Dylan es un chico ejemplar quien siempre creyó que Sofia; su madre, era una madre soltera engañada y traicionada un día descubre de la peor manera que no es así. Sino que ella fue por decisión propia la amante de su jefe quien estaba casado convirtiéndose así en la otra.
El chico es llamado heredero de uno de los más grandes imperios de la industria de la minera por parte de su abuelo paterno quien lo nombró solo por ser su único nieto varón, no por que lo acepten y mucho menos lo amen en la familia Boyer.
Todo esto pasa cuando Dylan es traicionado, decepcionado y humillado por la mujer que amaba, quien solo lo usó para saciar sus bajos instintos convirtiéndolo en una máquina sexual para ella.
El chico a quien no le importaba el dinero de la herencia decide usar este poder para llevar a cabo su venganza contra esa mujer.
Dylan se verá envuelto en un sin números de eventos peligrosos, manipulaciones y placer donde solo el más fuerte sobrevive.
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Capítulo 14
El Ferrari rojo recorrió gran parte de la ciudad a máxima velocidad hasta llegar a un lujoso hotel en el cual sus dos ocupantes apenas entraron a una de sus lujosas suites le dieron rienda suelta a sus bajos instintos.
Alex sabía perfectamente que Marcia amaba el modo sadomasoquista por lo que entre beso y beso ató sus manos con su corbata, las pasó sobre su cabeza y las amarró en la cabecera de la cama.
La chica extasiada y llena de placer se mordía sensualmente los labios provocando a la bestia pervertida y lujuriosa que tenía enfrente de ella. Y haciendo acto de sus dotes actorales ella con su cara de víctima sumisa y virginal, jugando muy bien su papel le pedía y le suplicaba que la soltara fingiendo tener miedo.
Mientras hacía esto ella se contorneaba y escondía seductoramente su intimidad desnuda provocando y llamando aún más el morbo del chico quien disfrutaba cada cosa que ella decía y hacía.
Alex jugando muy bien su papel de dominante de un rápido movimiento abrió las piernas de la chica con fuerza para posicionarse en medio de ellas y comenzó a embestirla con rudeza.
Sus manos las fue deslizando sobre su estómago, siguiendo por sus pequeños senos y llegando hasta su cuello en el cual hizo presión para sostenerse y hacer más fuertes sus embestidas.
La chica lejos de quejarse del dolor o de la rudeza con la que la trataba le sonreía lascivamante y ampliamente sin apartar la mirada de él provocando aún más la lujuria de este.
Alex al ver que Marcia disfrutaba de esa rudeza, le dio media vuelta y mientras la embestia con mucha fuerza con las palmas de sus manos le azotaba el trasero una y otra vez haciéndola gritar de placer y pidiendo por más.
Al terminar de saciar sus bajos instintos y liberar sus ganas, el cuerpo delgado y frágil de la chica estaba totalmente mallugado y lleno se marcas de dientes. Aún así ella estaba totalmente complacida, ya que de todas las parejas sexuales que ha tenido ninguna es masoquista como Alex.
Sin embargo, ahora había una cosa, o mejor dicho alguien que no la dejaba concentrarse en su totalidad en el hombre que tenía a su lado. Constantemente a su mente venía la sonrisa cálida, los penetrantes ojos negros y el cuerpo atlético del chico que había conocido el día anterior y que provocaba que su entrepierna palpitara.
— Dylan.— Susurra para ella misma con una sonrisa antes de dormir en los brazos del novio de la que era su amiga.
Mientras tanto al otro lado de la ciudad en una colonia de clase media Dylan y Jonathan como dos buenos amigos peleaban por quien iba a dormir en la cama y quien lo haría en una colchoneta en el piso, ya que Jonathan quería que su amigo durmiera bien y le ofrecía su cama pero el chico se rehusaba y quería dormir en el piso para no incomodar.
Al final y después de hacer un juego de piedra, papel o tijeras Jonathan tratando de perder quedó ganador y tuvo que dormir en su cama sin objeciones.
— Aunque te quites, si te toca te toca.— Se burla Dylan de su amigo mientras se recuesta en la colchoneta.
— Así mismo es tu caso con la chica de hoy. Yo creo que es un mensaje del destino y este año dejarás la soltería y quien quite y hasta...—
— Nada.— Sonrie el chico lanzándole una almohada a su amigo quien la agarra y empieza a reír.
— Los ojos con los que te veía esa chica yo los podría reconocer a kilómetros y sé perfectamente que le gustas, así que si quieres llámame loco pero ya te...—
— Loco.— Lo interrumpe sonriendo antes de que termine su frase.
— ¿¡Qué!?.— Exclama confundido.
— Dijiste que te llamara loco.— Le contesta Dylan burlándose de él.
Los dos amigos siguieron conversando y sonriendo divertidos hasta muy noche.
Jonathan intentado sacarle algo a Dylan constantemente le mencionaba a Marcia y aunque el chico le dijo que no era lo que él pensaba, disimuladamente se tocaba el lugar donde la chica le había dejado el beso antes de marcharse. Aunque casi de inmediato dejó de prestarle importancia al pensar que tal vez jamás la vería otra vez.
El fin de semana pasó rápido y el lunes por la mañana Dylan se reunió como cada mañana de la semana con Edwar en el café que acostumbraban visitar.
Esta vez a pesar de que el verano estaba a la vuelta de la esquina a Dylan se le hizo extraño ver al anciano con ropa abrigada y una bufanda enredada en su cuello. Aún así el chico para no molestarlo o incomodarlo no le pregunto nada y conversó con él como normalmente lo hacían.
Sin embargo, aunque el anciano trataba de seguirle el ritmo a su conversación se veía distraído y constantemente carraspeaba su garganta, además se veía más pálido de lo normal, algo que al chico lo estaba llenando de preocupación.
— ¿Edward no se siente bien? ¿Quiere que lo compañe al hospital?.— Finalmente le pregunta al ver como el anciano comenzaba a toser.
El anciano ve la cara preocupada del chico provocando que dentro de su pecho sienta algo de calidez al ver que su nieto es un chico sincero y se preocupa por su bienestar aún sin saber que es su abuelo.
— No te preocupes estoy bien. Ya sabes es algo normal para la gente de mi edad sufrir estos achaques.— Le contesta con una media sonrisa provocando que el chico sonría al ver que el anciano quien siempre está serio también sabe reír.
— Me alegra que este bien, aunque si se siente mal por favor dígame y yo lo acompañaré a donde sea necesario.— Le insiste el chico al ver que el anciano vuelve a toser.
Luego de que el anciano casi corriera a Dylan diciendole que estaba bien y que se fuera a sus clases, el chico aún no muy convencido se despidió del anciano y se fue.
En cuanto Dylan se marchó Logan de inmediato fue hacia el anciano para ayudarlo a salir de la cafetería.
— Señor no debió salir hoy cuando a estado en cama todo el fin de semana debido a su neumonía.— Le dice preocupado al sentir al anciano titiritear mientras lo ayuda a subirse al auto.
— En una semana serán las vacaciones de verano por lo que en ese tiempo no lo veré.— Contesta el anciano mirando hacia la universidad.
— Pero..—
— ¡Pero nada!.— Le dice serio al ver que lo quiere persuadir para que se quede en casa y descanse.
Logan al ver a su jefe serio cerró la puerta y tomó su lugar frente al volante para regresar a casa.
El anciano al ver la cara de preocupación de su asistente, mano derecha y chófer por varios años dejó escapar un suspiro pesado e hizo algo que jamás había hecho.
— Gracias por preocuparte por mí.—
Logan al escuchar al anciano lo voltea a ver asombrado por el retrovisor ya que la palabra "Gracias" en el vocabulario de Edward Boyer es muy limitada por lo que sabe que su jefe realmente lo siente para decirle eso.
Sin embargo, antes de que este contestara a su amabilidad, el anciano nuevamente lo sorprendió.
— Sabes, no soy eterno y este cuerpo viejo lo siente. Por eso antes de partir quiero pasar tiempo con la persona que me acepta y se preocupa por mí por lo que soy y no por el signo de pesos en mi frente.—
Logan al escuchar a su jefe nostálgico y dejando escapar un suspiro al viento, se le formó un nudo en su garganta impidiendole hablar por lo que solo le asintió con tristeza a lo que el anciano le decía.
^^^Continuará...^^^
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