José Augusto pretende ser el Ceo en la empresa de su padre, pero este le puso como condición que debía casarse en un año. De lo contrario otro ocuparía ese lugar.
Así que él buscaba afanosamente una esposa.
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¿Cómo decirle la verdad?
Graciela se despertó al sentir el sol en su cara. Augusto también despertó.
Buen día, hermosa.
Buen día, amor.
Cerraré la cortina, y uniendo la palabra a la acción se levantó y cerró la cortina.
Diez minutos después, el servicio de desayuno llegó.
Esta vez había tostadas, huevos a la mexicana, café y jugo de naranja. De postre una rebanada de pastel de chocolate.
Esto se ve delicioso, dijo Graciela.
Antes de irse, el mozo les dijo:
A las diez los esperan en el bar, parece que habrá una fiesta.
Gracias, dijo ella...
Una vez a solas, se dispusieron a devorar el desayuno.
Ambos reían felices.
Más tarde, Graciela fue a bañarse, estaba tan concentrada en su baño relajante cuando de pronto, sintió unas manos que la abrazaban por detrás tocándole los pechos.
Algo duro le acarició por la espalda. Se dejó querer.
Las manos de Augusto recorrían todo su cuerpo.
Así como estaban él la hizo suya, ahí bajo el chorro de agua. No se oía más que los gemidos de ambos, unidos en un solo cuerpo.
Un deseo abrazador, que los inundaba por dentro, haciendo que todo estallara y brotara por todos los poros de su cuerpo.
El tiempo se detuvo para ellos, en ese mundo donde únicamente existían ellos dos.
Prodigando y recibiendo caricias y besos. Augusto nunca imaginó que podía amar tanto a una sola mujer, acostumbrado a jugar con ellas.
Graciela era lo suficientemente mujer como para ni siquiera pensar en otra.
Ella le bastaba y le sobraba para ser feliz.
Todo estaba muy bien, pero había algo que no lo dejaba en paz.
La boda falsa, ella era señorita, él fue su primera vez, tal vez Graciela nunca se hubiera metido con él sin una boda previa.
Y ahora ella estaba en sus brazos. Se había entregado a él en cuerpo y alma, pero el engaño ahí estaba y no se borraría.
¿Cómo decirle la verdad?, en cuanto lo supiera lo dejaría, y no solo eso, lo odiaría tal vez para siempre.
Por fin ambos estallaron en un cúmulo de pasiones. Su deseo estalló en mil partículas dentro de su cuerpo que los estremeció notablemente. Ambos parecían estar conectados porque terminaron casi al mismo tiempo.
Cuando todo pasó Augusto le pasó la toalla.
Tomó la suya y salió al exterior.
Cuando ambos estuvieron listos bajaron directo al bar.
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En otra parte, Lucrecia estaba buscando una casa en renta, solo esperaba que regresara Augusto de su luna de miel para hacerle una visita.
Después de todo, habían estado juntos casi dos años hasta que ella decidió buscarse otro porque Augusto nunca quiso casarse con ella.
Anduvo con varios hombres que no la llenaban como Augusto y por eso decidió que era el momento de encontrarse nuevamente con él cara a cara.
Su amiga Natalia la había acompañado en esa aventura, quería ver en que acabaría esa historia de amor. A ella le gustaba mucho el chisme y esa le parecía una buena historia.
Oye, "Luc", ¿Y cómo le vas a hacer para que José Augusto te admita en su casa como huésped?
Le inventaré una historia de esas que tanto te gustan. Le diré que tuve problemas con uno de mis amantes y me dejó en la calle por eso vine a solicitar su ayuda y que me permita quedarme unos días en lo que resuelvo mi situación.
Pareces muy convincente, pero José Augusto no es de los hombres que se dejan engañar.
No por cualquier mujer, pero conmigo es diferente porque nosotros vivimos una verdadera historia de amor.
¿De amor dices?, estás loca entre tú y José Augusto solo hubo sexo ¿para que te haces la loca?
Uy qué bueno que eres mi amiga.
Perdóname Luc, pero es la verdad. No te engañes. Tú misma me lo has dicho, nunca hubo amor entre ustedes.
Di lo que quieras Nati, pero te aseguro que voy a vivir en casa de José Augusto y voy a hacer que su matrimonio termine como que me llamo Lucrecia.
Está bien, eso quiero verlo.
Lo verás, amiga, lo verás.
Nati se encogió de hombros, pues si tú lo dices.
Han salido varias fotos en el internet ellos son muy felices se ve que están muy enamorados, así es que no creo que puedas deshacer ese matrimonio tan fácil.
Te prometo, amiga, que ese matrimonio no durará mucho tiempo.
Bueno, ¿y te casarás con él acaso?
Por supuesto que sí.
Ay Luc, si no pudiste casarte con él en aquel tiempo ¿crees que podrás ahora?
¿Sabes que, Nati?, no tengo ganas de seguir hablando contigo voy a dar una vuelta.
Nati observó a Lucrecia y pensó que estaba loca, pero era su amiga y la apoyaría en todo lo que fuera.
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La fiesta se prolongó hasta altas horas de la noche, Graciela y Augusto disfrutaron mucho de esa velada.
Es hora de volver, mi querida esposa.
Sí, creo que ya nos hemos divertido bastante.
Nos quedan todavía dos días para regresar a México, a nuestro hogar, te tengo preparada una sorpresa para cuando regresemos.
¡Oh! Me encantan las sorpresas.
Bueno, pero eso lo sabrás cuando regresemos por ahora, sigamos disfrutando.
La noche pasó lentamente, toda Italia parecía dormir, ni un solo ruido se escuchaba, solo se escuchaba uno que otro grillo cantando por ahí.
Augusto y Graciela dormían abrazados, en su faz se reflejaba una paz absoluta. No imaginaban la sorpresa que los esperaba al regresar a su hogar.
Pero, mientras tanto, la felicidad los invadía a ambos personajes.
Para ellos no existía más vida que la que vivían juntos y así pensaban seguir por el resto de sus vidas, aunque no siempre se cumplen los deseos.