El Mago Que Quemó Todo

Cedric, comprometido en ayudar a Lyra a encontrar a su padre, se esforzaba al máximo por impresionar a Lyra, usando los beneficios de tener dinero, desde conseguirle un carruaje hasta llegar a la remota cabaña donde supuestamente estaba retenido su progenitor.

La noche caía sobre la cabaña, y la tensión en el aire era palpable mientras Cedric, usando su magia para rastrear el paradero del padre de Lyra, descubrio signos de una lucha forzada y pasos que guiaban hacia la oscuridad. Antes de que pudiera compartir sus hallazgos, sin embargo, la realidad se desmoronó de manera abrupta.

Un sartén impactó contra la cabeza de Cedric, aturdiéndolo y haciéndolo caer al suelo. Lyra, con una mezcla de ira y desconfianza, lo enfrentó con determinación.

Cedric, en el suelo y con la cabeza aún girando, intentó buscar respuestas, pero antes de que pudiera articular palabra, Lyra activó un artefacto mágico al lado de Cecric, que creó un campo de energía, dejándolo incapacitado, privado de su propia magia. La sensación de vulnerabilidad lo envolvió, pero cuando sus ojos se encontraron con los de Lyra, vio algo más.

— Lyra, por favor, no soy tu enemigo —rogó Cedric, tratando de encontrar un atisbo de comprensión en su mirada.

Lyra, con el sartén aún en la mano, lo examinó con cautela. Aunque la atmósfera estaba cargada de desconfianza, Cedric percibió una complejidad en los ojos de Lyra que sugería que detrás de su aparente hostilidad se escondían capas de motivaciones y secretos. En medio de la incertidumbre y las revelaciones.

Con Cedric en el suelo, Lyra aprovechó la oportunidad para colocar cadenas mágicas alrededor de él, envolviéndolo con una barrera que le impedía moverse. Cedric, confundido y desconcertado, levantó la cabeza para mirar a Lyra.

— ¿Qué estás haciendo, Lyra? —preguntó Cedric, notando la creciente ansiedad en su tono de voz.

Lyra, con una expresión de pesar, se arrodilló frente a él.

— Lamento tener que hacer esto, Cedric. Pero necesito a alguien valioso para un intercambio.

Cedric frunció el ceño, intentando comprender la situación.

— ¿Intercambio? ¿Por quién?

Lyra suspiró.

— Tienen a alguien importante para mí. Y para recuperarlo, necesito ofrecer a alguien valioso a cambio. Tú eres el hijo de un gran general, Cedric. Puedes ser una moneda de cambio muy valiosa.

— Pero, Lyra, no puedes simplemente… — Cedric comenzó a decir, pero Lyra lo interrumpió.

— Cedric, por favor, entiende. Esperaremos a que el negociador llegue, y trataremos de resolver esto de la mejor manera posible.

Lyra se puso de pie, dejando a Cedric atado por las cadenas mágicas. Aunque su corazón latía con incertidumbre, Cedric no podía ignorar la mirada preocupada en los ojos de Lyra.

A pesar de las cadenas mágicas que lo envolvían, Cedric no podía ignorar el nudo de certeza que se formaba en su estómago. La explicación de Lyra, aunque razonable, le parecía un manto de engaños y medias verdades. Sabía que algo no cuadraba en la historia que le contaba.

En lugar de debatir y forcejear contra sus ataduras, Cedric optó por una táctica diferente. Decidió esperar pacientemente.

Observó a Lyra con una mezcla de desafío y confianza en sus ojos, sabiendo que su momento llegaría. Esperaría a que el negociador hiciera su entrada.

El anochecer se cernía sobre la escena, envuelta en la penumbra de la incertidumbre. Un mensajero oculto bajo una capa negra emergió de las sombras, su rostro oculto, pero la esencia oscura de un mago negro revelaba su naturaleza. Cedric, aunque no podía distinguir su rostro, sintió un escalofrío que le recorrió la espalda.

Lyra, impaciente y ansiosa, se adelantó, su voz temblorosa con la urgencia de conocer el destino de su padre.

— ¿Dónde está mi padre?

El mago negro, con una risa siniestra que reverberó en la quietud de la noche, respondió de manera críptica.

— La paciencia es una virtud, Lyra. Todo a su tiempo.

Lyra, visiblemente frustrada, replicó:

— No era así como habíamos acordado las cosas. Necesito saber que está bien.

El mago negro, en lugar de ofrecer respuestas, arremetió con un golpe de magia que Lyra apenas logró esquivar. Inclinándose para evitar el ataque, se postró en el suelo y, con determinación, comenzó a gatear hacia donde Cedric estaba inmovilizado por las cadenas mágicas.

Cedric, aunque atrapado, observaba la escena con atención. La lucha entre Lyra y el mago negro se desenvolvía frente a él. Con su magia temporalmente inaccesible, Cedric se sentía impotente, pero su mente trabajaba a toda velocidad, buscando la manera de cambiar el curso de los acontecimientos que se desplegaban en la oscura noche.

La tensión en el aire alcanzaba su punto álgido cuando, con determinación, Lyra se acercó a Cedric y retiró el artefacto que lo mantenía privado de su magia. La sensación de la magia fluyendo nuevamente por sus venas fue como una liberación, y Cedric aprovechó la oportunidad para liberarse de las cadenas mágicas.

Con la mirada fija en el mago negro, Lyra tomó el artefacto y lo arrojó con fuerza hacia su enemigo. El mago negro, aún tratando de reaccionar, se vio repentinamente enfrentado a la magia que había estado suprimida. Cedric, liberado y sintiendo la energía mágica fluir dentro de él, no perdió tiempo y lanzó una ráfaga de fuego hacia el mago negro, derribándolo en el proceso.

— ¡Ahora, Lyra, rápido! —exclamó Cedric mientras se ponía de pie.

Lyra, sin perder un instante, tomó la mano de Cedric.

— Voy contigo. No puedo perder más tiempo.

Cedric, con la mirada fija en Lyra, sintió una mezcla de gratitud y determinación.

— Te necesito para atar a este mago. Buscaré a tu padre. Espérame aquí.

Lyra asintió con seriedad y, antes de que Cedric se alejara en búsqueda del padre de Lyra, ella lo sostuvo de la mano con firmeza.

— Cedric, tengo miedo.

— Estaré de vuelta, Lyra. No te preocupes. —dijo antes de soltar su mano y emprender la búsqueda en la oscuridad de la noche, donde la promesa de un reencuentro aguardaba, y el temor se enfrentaba con la valentía.

Lyra, decidida, se acercó a Cedric y caminó a su lado.

— No te estorbaré, Cedric. Pero prométeme que encontrarás a mi padre.

— Lo haré, Lyra. Te lo prometo —respondió Cedric, sintiendo la determinación fluir en su voz.

Así comenzó una odisea que, extrañamente, Cedric no podía recordar con claridad. Como si los recuerdos de esa noche hubieran sido arrebatados, solo quedaba una imagen fragmentada en su mente: el caldero. Una sensación de desorientación se apoderó de él, y se tomó la cabeza en un intento de recuperar la memoria.

— ¿Cedric? ¿Estás bien? —preguntó Freya, con preocupación reflejada en sus ojos.

— ¿Quién es esa mujer a tu lado, Cedric? —inquirió Tehron.

Cedric luchó por recuperar su identidad en medio de la confusión. La imagen del caldero le sirvió como anclaje, y finalmente logró recordar.

— Es Lyra Emberforge. —declaró Cedric, la claridad regresando a su mirada

Con el recuerdo restablecido, Cedric se dispuso a continuar la búsqueda con sus amigos a su lado. Aunque el velo del olvido amenazaba con envolver la noche, la promesa de encontrar al padre de Lyra guiaba a Cedric en esta misteriosa travesía llena de magia y peligros.