José Augusto pretende ser el Ceo en la empresa de su padre, pero este le puso como condición que debía casarse en un año. De lo contrario otro ocuparía ese lugar.
Así que él buscaba afanosamente una esposa.
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Un juez totalmente legal
Sin avisar siquiera y sin que nadie se diera cuenta don Gael se presentó en su empresa de venta de coches nuevos y seminuevos.
Llegó directamente al despacho de su hijo.
Hola, hijo, ¡sorpresa!
José Augusto casi se atraganta con el café que estaba tomando.
¡Papá!, ¿qué haces aquí?, atinó a decir.
¿Se te olvida que yo soy el dueño de todo este imperio?, ¿cómo va lo de tu boda?, ¿le has pedido matrimonio a Graciela o te has encontrado otra mujer?, dímelo todo.
Papá, quiero que sepas que hicimos una auditoría y encontramos unas irregularidades bastante graves, dijo Augusto cambiando totalmente el tema.
Vaya, vaya, qué manera de escapar del tema que me interesa. Está bien, dime qué irregularidades encontraste.
Papá, ya no podrás presionarme con eso de que Heliodoro será el nuevo CEO porque resulta que tu querido sobrino nos ha estado estafando por años.
¡¿Pero qué dices, insensato?!, don Gael no pudo evitar su enojo.
Eso que oyes, papá, Heliodoro estafó a la empresa por varios millones de pesos y en este momento anda prófugo. La policía lo está buscando. Así que, por favor, ahórrate tus amenazas, no pienso casarme con Graciela.
Mira, hijo, no se ve bien que un CEO ande soltero, para poder salir en todas partes debe de ir acompañado de una mujer o sea, la esposa.
Puedo fingir que Graciela es mi esposa nada más en los lugares públicos y después, cada quien se va para su casa no necesito casarme con ella.
Mi respuesta es no, te casarás con Graciela aunque tenga que llevarte a rastras ¿entendido?
Y si tanto te gusta Graciela, ¿por qué no te casas tú con ella y a mí me dejas en paz?
La bofetada no se hizo esperar, don Gael perdió los estribos.
José Augusto se llevó la mano a la mejilla adolorida con la mano pintada en ella.
Está bien, papá, me casaré con Graciela como supuse que tú no entenderías razones ya tengo el juez que nos va a casar.
Por allí hubieras empezado, eso me agrada. ¿Y quién será el juez, dónde te casarás? Debemos planear la fiesta por todo lo alto.
No, papá, nosotros queremos una boda muy íntima, solamente la familia.
Claro que no, hijo, tu madre no aceptará tal decisión. Será una fiesta muy grande, aunque ustedes no lo quieran.
Ay papá, veo que cuando se te mete algo en la cabeza no hay poder humano que te saque de esa idea.
¿Cómo se llama el juez que te casará? ¿Y dónde lo conseguiste?
Papá, confórmate con que te diga que es un buen juez ya no me hagas más preguntas.
De acuerdo, la última pregunta, ¿quién te contactó con ese juez?
Mi asistente Miguel.
¿Para cuándo está programada tu boda?, para decirle a tu mamá que vaya haciendo a todos los preparativos.
Todavía faltan cuatro meses para eso, papá, será justo al terminar este tiempo.
Hecho, será en 4 meses, bueno, y ahora te dejo para que sigas trabajando. Ah, y espero que la policía atrape a Heliodoro me tendrá que escuchar varias cosas que tengo que decirle.
Cuando don Gael salió de la oficina José Augusto lanzó un gran suspiro.
"Vaya, papá se ha creído todo", pensó.
Sin embargo, don Gael tenía otros pensamientos:
"Este hijo mío cree que me chupo el dedo. Estoy seguro que solo me dijo eso para calmarme, pero no le creí una sola palabra sobre ese juez indagaré por mí mismo".
Al salir le hizo una seña a Miguel para que lo siguiera ante la mirada de Graciela que no entendía nada.
Pasaron a otro salón de la gran agencia.
Mira, Miguel, te voy a hacer una pregunta y no quiero que me mientas porque entonces podrías perder tu trabajo.
Dígame, señor, ¿en qué puedo servirle?
¿Tú contactaste al juez que va a casar a mi hijo y a Graciela?
Para Gael no pasó desapercibido que Miguel se puso un poco nervioso aunque trató de disimularlo.
Sí, ¿pasa algo?
Mira, hijo, yo no nací ayer; cuando tú vas yo ya vengo de regreso. Quiero que me digas toda la verdad. Ese juez que contactaste no es legal, ¿es verdad o me equivoco?, solo recuerda puedes perder tu empleo si me mientes.
Señor, yo no quería hacerlo, pero José Augusto casi me obligó; yo solamente obedezco órdenes, por favor, necesito mucho mi trabajo.
Eso merece una recompensa. Mira, te voy a decir lo que vamos a hacer y cuidadito con que le digas una sola palabra a José Augusto porque no solamente tú perderás tu empleo José Augusto también perderá el su.yo y no importa que sea mi hijo, ¿estamos?
Sí, señor.
Esta es la tarjeta de un juez totalmente legal, es amigo mio. Quiero que canceles la cita con el otro juez. Luego, concertas una nueva cita con este juez que te estoy dando en una fecha dentro de 4 meses. Cuando ya tengas la cita me hablas, por favor, y recuerda ni una sola palabra a mi hijo ni a Graciela tampoco.
Haré lo que usted me dice, señor.
Eso espero y si piensas traicionarme solo recuerda que tal vez te puedas quedar sin trabajo, hasta luego.
Miguel se quedó sentado con los nervios a flor de piel, trató de calmarse antes de regresar a su sitio.
Respiró hondo y se sentó en su lugar de trabajo sin decir una sola palabra.
¿Qué quería don Gael de ti?, preguntó Graciela de manera casual.
Nada importante, cosas de trabajo.
Graciela se encogió de hombros y regresó a su lugar, el resto de la tarde pasó sin mayor incidente.
José Augusto salió de su despacho e invitó a Graciela a llevarla a su casa.
Ella aceptó más por guardar las apariencias que por convicción.
Sí, gracias.
Cuando entró, habló directamente con su madre.
Mamá, tengo que decirte algo muy importante. Sé que no es el momento, pero necesito que lo sepas.
¿No puedes esperar otro día para decirme?
Mamá, voy a casarme con José Augusto, le dijo Graciela así de sopetón.
José Augusto es tu jefe ¿no?
Sí, mamá, él me ha pedido que sea su esposa.
Eres una insensata, tu padre no tiene ni siquiera dos meses de muerto y tú ya piensas en casarte, ¿en dónde tienes la cabeza?
¿Y acaso mi padre va a revivir si no acepto casarme con José Augusto?, el luto se guarda en el corazón, madre.
Rosaura rompió en llanto y luego le dijo a su hija:
Tienes razón, hija. Te deseo toda la felicidad del mundo, acto después la abrazó y ambas lloraron juntas.