El Dolor De Una Partida

Adhara entro a la ducha, debía darse prisa para no hacer quedar mal a Alejandro al llegar tarde a la cena.

Saliendo del baño, el toc toc de la puerta la hizo ir de prisa a abrirla, quedando perpleja ante lo que veían sus ojos y es que el diseño mas perfecto hecho hombre, estaba parado frente a ella, Alejandro estaba a medio vestir con solo sus pantalones puesto y su increíble torso totalmente al descubierto, Adhara sin pena alguna, detallo cada linea formada en él, gracias al ejercicio constante que realizaba, algunas gotas aun se deslizaban desde sus cabellos hasta sus pectorales, haciéndolo ver más sexi e irreal.

Alejandro disfruto ser mirado de esa manera por ella y le devolvió con creces aquella mirada, haciendo que Adhara recordara que estaba con una pequeña toalla enrollada en su cuerpo la cual dejaba mucha piel expuesta.

- Me invitas a pasar - interrumpió el juego de miradas Alejandro.

- se,... señor Miller, dígame que necesita - dijo Adhara notablemente nerviosa.

- Tome esto por favor, deseo que lo use esta noche - dijo Alejandro luego de entregarle una caja con un lazo rojo.

- Nos vemos abajo en una hora -finalizo para luego irse dejando a Adhara mirando la caja.

Colocando la caja sobre la cama, la destapo, encontrándose con un hermoso vestido negro, que se le ajustaba a su magnífica, resaltando su belleza, con una apertura un poco pronunciada en una de sus piernas y un escote que sin ser atrevido formaba una bonita figura en sus pechos, era justo de su talla.

Se dejó su cabello suelto bien arreglado y acompaño su atuendo con un poco de maquillaje, al mirarse en el espejo quedo satisfecha por como se veía.

Estando lista, se dispuso a bajar a donde la esperaba Alejandro, quien como siempre estaba impecable, luciendo también un traje negro con camisa blanca, haciéndolo ver inalcanzable, era hecho a su medida, con un toque juvenil al no llevar corbata y dejar dos botones de su camisa sin apuntar, usaba el cabello revuelto lo que lo hacía aún más bello.

Alejandro no pudo ocultar su asombro al ver a Adhara bajar las escaleras, quedo cautivado ante tal belleza, era como estar viendo a una diosa, tanto así, que Adhara llego hasta donde el estaba y este no articulaba una sola palabra, por lo que la empleada le dio un pequeño empujón al pasar detrás de él.

- Esta hermosa - dijo Alejandro mirándola intensamente

- Usted también está muy guapo señor Miller.

- Vamos? Dijo Adhara

- Vamos bella dama - dijo Alejandro tomándola de la mano.

Durante el camino Adhara disfrutaba de ese olor tan agradable que salia de Alejandro, el olor de ese perfume la trasportaba a un mundo de fantasía, por lo que seguido respiraba profundo y cerraba los ojos.

- Ya llegamos, hoy conocerá a las únicas personas que considero mi familia a parte de don jose por supuesto - dijo Alejandro

Adhara miro por la ventana la casa a la que habían llegado y sintió un poco de temor.

Alejandro la tomo de la mano y la ayudo a salir del auto para luego dirigirse a la entrada, habiendo tocado el timbre les abrió una empleada.

- Bienvenidos, adelante por favor, los señores los están esperando.

- Muchas gracias.

Siguiendo a la empleada se dirigieron hasta donde estaban Esteban y Cristina quienes al verlos se acercaron de inmediato a saludarlos.

- Pero que niña mas linda es mi cuñada, mira nada más - dijo Cristina levantando un poco las manos de Adhara y observándola de arriba abajo, no esperaba menos de ti mi vida - dijo mirando a Alejandro quien le sonríe.

- Mucho gusto yo soy Cristina, la esposa de Esteban y la mejor amiga de tu esposo, somos como hermanos por lo que tu ahora eres mi cuñada - volvió a decir Cristina con una gran sonrisa.

- Mucho gusto yo soy Adhara - usted también es hermosa.

- Adhara yo soy Esteban, bienvenida a nuestra casa, que de ahora en adelante también es la tuya.

- Muchísimas gracias, son ustedes muy amables.

- Pasemos a la mesa de una vez antes que se enfríen los alimentos -dijo Cristina.

Sentados todos en la mesa donde fueron entrando más en confianza a medida que la conversación fluía y es que Cristina estaba encantada con Adhara y no hacia más que preguntarle cosas, pero lejos de incomodarla, ella estaba disfrutando de esas personas, si eran importantes para Alejandro es porque eran buenas y confiables.

Alejandro no paraba de mirara a su esposa y de como conversaba con Cristina como si se conocieran de toda la vida, todos hablaban y reían por lo que la cena fue muy agradable, luego de terminar de cenar se dirigieron a una terraza en el segundo piso donde había una mesa acompañada por la luz de la luna y de pequeñas luces al rededor del lugar, tenia una espectacular vista.

- Alejandro, sírvele un trago a tu esposa demando Cristina, tomado a Alejandro desprevenido, no le había ofrecido porque no sabia si ella tomaba o no.

- Que tipo de bebida desea tomar señorita? - le pregunta Alejandro a Adhara, mientras Cristina niega con la cabeza llevándose su mano a la frente.

Esto estaba más complicado de lo que había pensado y debía enseñarle a ese tonto amigo suyo a conquistar a esa hermosura de mujer.