Novia En Alquiler

...***...

🎶Confía en mí

Confía en mí

Que yo renovaré tu fuerza y tu alegría

Como ave, por el cielo volarás🎶

^^^Santiago Benavides^^^

...CORA...

Me dio mucho coraje la manera de que se expresó Franco de mi como una "zorra fina", me llamó de prostituta por eso golpeé su cara con tanta fuerza que no me importó que la palma de mi mano ardiera. Por eso salí de la posada casi corriendo no lo quería ver ya no soportaba sus ataques. No me da la oportunidad de decirle lo que realmente pasó. Estoy pensando sospechar que ese tal Paolo ha inventado muchas cosas de mi queriendo de desprestigiarme pero la pregunta es por qué?.

En el momento que Franco tomó el teléfono para llamarlo me acordé lo que me dijo Giussepe tal vez fue Paolo que envió a esos hombres a la terminal para poner fin lo que empezaron en el hotel de Florencia. Expresé angustia que tal vez esa gente pueda dar con nosotros aquí en este lugar y será el fin.

El muy desgraciado me sostuvo del brazo más de una vez no entendía que no quería que me tocara cada vez que abría su boca era para vociferar cosas desagradables, una de esas que quería de zafarme me apegó a su cuerpo esa acción me estremeció pero no lo hice notar hasta que desvíe mi mirada hacia un niño que se veía muy mal. Estaba respirando con dificultad y se veía desvariante por eso hice el esfuerzo de soltarme de su agarre y atender lo antes posible a ese niño cuando lo revisé y tomé sus signos vitales me di cuenta que presentaba un cuadro de intoxicación.

Mi alma regresó al cuerpo al ver que Marcelino se estaba recuperando en aquella sala de la droguería. Al saber que estaba al salvó Franco y yo volvimos a la posada que quedaba a unas cuantas cuadras cerca de la droguería. Al entrar me pregunta.

—Franco: Qué fue eso que hiciste?, Quién eres en realidad?—.

Ladeo mi cabeza, rio colocando una sonrisa de lado.

—Cora: Según tú sabes todo de mí. Porque no revisas lo que investigaste y luego me cuentas—, lo dije con ironía sin mirarlo y entré a la posada.

Entramos a la habitación y el imbécil echó llave a la puerta y se la guardó en el bolsillo de su pantalón.

—Franco: Para que no se pierda—, dijo con una sonrisa ladina.

Pongo mis ojos en blanco y comienzo a quitar la chaqueta, la camisa y las botas colocando una de las camas ya que la habitación tiene dos camas pequeñas. Tomo de nuevo el bolso y entro al baño a tomarme una ducha me coloqué una pijama que pude comprar en el otro pueblo y una muda de ropa.

El agua apaciguó todos esos pensamientos que me estaban rodando una y otra vez en la cabeza. Salí de la ducha, sequé ni cuerpo y me coloqué la pijama.

Salí del baño y el imbécil pero el sexy italiano estaba acostado en una de las camas.

—Franco: Al fin pensé que...—, calló de golpe al verme con la pijama puesta, ya que era algo corta; es tipo franelilla de tiros finos con short corto más arriba de mis muslos.

—Cora: El baño está libre ya lo puedes usar—, dije sin expresión mientras me secaba el cabello al dirigirme a la otra cama.

—Franco: Y es que le robaste la pijama a una niña?, No es algo infantil—, se ríe burlón.

—Mierda—, dije en mi mente pues no me acordaba que la pijama es de dibujos animados, es de princesitas bebés de Disney que le puedo decir me gusta los dibujos animados y todas mi pijamas son así.

No le di importancia a su comentario solo colgué la toalla me metí a la cama cubriéndome con las sábanas y me giré a dormir.

Escuché cuando salió del baño. —Madre mía, esto no es de Dios—, exclamé al ver semejante papacito que salió con el pantalón puesto sin camisa, ver esos chocolaticos bien marcados en su abdomen, su espalda ancha y brazos musculosos bien definidos estaba punto de infarto.

—Está como me lo recetó el doctor—, dijo mi subconsciente.

—Franco: Qué? Te gusta lo que vez...—, dijo con prepotencia y con una sonrisa ladeada.

—Cora: Engreído, no, ni un poquito, he visto mucho más apetecible que eso—mentí—, ya que terminaste por favor paga la luz tengo mucho sueño. Buenas noches—, cerré mis ojos y me volteé para que no vea que me estaba babeando por él.

Al tener esa frase en mi cabeza "Te gusta lo que vez...", me estaba martirizado, pues no solo me gustó, me encantó estaba a punto de brincarle encima y devorarlo. —Por Dios, Cora!, Escucha lo que dice?, Estás loca, se te zafaron todos los tornillos—, me recriminé.

Mis pensamientos se desviaron y estaba pensando lo que iba a ocurrir mañana. Todavía estaba ansiosa por la situación en que estoy metida por culpa de ese tal Paolo, debo buscar la manera de hablar con Franco de manera calmada en todo el tiempo está a la defensiva para aclarar las cosas, sin duda que él tiene una versión mala de mí. No me atreví a llamar a Giussepe ni mucho menos a Damián para avisar que lo planificado no salió nada bien, pues no quiero que sus vidas corran peligro. No sé de qué manera Franco dio conmigo en el otro pueblo al igual que esos hombres que intentaron de matarme de nuevo.

De tanto pensar quedé rendida y caí un profundo sueño hasta que la alarma de mi reloj sonó. Me di cuenta que la cobija cayó al suelo estaba con mi trasero expuesto apuntando la dirección de la cama de Franco me acomodé y fuí al baño a tomar una ducha, ya lista tuve que despertar a ese bizcocho italiano que estaba durmiendo plácidamente. Debo reconocer que Dios hizo un buen trabajo con este Ángel que de celestial no tiene nada.

—Cora: Bello durmiente, despierta—, le digo al moverlo por su hombro.

Se remueve somnoliento pero le volví a mover con un poco de fuerza. No me había dado cuenta que me acerqué un poco más a su cara cuando despertó sus hinoptizantes ojos ébano me atrapó de tal manera que por unos segundos me perdí en ellos.

—Franco: Qué haces?—, preguntó al acomodarse en la cama.

—Cora: Tratando que despiertes. Quiero saber qué hora nos vamos a Florencia. Necesito dar por terminado este asunto ya me urge irme a mi país—, le dije al cruzar de brazos.

—Franco: A primera hora —mira su reloj que está en una mesita de noche—, ya mis hombres deben estar por llegar y dudo que puedas irte a tu país así, tan tranquila; tienes una demanda interpuesta en tu contra por robo de una de mis empresas en Milán—, me dice antes de meterse al baño.

—Cora: Me denunciaste?—, lo tomé del brazo.

—Franco: Por supuesto, eres una estafadora y ladrona que sedujiste a uno de mis empleados más confiables para que me rebora, y no conforme con eso él te dio plena libertad de usar las cuentas bancarias de mi empresa para que la manejaras desde la distancia desviando todo ese dinero a cuentas extranjeras bajo de las órdenes de tus jefes mafiosos, Los Richanni. Ese amante que enamoraste te echó de cabeza. Además hay documentos con tu nombre que lo comprueban—, expresó convicente mientras me quita la mano de su brazo.

Estaba tratando de analizar todo y a mi memoria vino todo esos malos recuerdos que viví cuando Román me estafó y quedé delante de sus grandes deudas que me llevó dos años en saldar sino fuera por Novia en Alquiler aún estaría pagando esa millonaria deuda y ahora me metieron en otra que no comprendo cómo estoy metida en este semerendo problemón.

—Cora: Eso es una vil mentira, jamás seduje a nadie y mucho menos manejar cuentas bancarias para desviar dinero. Esto no me puede estar pasando otra vez—, comencé a caminar por toda la habitación con un mal sentimiento.

No soporté más me llevé mis manos a la cara y comencé a sollozar.

—Franco: Por favor mujer, limpias esas lágrimas de cocodrilos que de esta no te salvas—, me dijo a mis espaldas y escuché tirar la puerta del baño.

Salimos de la habitación yo aún estaba consternada por lo que me dijo Franco cada vez que desvió la mirada hacia él veo solo despreció y odio hacia a mí. No sé porque me duele ese trato y más esas palabras tan duras y despectivas, nunca me importaron los que piensen los demás pero al ser calumniada de esa manera siento mi corazón romper.

Cuando íbamos llegando a la recepción vimos por el ventanal que llegaron varias camionetas negras y bajaron varios hombres, por la vestimenta eran los mismos sujetos que intentaron matarme en el hotel y aquí en la provincia de Como dos veces.

—Cora: Franco —lo llamé asustada—, esos son tus hombres?—, le digo con mis ojos puestos en el ventanal mientras que dos de ellos se acercan para entrar a la posada.

—Franco: No. Esos no son—, dijo con voz bastante grave y de golpe sentí que me tomó de la mano y dijo: —Corramos, salgamos de aquí—, así hicimos nos fuimos para la parte trasera de la posada en donde pasamos por la cocina y salimos por la puerta que daba a una calle.

Cuando estamos corriendo por la calle se nos atraviesa un Jeep, era Guido, el papá de Marcelino.

^^^—Hablando en italiano🇮🇹—^^^

—Guido: Suban los sacaré de aquí—, nos dijo al abrir la puerta de copiloto. Me senté adelante y Franco atrás. —Los llevaré una parte segura—, dijo a conducir a toda velocidad pero el Jeep comenzó a fallar y tuvimos que bajar rápido y ya veníamos las camionetas negras cerca.

—Cora: Qué hacemos Guido, a dónde podemos ir?—, pregunto angustiada.

—Guido: doctora y señor Franco, vayan por ese camino corran derecho allá hay un acantilado trate de esconderse entre las montañas de tierra o de arbustos hasta que yo vaya por ustedes. Vayan no hay tiempo—, nos dijo el hombre.

Hicimos eso, corrimos a esa dirección pero ya esos hombres ya no había ganado terreno y tiempo pero aún así seguimos adelante hasta que nos acorralaron.

Quedamos atrapados a nuestra vista los hombres de negro —y no me refiero a la película—, y a nuestras espaldas el acantilado.

—Hombre: Es hora de despedirse de este mundo—, nos dijo apuntando su arma hacia nosotros.

—Franco: Quiénes son ustedes ah?, Esta es la manera que tienen los Richanni para jugar, tan sucios?—, espetó.

—Cora: Tranquilo Franco, no los haga enojar—, digo entredientes asustada.

—Franco: Saltemos—, dice con voz firme.

—Cora: Ah?—, con mi cara de póker procesando lo que dijo.

—Franco: Confía en mi, yo te protegeré—, me tomó de la cintura fuerte con sus anchos y musculosos brazos, me levantó para enrollar mis piernas en sus caderas, y sin perder tiempo saltamos del acantilado y chocamos con el agua del mar, en ningún momento Franco me soltó.

La adrenalina se hizo presente en todo mi cuerpo, mi corazón golpeaba mi pecho fuerte, mi respiración y mi aliento se fundieron en la confusión de mi cabeza, sin embargo me sentí segura y protegida en sus brazos.