. Cuando el vaso se vacío completo en su boca, la chica se soltó tambaleante, pero ya era demasiado tarde para escupirla. la chica empezó anegar asustado completamente aterrada, de repente cayó al suelo desorientada, pasos sus manos por su rostro retirando el sudor con desespero. Me acerqué hasta en ella en silencio, y al alzar su mirada llena de miedo con una intensa respiración errática, solté.
—Quien intenta hacerme mal, acabaran peor… Recuérdalo muy bien —se agazapo hasta el suelo posando su frente en el suelo para pedirme disculpas de nuevo en leves murmullos.
—¿No querías ser famosa? Te daré esa oportunidad. —Dije metiendo mi mano en mi bolsillo, alzo su mirada con temerosa negando con rapidez.
—No quiero morir…. ¡No quiero morir! —la chica entro en pánico y con rapidez metió el dedo a su boca para intentar vomitar. Ya era suficiente, había caído en la más bajo, y una lección se había llevado. Me levanté dejando de mirar aquel espectáculo tan deplorable, me dirigí a la puerta y Carlos rápidamente me siguió mientras le echaba un ultima mirada a la chica.
—¿Carlos, recientemente has vendido algún terreno? —pregunte mientras caminaba hacia la salida. El hombre se quedó en silencio pensativo y de repente me miro para decir complaciente.
—Tengo un pequeño terreno, si señor. Aunque no es mucho me gustaría dárselo si eso le interesa, señor Mendoza.
—¿Está seguro de ello? No está en su obligación dármelo —expliqué con fingí amabilidad. Inmediatamente Carlos sonrió amistoso revolviendo sus manos.
—Ese terreno no es nada importante para mí, siempre es un gusto ayudarle —indico con esa fingida inocencia, alabándome. Sali del club en la fría noche de los ángeles, Sebastián puso mi abrigo en mis hombros, escoltándome con todos hasta el auto, mientras el señor Carlos nos despedía. Ya en el auto, miré una ultimas vez a Carlos, y pensé para mis adentros con una mueca de media sonrisa; Solo un tonto lame botas como él, creería que sería tan ingenuo de no recordar que el lugar donde me drogaron fue en su asqueroso club nocturno, así que pronto le llegaría su pertinente castigo.
abrazo