Qiang fue secuestrado por chén debido a una obsesión reprimida que sintió por el, aunque internamente su cuerpo le grita que huya, pero existe una valiosa razón para creer que vale la pena continuar en las llamas
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Hussen: Esa maldita bruja.
Yixin: Así que por eso se tardó en salir cuando yo fui.
Harold: ¿Dónde nos reunimos?
Hussen: Ustedes elijan el lugar.
Yixin envió la ubicación.
Feiyu toda esa noche bordó muchos pañuelos de diferentes formas, unas más feas que otras, igual de descuidados que el anterior, de hecho, más, porque ya sus manos estaban cansadas y él no paraba.
Por la mañana se arregló y le pidió a su chofer de confianza que lo llevara a una tienda. Cabe aclarar que ellos solo iban a tiendas lujosas, a las que solo la realeza tenía acceso. Aunque Feiyu casi no salía, por no decir que nunca.
Buenas tardes.
Feiyu: Buenas tardes.
Feiyu puso sobre el mostrador los pañuelos que tenía.
No lo quiero ofender, joven señor, pero esos... ¿dónde los encontró?
Feiyu no entendió por qué decía que eran unos "arapos", si Yixin y Hussen habían dicho que eran preciosos.
Feiyu: No los quiere.
No, para qué querría yo algo tan feo. Disculpe si lo ofendo, pero eso debería estar en la basura.
Feiyu tomó los pañuelos y salió llorando de allí, porque el dueño de la tienda le dijo eso frente a todos los presentes, en los que él había presumido su trabajo.
Los chismes y las burlas no se hicieron esperar, pues todo el mundo conocía a los hijos de Chén y Hui Ying, así que lo tomaron como una broma. No sabían la tormenta que habían creado. Por todos lados se escuchaba el rumor de los "trapos sucios del señorito" y que pretendía venderlos. Memes chistosos, entre otras cosas, lo pusieron en el ojo público.
Harold se presentó en la mansión de Chén.
Harold: Buenas tardes, tía. Puedo hablar con Feiyu.
Hui Ying: Estoy tan avergonzada por lo que hizo. Es increíble que se haya atrevido a tanto. ¿Acaso nuestra familia está mal económicamente para que hiciera eso?
Harold: No se preocupe por mí. En este momento, necesito hablar con él, por favor.
Hui Ying, aunque no le sonaba la idea, pero sabía que debía acceder.
Harold subió hasta la habitación de Feiyu. Esta estaba completamente oscura, ni un rayo de sol iluminaba el lugar. Tocó la puerta, nadie respondió. Empujó la puerta y esta se abrió inmediatamente. No encendió nada, caminó a tientas hasta la cama donde estaba acostado Feiyu, boca abajo.
Harold: ¿No hablarás conmigo?
Feiyu: ¿Estuvo mal lo que hice?
Harold: ¿Por qué piensas eso?
Feiyu: Intenté vender eso, confiando en el juicio de Yixin y Hussen, dijo con el rostro metido en la almohada.
Harold: ¿Por qué dices que tienen un mal juicio?
Feiyu: Has visto las fotos que han subido y los comentarios. Solo ellos pensaron que era lindo.
Harold se acercó al oído de Feiyu y le susurró:
Harold: Lo que no entiendo es por qué no me has dado nada a mí. ¿Es acaso que no me quieres?
Feiyu: Sí, tengo el tuyo, pero ¿por qué te pondrías algo tan feo?
Harold: ¿No te parece que yo debo decidir eso?
Feiyu dudó un poco, mirando fijamente a Harold para ver si se estaba burlando, pero su comportamiento mostraba firmeza en lo que decía.
Feiyu se puso de pie, sacó de su bolsillo otro pañuelo. Los tres eran diferentes en color, forma y diseño. Harold lo tomó entre sus manos.
Harold: Pienso igual que Hussen y Yixin. Nunca coincidimos en nada, pero esta vez tienen razón. Son únicos. Sabes por qué.
Feiyu: No.
Harold: Son especiales porque los haces tú. Son lindos a mis ojos, es el más valioso que tengo. Así que no te sientas mal, mi niño.
Feiyu: Gracias.
Se pone a llorar. Harold lo abraza mientras oculta su rostro de Feiyu, pues su cara reflejaba la muerte y sus ganas de destruir todo, una imagen que no quería que viera Feiyu.
Harold se quedó con Feiyu hasta que se durmió. Buscó en la habitación los demás pañuelos, los encontró en el cesto de la basura y los tomó. Los guardó en una de las gavetas de la habitación. Luego se marchó.
Hui Ying: Demoraste un poco.
Harold: Así es, se sentía un poco mal.
Hui Ying: Ja, él se sintió mal. Los que estamos lidiando con las burlas y habladurías somos nosotros. Incluso Chén, que se encontraba en un viaje importante, tiene que volver de inmediato para arreglar esto.
Harold: Señora, esto no es tan grave. Solo es un niño que quiere mostrar lo talentoso que es.
Hui Ying: ¿Llamas a eso talento? Ahora entiendo por qué tuvo tal osadía. Son ustedes los que le metieron esas ideas en la cabeza y le hicieron creer que eso era lindo. En ese momento, ve que Harold lleva el mismo pañuelo mal hecho.
Por favor, Harold, no hagas esto más grande. Hussen es un rebelde, lo amo, pero le encanta llevar la contraria. Yixin no le presta mucha atención a las cosas así. Lo entiendo, pero tú, de mis sobrinos, eres el más correcto. Así que, por favor, deja eso.
Harold: Tía, no es capricho. A mis ojos, esta prenda es hermosa. Así los demás piensen diferente. Por otra parte, espero que su trato hacia Feiyu sea bueno y más ahora que está siendo atacado de esa forma.
Sin decir nada más, se marchó. Hui Ying estaba pensando en qué modo utilizar esto para deshacer el compromiso de él con los príncipes como posibles candidatos.
Hui Ying sube a la habitación de Feiyu y lo despierta.
Hui Ying: Ya está, conforme a un no. Estoy cansada de ti, de tu rebeldía, tu poca modestia y de tu falta de compostura. Todo lo haces mal o no haces nada. ¿Qué se supone que haré con un inútil como tú?
Feiyu estaba de pie con las manos unidas hacia adelante, tratando de contener las lágrimas ¿porque su madre lo odiaba? ¿Porque a sus hermanos les hablaba con paciencia y les sonreía?, pero inmediatamente que veía a Feiyu, su rostro se transformaba.
"Yo sé que no me quiere", pensó. "Ella me imagino que esperaba dos hijos y tuve que nacer yo. La entiendo, no tuvo otra opción".
Pensaba esto, torturándose más. Hui Ying seguía con los insultos que eran mas fuertes y crueles que cualquier golpe físico.