PROTEGERÉ AL VILLANO

—me gusta mucho este lugar —observó el paisaje que la ciudad en lo alto de aquella colina le ofrecía: un imponente y majestuoso bosque rodeandola, mezclandose con el olor de la aventura qué hacía hormiguea su pecho.

—ya quiero que empiece —había viajado unos días antes, porque había algo en ese lugar que quería comprobar, si todo resultaba bien, sería un gran hallazgo que beneficiaria a ambos países, su atención en el paisaje y el aroma salvaje del bosque se vio transformado por otro delicado y silvestre, uno que ocasionó qué los latidos de su corazón marcharan a un ritmo apresurado, sus ojos dorados buscaban desesperados al dueño de aquella fragancia y lo encontró, la única presencia tan atractiva y llamativa como para robar completamente su atención.

Su objetivo se encontraba de cuclillas frente a un encantador niño de cabellos plateados que le sonreía con dulzura mientras le entregaba un obsequio, la llamativa cabellera del omega pasaba de adornarlo a él a vestir el piso debajo de sus pies, de solo verla se imaginaba lo suave que sería tocarla, sus ojos rubí brillaban más que diamantes al aceptar aquel obsequio, cuando sus brazos se abrieron con emoción para abrazar al niño el alfa sintió celos, si un poco de celos, de no ser él quien era abrazado con tanto afecto.

Él avanzaba hacia ellos mientras los observaba, a esa distancia no podía oír su voz y menos podía saludarlo, quería saber su nombre, y aunque creyó qué jamás pasaría el omega lo miró. Detuvo sus pasos obligado por el carruaje que a toda prisa pasaba, vaya decepción que se llevó cuando el transporte había pasado, el omega, el niño que lo acompañaba y su aroma se habían esfumado.

—su alteza, debemos irnos si desea llegar a tiempo —miró en la dirección que su monarca lo hacía, no pasaba realmente nada importante; sin embargo, su vista estaba perdida.

—Los perdí —suspiró y se negó a decirle algo a su secretario cuando le preguntó de a quien se refería, estaba seguro que lo volvería a ver, sin duda así tenía que ser.

*

En la mansión de Zade.

—¿señor se encuentra bien? —Maty no entendía por qué de repente Zade le había ordenado volver a la mansión cuando se suponía que pasarían el día completo en la ciudad. El omega por su parte seguía perdido en sus pensamientos.

Es cierto que solo vio a esa persona un par de segundo, y no podría estar seguro de si se trataba o no del protagonista de la novela, pero la sola idea le generó tanto miedo.

—(cálmate Zade, esta ciudad no es mencionada en la novela, estamos fuera del foco, así que el protagonista no vendrá aquí, solo era algún despampanante alfa, perfectamente trabajado qué pasaba por ahí) si no era él.

—¿a quien se refiere señor? ¿Hay algún problema?

—no, no, solo pensaba en algo, Gale, lo siento, ¿te molesta si vamos otro día a la ciudad?

—está bien mami, ¿puedo ir a entrenar? —asintió a la petición del niño, y él también fue a terminar algunos pendientes en su estudio, aunque no podía sacarse de la cabeza a aquel alfa, su cabeza comenzaba a doler por la idea de quien podía ser, aunque se seguía repitiendo que no era él.

*

Al día siguiente.

—¿señor se encuentra bien? —Nevae estaba preocupada por su señor, desde la mañana lo veía actuar distinto, parecía más cansado y algunas veces hacia expresiones de dolor.

—estoy bien, solo son los síntomas normales de mi celo que se acerca, todavía no puedo acostumbrarme a eso. —aunque había leído en la novela lo que es el celo de los omegas, y llevaba más de 2 años pasando por eso, todavía no podía adaptarse y verlo cómo normal.

Gracias a la medicina se la pasaba más durmiendo que despierto; así que reprimir el deseo no era tan difícil mientras lograra dormir. Solo que su celo era bastante problemático, siempre duraba demasiado para su gusto, y esos días por estar tan débil no pasaba tiempo con Gale.

Nevae estaba preocupada, otras veces que el celo de su señor llegaba, él pasaba todo el día revisando pendientes o cuidando del pequeño duque, solo hasta la noche que se iba a dormir y se quedaba en su habitación por los dolores de cabeza o por la debilidad; pero no era ni medio día y su señor ya se veía muy mal

—señor no cree que...

—no te preocupes ya tomé mis supresores, jamás los olvido; además aquí no corro peligro. —Nevae lo sabía, la mayoría de los trabajadores eran betas u omegas, la única excepción era Maty, pero es un alfa con pareja y no estaba en la mansión en ese momento.

—sin embargo, debería ir y descansar, ese informe no es urgente. —Zade hizo caso, aunque sus planes eran esperar como siempre y pasar un día normal con Gale, esta vez sentía que no podría.

—tienes razón, mi cabeza se siente nublada y me duele el pecho, es como si el aire fuera demasiado denso, ¿Gale no termina su clase?

—aún no señor.

—no podré acompañarlo en la comida, seguro se va a poner triste como cada vez que me pasa esto, antes era más fácil desprenderme de él en estos días porque no entendía nada, pero ahora hace muchas preguntas.

—el maestro podría aclararle algunas dudas.

—si, le diré que lo haga, para mi es complicado explicarle, (apenas y lo asimilo), intenta que no se preocupe tanto, dile que lo veré en la mañana, o si despierto antes de que se duerma llévalo para darle las buenas noches.

—si señor, descuide —ayudó al omega a llegar a su habitación.

—¿desea que le prepare el baño antes de dormir?

—si por favor, creo que un baño me ayudará —la beta obedeció después de su baño y de ponerse algo cómodo Zade se acostó.

—(este celo es diferente) ¿podría ser que los medicamentos ya no son efectivos? —el recuerda que en la novela a Zade le pasó algo similar; por lo que este tenia muchos amantes para ayudarse, aunque se supone que esto había sido culpa del alfa qué era su esposo, e incluso si a él le pasaba que no le funcionaran los supresores jamás haría algo así...

—sería un mal ejemplo para Gale, aunque encontrar un compañero no sería una mala idea... —negó varias veces al recordar que era un omega.

—¡De ninguna forma voy a ser el que reciba! ¡Ni loco! —de solo pensarlo le daban escalofríos, puede que su cuerpo fuera el de un omega, pero en su mente jamás se planteó ser el receptivo. Todas las veces que fantaseó con el amigo de su vida anterior, era el otro quien recibía. Y él el activo de la relación.

—cuando pase mi celo iré a la ciudad, debe haber un buen médico ahí que pueda ayudarme.