Cuando sabemos que la vida nos tiene deparado un futuro, pero somos nosotros mismos quienes creamos los caminos que nos llevan ya sea a la toma de buenas o malas decisiones, todas las que he tomado de ninguna me arrepiento me han hecho el hombre que soy y llegar a ser lo que soy y nada ni nadie me hará cambiar de parecer eso era lo que creía hasta que supe que jamás tendría una oportunidad en su vida
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Sin embargo, mientras terminaba mi exposición y volvía a mi asiento, no pude evitar sentir el peso de lo que venía a continuación: la presentación del grupo Gu&Pak, nuestros rivales más fuertes. Aunque había confianza en mi trabajo, sabía que estaba por enfrentarme a una competencia de élite.
Cuando llegó el turno de Gu&Pak, algo inesperado sucedió. No fue James, el empresario implacable de Pekín, quien se levantó para hablar. Fue ella. La esposa de James, la mujer cuya vida se había cruzado con la mía de formas tan inesperadas. Mi corazón dio un vuelco al verla caminar hacia el frente con una seguridad arrolladora. Su presencia dominaba la sala sin esfuerzo. Todos los ojos, incluido el mío, estaban fijos en ella, expectantes.
Comenzó a hablar, y su voz era como música: suave, pero increíblemente firme y clara. Cada palabra que pronunciaba estaba llena de autoridad, y cada gesto que hacía, por pequeño que fuera, reforzaba la solidez de su propuesta. A medida que avanzaba en su exposición, quedé atrapado en su elocuencia. No solo estaba presentando un proyecto, estaba tejiendo una historia, un relato convincente de cómo su visión no solo respetaría la historia del Palacio de Tokio, sino que también lo elevaría a un nuevo nivel de modernidad y excelencia arquitectónica. Su presentación era, sencillamente, impecable.
Mientras la escuchaba, no pude evitar sentir que el terreno bajo mis pies se deslizaba lentamente. Aunque estaba seguro de la calidad de nuestro trabajo, tenía que admitirlo: su propuesta superaba la nuestra por un pequeño margen. No era una diferencia abrumadora, pero lo suficiente para saber, en mi interior, que ellos serían los ganadores.
Cuando terminó de hablar, la sala quedó en un silencio reverencial por un breve instante, hasta que comenzaron los aplausos. Me sentí dividido. Por un lado, estaba feliz por haber llegado tan lejos, por haber competido hasta el final con integridad. Por otro lado, había una tristeza profunda en saber que, pese a todo el esfuerzo, no sería nuestra propuesta la elegida. Me levanté de mi asiento con la intención de despedirme de todos con la cabeza en alto, aceptar la derrota con dignidad y dirigirme hacia la salida.
Pero justo cuando me giraba para irme, la voz de James Gu me detuvo.
"Espera", dijo con un tono grave que hizo que toda la sala se quedara en silencio. Me volví hacia él, intrigado.
"Hay algo más que quiero decir", continuó mientras se ponía de pie, atrayendo la atención de todos. "Nosotros ganamos el proyecto, sí. Pero mi equipo y yo hemos hablado con los contratistas, y tras evaluar tu propuesta, creemos que hay un camino mejor." Hizo una pausa, dejando que sus palabras resonaran en la sala antes de continuar: "Queremos que seas parte del proyecto."
La declaración cayó como un rayo. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Yo, parte del proyecto? Mi mente comenzó a trabajar a toda velocidad, intentando procesar lo que acababa de ocurrir. Por un momento, la duda se apoderó de mí. ¿Estaba haciendo esto por gratitud? ¿Era su manera de devolverme el favor por haber salvado a sus hijos? Mi rostro seguramente traicionó mis pensamientos, porque James no tardó en notar la confusión en mis ojos.