Secretos, envidia, poder, dinero y traiciones, son el ingrediente perfecto para un desenlace trágico.
La traición aveces viene de la propia sangre, y la lealtad se paga con ella también.
El día que descubrió la verdad, el mundo de Érika se tambaleó.
La traición de una persona querida, la muerte de su padre y la revelación de que ella era la heredera de aquel secreto familiar tan bien guardado, la empujaron a una nueva realidad, todo es nuevo y peligroso para ella, podrá lograr seguir su vida?
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Capitulo 10 - La coartada.
Roberto se puso de pie, y apuntaba directamente al comisario, llevándolo al centro del salón. Javier los seguía a ambos, sin intervenir, pero pensando bien todo.
—Pibe, vos tenés que ayudarme. Si lo hacemos, vos vas a heredar todo lo de tu viejo, eso te lo prometo. —dijo Valdez, un poco desesperado, mientras Roberto lo tenía en la mira, dispuesto a dispararle.
—Sos un hijo de puta, Valdez. Sos un traidor de mierda, y así vas a morir, como una rata. —dijo Roberto, a punto de matar al comisario.
—¡Baja el arma! —gritó Javier, sacando el revolver y apuntando a Roberto.
—¿Otra vez? No tenes los huevos para matar a nadie, baja el arma vos. —dijo Roberto, con una mirada fría, llena de odio, volviendo a mirar a Valdez.
Pero justo cuando estaba por apretar el gatillo, Javier disparó primero, metiéndole un balazo en la costilla derecha a Roberto. Sentir el disparo le encendió una furia incontrolable. Sin pensar, giró y apuntó a Javier, decidido a liquidarlo.
En ese momento, Valdez aprovechó la distracción, sacó su arma reglamentaria y lo remato con cinco tiros al pecho.
—Ya no hay vuelta atrás, ahora hay que irnos y esperar a que lleguen mis compañeros, una vez que se descubra la escena, vos y yo aparecemos, ya tengo pensada la coartada. —dijo Valdez, con tono frío y calculador, muy seguro.
Javier quedó paralizado, el impacto de ver a Roberto morir lo dejó sin palabras. Sentía un alivio increíble, casi como si un peso enorme se le hubiera quitado de encima. Aunque fue un momento traumático, también fue liberador. En el fondo, era lo que había deseado durante años. Verlo ahí, inmóvil, le produjo una satisfacción que no podía describir. Por fin, después de tantos años de maltrato, Javier se sentía libre, como si él mismo lo hubiera matado.
Javier murmuró para sí mismo, con una mezcla de rencor, alivio y una sonrisa casi desquiciada: "Lo tenías bien merecido, hijo de puta."
............
La lluvia seguía de manera intermitente, parando solo unos minutos para volver a caer con la misma intensidad. En la mansión, Javier y el comisario, miraban el cuerpo sin vida de Roberto, mientras el sonido de la lluvia y algunos truenos llenaban el lugar.
Sabían que debían actuar rápido para evitar cualquier sospecha sobre ellos.
—Escuchame bien, pibe. Tenemos que ser vivos ahora, no hay que ser pelotudos. Si nos quedamos acá, vamos a levantar sospechas y de esta no salimos. Hay que dejar todo como está, volver cuando llegue la policía y hayan encontrado el cuerpo de tu viejo. —dijo Valdez, con voz firme.
—¿Y como hacemos? ¿Qué decimos cuando volvamos? —preguntó Javier, visiblemente nervioso.
—Vamos a decir que estabas conmigo cuando pasó todo. Yo te encontré en el camino, los atacaron delincuentes y vos te quedaste en tu camioneta. Y tu viejo volvió solo en la suya, más o menos así. Yo te voy a cubrir en lo que pueda, pero vos seguí el plan al pie de la letra. —respondió Valdez, mirándolo fijamente.
—Está bien. Pero todo tiene que salir perfecto, comisario. No quiero terminar en cana por esto —respondió Javier, con voz temblorosa.
—Vos déjame a mí, yo sé manejar todo esto. Ahora dejamos todo como está y vayamos a mi auto. Cuando volvamos, vas a ser el hijo preocupado que encuentra a su viejo muerto, todo va a salir joya. —dijo Valdez, sonriendo confiado.
Salieron rápido de la mansión, bajo la lluvia, subieron al auto del comisario y se alejaron rápidamente. Mientras conducía bajo la lluvia, Valdez le daba más instrucciones a Javier.
—Cuando lleguemos a la estación, vos te vas a quedar en el auto. Yo voy a avisar que te encontré cerca del cerro, y que vos estabas buscando a tu viejo, que los atacaron delincuentes. Si te preguntan algo, vos estabas conmigo, los atacaron y vos te quedaste solo hasta que yo te encontré ¿Está claro? —explicó Valdez.
—¿Y si no nos creen? —preguntó Javier, con su voz cargada de dudas.
—Vos quédate tranquilo, no van a creer. Tengo contactos adentro y soy el comisario, nadie va a cuestionar mi palabra. Solo tenés que mantener la calma y seguir el plan —aseguró Valdez, sin apartar la vista del camino.
Finalmente llegaron a la estación de policía. Valdez bajo del auto y entro rápidamente, dejando a Javier solo en el vehículo. Pasaron unos minutos que a Javier le parecieron eternos. Finalmente el comisario volvió acompañado de otros oficiales.
—Vamos, pibe. Vamos a tu casa, recibimos acá un llamado, alguien de cerca que dice que se escucharon tiros cerca de la mansión, podría ser que tu viejo esté ahí —dijo Valdez, hablando a Javier frente a los otros oficiales, guiñándole el ojo, y haciendo un gesto de "todo ok" con la mano.
Llegaron a la mansión, el comisario y Javier bajaron del auto, mientras los otros oficiales bajaban de la patrulla. Al llegar, encontraron la puerta entreabierta y las luces prendidas. Los policías entraron cautelosamente, con las armas en mano.
—¡Comisario! ¡Acá hay un cuerpo! —gritó uno de los oficiales.
Los policías se acercaron al cuerpo de Roberto, examinando la escena. Valdez y Javier se quedaron un poco atrás, observando con expresiones de preocupación.
—Está muerto, comisario. Parece que lo mataron a quemarropa —informó otro oficial.
—¡Dios mío! —dijo Valdez, fingiendo sorpresa—. Javier, quédate tranquilo. Vamos a encontrar a los responsables.
—¡Papá! ¡No! —gritó Javier, cayendo de rodillas y cubriéndose la cara con las manos, tratando de parecer devastado.
—Llamaremos a la central, que manden más patrullas, hay que acordonar el área y hacer un rastrillaje. Necesito que pongan a todo el personal disponible en la búsqueda de los responsables —ordenó Valdez, con voz autoritaria.