Quiero Amarte - Libro 2

La condición de mi padre había empeorado cuando mamá y yo nos fuimos de China, se la pasaba trabajando, comía y dormía poco Hansol muchas veces le pidió que comiera y durmiera pero se sentía culpable por la formar en la que le había hablado.

Mamá supo desde el comienzo que nada bueno saldría si yo llegaba a venir, tenía miedo que cayera de nuevo, puede ser que esté mal, pero ya no puedo sentir lo mismo que sentí cuando vi como Morgan saltaba de la terraza. No es la misma situación, no son las mismas personas, pero una parte de mí, quiere que no sea real, quiere que él está bien, que esté sano.

Me quedo mirando su mano luego que apretara la mia, pero la repentina entrada de una enfermera, me hace levantar de golpe. Ella me pide que me retire porque la hora de la visita ya término. Al salir, al primero que veo es a Hansol, sus ojos hinchados, por tanto, llorar, no necesitábamos hablar solo con mirarnos ambos entendimos que un simple abrazo bastaba. Y eso pasó.

En segundos Luka, Chris y Brandon se unieron a nosotros, mi pequeña familia se mantiene unida, por caminos separados pero unidos.

El abrazo terminé mucho después y decidimos ir a la cafetería a tomar café, para tranquilizarnos. Entre conversaciones tranquilas y miradas de disculpas, Hansol y yo terminamos por arreglar nuestro malentendido, pero aún se siente incómodo. Brandon sugirió que no, volvamos a pelear o nos golpeará ambos.

—Bonnie, quiero que te sepas que lo que pase, nosotros estaremos contigo y para ti. — consoló Luka, sujetando mi mano.

—Gracias, gracias, chicos. — sonreímos y mi madre vuelve. — ¿Mamá, que pasa? —

—Los médicos me hablaron hace unos momentos...— su voz se apaga, lentamente. — Dicen que puede ser que no pase de esta noche. —

—Tranquila, él es fuerte, estará bien. — nos abrazamos. — Tranquila. —

—Podemos llevarlos a Japón, la medicina del país, puede ayudarnos. — propuso Kuan-Yin.

—Es muy arriesgado, podría empeorar la situación. — agregó Lan Fen.

Ellos empezaron a discutir, en donde la discusión se volvió grupal, no quise interferir y me apartó de la discusión camino por el pasillo hasta llegar a una ventana de la habitación en donde está mi padre, mirándolo acostado con un respirador resistiendo.

Apoyo mi mano sobre el cristal, no puedo aguantar las lágrimas y terminó por golpear ligeramente mi frente contra el cristal. Cuando de a poco, me dejó caer sobre el suelo cuando la voy las manos de Hansol me consuelan, abrazándome. Me tiro Ara abrazarlo, ambos no aguantamos el ver a mi padre, en esas condiciones.

—Lo siento, Bon no pude ayudarlo. — confeso.

—¿Eh? —

—No, pide ayudarle… Siempre bebía y se lamentaba... — le tapó la boca.

—No tienes la culpa, la culpa es mía. — me voy a abrazar.

Una enfermera a pareció y con una sonrisa, ella se acerca a nosotros, diciéndonos que podíamos entrar para hablar con él, aunque no esté despierto.

Nos miramos con Hansol, nos preparamos y entramos, el aire cálido, el aroma a desinfectantes y el sonido de las máquinas. Cada uno llendo por cada lado, sujetando sus manos, miro sus ojos y estos se abren lentamente me emociono mirando a Hansol. El ambiente se vuelve más triste pero no quiero salir, quiero estar con mi padre.

—¿Papá? ¿Puedes escucharme? — pregunte, mirándolo, como sus ojos voltean a ver a Hansol.

—Roberth, es Bonnie es tu hija. — le hablo Hansol.

—Tranquilo, deja que se oriente un poco. — agregue.

Salimos, de la habitación cuando la enfermera dijo que necesitaban cambiarle el suero. A pesar de que mi padre, no dijo nada pero ver como busco a Hansol, a pesar de escuchar mi voz, eso me dolió más que el rechazo de Samantha.

»»»»» Un mes después.

El cuerpo de mi padre, estaba aceptando el tratamiento, mi madre decidió volver con él, a pesar de los años y las dificultades ella lo sigue amando. Volví a Corea, luego de saber que no era bienvenida, que aun seguía molesto por lo que paso entre nosotros. Él y su orgullo.

Mes en China, me llevo a pensar mucho en lo que había dejado atrás, Hansol me acompaño a ver la tumba de Morgan.

En el cementerio, en se lapida, solo se halla su nombre y apellido, junto a él está su abuela que lo crio. No pude aguantar las lágrimas y termine llorando, saber que fui la última persona que él vio con vida. Es el peor dolor, el saber que intentaste todo por salvarlos y al final nada valió la pena.

Volví a Corea del Sur, junto a Kuan-Yin, Mei-Mei y Lan Fen. Entre los 4 el silencio se volvió parte de nosotros, pensé que mi padre me pediría que lo fuera a ver como una despedida pero no fue así. En cambio, mi madre llego acompañada a Hansol, que se presentó como todo un hombre de empresas. No me sorprendería que le dejara todo a Hansol si llegara a morir.

—¿Te encuentras bien Bon? — me pregunto Kuan-Yin.

—Sí, estoy bien. Solo quiero llegar a casa. — respondí, con seriedad.

—Está bien. —

—¿Te puedo preguntar algo Kuan-Yin? — la miro directo a los ojos.

—Por supuesto. —

—Ahora que sabes la verdad por la cual me fui de China. — vuelvo mi vista a la ventana. — ¿Perdonarías a tu padre, por todo lo que te dijo? —

Ella se quedó callada, no supo que responderme, aunque no esperaba una respuesta ahora y mucho menos directa, es una pregunta que merece respuesta, pero soy cobarde para preguntar.

Luego de casi tres horas, viajando llegue a casa. Entro y sin ánimos miro a mi alrededor, recordando sus palabras sintiendo que muy pronto lloraré.

>>Tres semanas atrás.

—Hola papá. ¿Cómo te sientes? — dejo una canasta con frutas cerca de los pies.

—¿Por qué estás aquí Emma? — ignorándome, le pregunto a mi madre.

—Cariño, es nuestra hija, vino de muy lejos. — Suavizo mi madre.

—No le pedí, que vinieras. Vete. — desvía la mirada.

—¡Papá! — tomo su mano. — Quiero que nos llevemos bien, quiero que estés mejor, que te recuperes, que… —

—No te necesito, ya tengo todo para continuar con mi vida. — mira a Hansol, y este me mira a mi apenado.

—¡No te atrevas Roberth! — mi madre se levantó. — Hansol, será un chico muy trabajador pero no es tu hijo. —

—Es el hijo que siempre quise… — expreso.

—Entonces Hansol, tomará el lugar que tendría que haber tomado mi hermano. — mencione.

—Sí, tú siendo una mujer enamorada de otra mujer, no abrías hecho el trabajo que es para un hombre. No tendré una hija que nunca quise. — vocifero, con un tono de voz molesto y serio.

—Entiendo. — murmuro. — Entonces no tengo nada que hacer aquí. Adiós. —

Salgo de la habitación, escuchando la voz de Hansol que viene detrás de mí.

>>Presente.

Antes de tomar el vuelo, me reconcilie con Hansol, entiendo perfectamente, que no soy lo que mi padre buscaba pero Hansol no tiene la culpa que mi padre y yo nos llevemos mal. Me siento feliz que al menos él sí va a poder cuidarlo junto con mi madre. Lo prefiero, antes de estar ahí y que él empeore.

Me acosté en la cama, mirando el techo, las lágrimas no salen por más dolor que estoy sintiendo. Cuando de golpe la voz de Lan Fen, mirándome desde la puerta de mi habitación. No dijo nada pero se acostó a mi lado, y sujeto mi mano, pensando que tal vez, podría llegar a desahogarme, pero para mi reacción ya no pude.

Lo único que llegaba a mi cabeza, eran sus palabras — Es el hijo que siempre quise. — debería sentirme mal, triste, desanimada, y sentir todas las emociones negativas, pero por alguna razón que aun no conozco no puedo sentir nada. Estoy en modo neutral, como cuando tu cabeza disocia y te pierdes en un punto, fijo al mirar.

Solo siento la cálida mano de Lan Fen sujetando la mía, giro mi cuerpo para mirarlo a los ojos solo se pueden escuchar el sonido de los grillos en la parte de afuera, como cuando piden agua.

El despertador de mi celular suena, indicándome que luego la hora de irme a trabajar, siendo así las siete de la mañana. Me levanto, me baño y busco mi ropa, opte por algo no tan complicado un pantalón sastrero color verde, una camisa blanca de mangas por los codos, unos zapatos de tacón corto, y deje que mi cabello se secara con el aire.

Guarde todas mis cosas y salgo de mi casa, dejándole una nota a Lan Fen, que volvería a las cinco de la tarde. Miro el cielo y de nuevo esa nubes gigantes de color gris oscuro, que envuelven el ambiente en una triste melancolía. Me subo a mi auto, y me quedo unos segundos mirando la puerta del garaje, introduzco la llave y enciendo el auto.

Manejando, en silencio, mirando cómo la gente camina como si nada malo pasaran por sus vidas.

Llegue a la empresa, camino directo al ascensor, esperando encontrar a Mei-Mei, en el camino pero no la encontré. Supongo que estará con Kuan-Yin.

Miro el reloj que está colgado enfrente de mí y recordé una reunión, en donde ambas estarían. Me quedo tranquila, y miro mi celular, sin mensajes. Lo dejo a un lado y enciendo la computadora.

—Ahora tengo que esperar. — me dije a mí misma.