La vida en la época victoriana años después de la segunda revolución industrial y de las dos guerras del opio. Está es la vida de un profesor con su hija y la maldición del vestido azul.
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Lectura incómoda
Después de comer, el joven pagó su plato y se fue, pero no sabe a dónde ir, necesita ir a la biblioteca, pero prefiere dar un paseo que pedir ayuda a la mesera, no le gustó el trato de la cortesana como piensa él.
Una hora después, el bar cierra sus puertas, pues la hora del almuerzo pasó, y es hora de hacer las compras para el día siguiente. Sophia ya se puede ir al igual que las otras chicas, ellas han dejado todo limpio y ordenado.
- Sophia ¿Dónde vas? – pregunta su amiga.
- A la biblioteca. Me gusta leer.
- Bueno, yo voy a comprar material, estoy en un taller aprendiendo a coser ropa.
- Genial, ya tienes una clienta.
Se despiden y cada quien su camino, el joven estaba de tras y sigue a Sophia, pero también mira con atención las calles para saber el camino que lleva a la biblioteca para ir por sí sólo la próxima vez.
Para las mujeres se habían creado talleres para enseñarles a coser, tejer, cocinar y cosas por el estilo, es una oportunidad para que mujer sepan hacer algo para obtener un trabajo y mantenerse sola y bajar la tasa de prostitución. Ellas serían ayudantes, porque estilistas o estudiantes de alta costura son varones, por ejemplo.
Sophia llega a la biblioteca y saluda al señor bibliotecario y se adentra para buscar sus libros de lectura. El joven nuevo se presenta.
- Buenas tardes, soy Philip Michaels, nuevo estudiante de la universidad y nuevo residente en Oxford.
- Bienvenido a Oxford, señor Michaels ¿Qué tipo de libros necesita?
- Soy estudiante de ingeniería urbana. Y tengo tarea en química.
- Bien, sígame, los libros de química están por aquí.
El bibliotecario le indica el estante donde tiene acceso a los libros que le pueden necesitar. Sophia aún está buscando un libro que todavía no ha leído.
Philip toma el libro y va a sentarse para estudiar. Poco después una mujer le pregunta.
- Hola ¿Puedo sentarme aquí?
- Sí claro – Philip se la quedó mirando como si fuera un bicho raro.
Finalizado el estudio, Sophia se queda a leer un poco más. Philip espera un poco y hace hora buscando un libro que supuestamente necesita para relajarse. Cuando Sophia fue a guardar el libro, Philip la sigue y una vez fuera, le inicia una conversación.
- Disculpe, pero ¿Para qué viene a la biblioteca? Usted es mujer…
- Culturizándome para que ningún hombre me trate de poca cosa o crea que soy ignorante.
- Señorita, le pido un poco de respeto soy hombre y estudiante.
- Harina del mismo costal.
- Eres una irrespetuosa.
- Pues mire, señor. Yo quiero saber cosas para que tipos como usted no me engañen, porque tengo sueños y tipos como usted no me los va a impedir.
- ¿Una mujer con sueños? - es sarcástico - Una mujer tiene que estar en casa aprendiendo los quehaceres para que pueda atender al hombre y los hijos.
- Soy moderna y no como las clásicas chicas que se dejan mangonear por qué así les han dicho de comportarse y que de las migajas que le cae al hombre debe comer.
- ¿De donde sacaste esos pensamientos?
- Mi padre me decía que como mujer que soy para vivir hay que trabajar, si quiero comer, trabajo, si quiero ropa, trabajo y nada de pedir.
- Pero tú vas a la biblioteca.
- Para no ser ignorante y darles motivos a los hombres de pisotear a la mujer por eso leo libros. – Sophia se acalora.
- Baja la voz, van a pensar que te estoy acosando. A parte de ser mesera y leer ¿A qué te dedicas?
- ¿Un niño rico me está interrogando como si fuera criminal?
- ¡Qué arrogante!
- Arrogante, pero con cerebro y usted un letrado entre comillas.
- ¿Letrado entre comillas?
- Ignorante.
- ¿Me dijo ignorante?
- Sí, por qué usted, al parecer, no captó la indirecta.
- Mas respeto, soy universitario y como varón que soy, tengo autoridad sobre ti.
- Huele a peligro.
- Grosera. Espero que sea la primera y última vez que nos veamos.
- Perdedor.
- Ya basta de insultos.
- Usted no quiere volver a verme, porque tiene miedo de perder.
- Hija de Satanás.
- Y usted ¿Hijo de puritana?
- No te soporto y no puedo creer que sigo discutiendo trivialidades con una mujer irreverente.
- Perdedor. -lo enfatiza.
No aguantó más, la irreverente joven mujer lo mandó a rodar así de fácil al niño rico capitalino. Él se marchó sin despedirse, pero luego fue a buscarla a toda prisa, pues no sabía cómo llegar a la residencia estudiantil. Un inmueble diseñado y cuya construcción fue dirigida por Frederick Kane cuando estaba en Oxford esos años.
- ¡Sophia! – Philip había corrido bastante y estaba muy agitado.
- ¿Qué pasó? No me diga que vio un gato negro y se asustó ¿Quién le dijo mi nombre?
- ¡Sophia! ¿Verdad?
- De modo que ya le dijeron mi nombre.
- Eso es lo de menos. Disculpa por molestar otra vez, pero no sé cómo llegar a la residencia estudiantil.
- ¿En serio? Tan rápido se perdió.
- Ayúdeme. - parecía cachorro con el rabo entre las piernas.
Sophia le indica el camino.
- Gracias, y mi nombre es Philip Michaels.
- Esta bien. Vaya a su residencia sin perderse.
Sophia gira sus talones y se va, Philip se queda un momento tomando aire y mirándola constantemente, cuando se hubo recuperado va a la residencia estudiantil.
Al día siguiente, Philip va al bar para tomar desayuno, pero Sophia no está, su desayuno es tranquilo, pero al almuerzo ella está allí. Lo que no sabe Philip es que ella cocina junto a las otras chicas el desayuno y el cocinero es quien está de mesero, el trabajo es más tranquilo y menos sucio, pero son Sophia y las otras chicas que ayudan al cocinero a preparar el almuerzo. Thomas tampoco sabe sobre el trabajo de su hija.
Pero hoy en el almuerzo ocurre algo inesperado, algo que casi todos sintieron indignación
- ¡Oye! - le grita al cajero - a las damitas se les viste bonito. – comenta un comensal.
- Ellas sólo me ayudan a despachar los platos, dejen de molestar o serán clientes non gratos.
- Bueno, no es para tanto, pero es muy bonita, pecado que trabajando aquí no pueda tener novio – comenta otro comensal.
- Quizás tenga marido, pero es un mantenido. Belleza vente conmigo. – comentó otro comensal.
- Muñeca, ¿Tú marido se hace mantener? Divórciate y cásate conmigo, serás mi reina – comenta el primer comensal
Todos estallan a carcajadas. En ese momento entran los estudiantes y con ellos Philip, los hombres guardaron su postura como respeto a los estudiantes. Algunos de los comensales que habían terminado de comer, pagan y se retiran, los estudiantes van a sentarse y Philip busca de estar cerca a Sophia.
Las dos chicas inician con su trabajo de atención.
- Señor perdedor, buenas tardes, tenga su menú en breve tomaré su pedido.
- Sophia, por favor, no en frente de otros.
- Le hablo solo a usted.
- Gracias por la orientación de anoche.
- ¿Qué gusta comer el día de hoy?
- Estofado.
- Muy bien, y ¿de beber? Tenemos agua sola, limonada, vino, cerveza
- Una cerveza no creo que venga mal.
- No, yo tampoco creo eso. Son muchos quienes acompañan su estofado con cerveza.
- Pues eso comeré hoy.
Sophia sigue anotando, dejando los pedidos y limpiando mesas. Luego sirve los platos.
- ¡Sophia!
- ¿Y ahora que necesita? – con cara inexpresiva.
- ¿No vas a almorzar?
- A mí me pagan para trabajar no para comer.
El cocinero le hace la señal que dos platos ya están listos.
- Si me disculpa , tengo que seguir sirviendo.
Y justo el estofado de Philip llega a la mesa.
- Que disfrute.
El dueño del local y cocinero observan como el estudiante busca dialogar con Sophia. El dueño hace gestos de que el joven está enamorado.
- ¡Bah! – dice el cocinero como si fuera un tontería.
- Sí tu fueras ese joven ¿Qué harías?
- Yo ya pasé la edad.
- Eso quiere decir que harías lo mismo.
- Para ser sincero, Sophia tiene rasgos muy refinados, cualquier mocoso se enamora.
- Pero el estudiante tiene muy buena apariencia, un típico londinense rico.
- Un rico que come en un comedor de trabajadores ¡Qué ironía!
- Uno cuando está enamorado hace estupideces y en su momento lo ve como un sacrificio y un acto romántico.
Philip le vuelve a hablar a Sophia aprovechando que limpia la mesa del frente.
- Sophia ¿Desde hace cuánto tiempo trabajas aquí? ¿Te pagan bien?
- Estoy en horas de trabajo, coma y calla por favor.
- ¡Sophia! - se siente ofendido otra vez.
- ¡Arg! ¿Qué? – ella pierde la paciencia y le pone mala cara.
- No te enojes Sophia.
- A ver joven – interrumpe el dueño - ¿Qué tanto molesta a Sophia?
Philip está rojo de la vergüenza. Simplemente guarda silencio.
- ¿A caso te gusta Sophia? ¿A caso no le gusta estar sólo? ¿Te falta la compañía de mamá?
Philip que da tan avergonzado. Que mantuvo baja la cabeza, no se atreve a faltar a sus mayores.
- Siga comiendo, pero Sophia está aquí para trabajar, si tanto te gusta mi empleada, muestra tus cariños a la calle cuando ella salga del trabajo. – la voz del dueño era firme.
El pobre Philip está muy avergonzado, algunos de sus compañeros lo vieron y se quedaron atónitos, el niño rico está enamorado de una empleada, eso era vergonzoso.
en palabras, que dan por resultado tantas historias. Felicitaciones.