Haniel Estrada ha logrado obtener su título oficial de detective de la policía tras los eventos ocurridos en contra de su ahora muerto padre.🕵️♂️
Ahora como el tutor de su hermana adolescente y de la hija del detective Rodríguez, debe dividir su tiempo entre ser "Padre" y su pasión, pero toda felicidad tiene su fin.🙃
Su medio hermano Carlos ha jurado venganza en contra de Haniel y sus protegidas por la muerte de su padre y promete ser el próximo asesino serial y superar a su padre😬
¿Podrá Haniel proteger a sus seres queridos y evitar tantas muertes como las que ocurrieron antes?💀
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PRÓLOGO
Minutos antes de que la noche se convirtiera en un baño de sangre, donde cuatro vidas serían segadas de manera brutal, un joven de 18 años estaba de pie en la habitación, escuchando con atención el plan de su padre para vengarse de la mujer que le había arrebatado todo. Carlos estaba inmóvil, con la mirada fija en Marco, mientras este último explicaba con detalle el mecanismo del juego macabro que le impondría a Haniel.
—En unas horas será el día en que Haniel y Sofía pagarán por todo lo que su madre me hizo sufrir al abandonarme—dijo Marco, con una sonrisa fría y calculadora en su rostro.
—- Carlos sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar las palabras de su padre, pero se mantuvo firme, intentando no mostrar ningún signo de debilidad.
Marco continuó explicando el plan con una voz fría y calculada, sin mostrar ningún signo de emoción.
—El juego consiste en un mecanismo de 4 rifles y un sistema de botones que los accionan —dijo—. Cada chica tiene frente a sí uno y un tablero con 3 botones, y cada uno activa cada uno de los rifles.
—- Carlos miró hacia las chicas, Sofía, la hermana de Haniel, Jessica, la niña hija del detective Rodríguez, y Lucia, la chica que era amiga de unas de las víctimas iniciales de Marco, estaban amarradas y sujetas al mecanismo, totalmente desnudas, con una mirada de terror en sus ojos.
Marco continuó, sin inmutarse por la situación.
—El otro rifle tiene solo 1 botón, que Haniel tendrá que activar en un plazo de 5 minutos. Si lo hace, el rifle se activará automáticamente, matándolo, pero desactivando los otros 3. Pero sino lo hace, los otros 3 rifles se activarán, matando a las 3 chicas.
—- Carlos se sintió horrorizado por el plan de su padre, un juego macabro diseñado para la muerte, sin ninguna posibilidad de escape.
—Pero hay un riesgo —continuó Marco—. Si Haniel tarda demasiado en tomar una decisión, las chicas podrán salvarse por sí solas activando alguno de los 3 botones, matando a una de las 3 sin saber a quién, y las otras 2 y Haniel se salvarían.
—- Carlos estaba atónito, sin palabras, incapaz de procesar la crueldad y la maldad que emanaba de su padre, pero que anhelaba conseguir de igual o mayor medida.
Marco miró a Carlos con una expresión seria y calculadora.
—Seguramente Haniel ya está siguiendo las pistas que lo llevarán a este preciso lugar —dijo—. Tu madre y yo nos encargaremos del juego. Pero necesito que tú te encargues de otra cosa.
—- Carlos asintió, esperando a que su padre le explicara qué era lo que necesitaba que hiciera.
—Necesito que vayas a la casa de Montserrat a instalar las cámaras que necesitaremos para el futuro —continuó Marco—. En caso de que este plan no funcione, necesitaremos tener ojos en la casa de Haniel para poder seguir sus movimientos y planificar nuestro próximo movimiento.
—- Carlos asintió, entendiendo la importancia de la tarea.
—Las cámaras son mini cámaras de alta tecnología —explicó Marco—. Tienen una resolución de 1080p y pueden grabar video en tiempo real. También tienen una función de movimiento que les permite detectar cualquier movimiento en la habitación y enviar una señal de alerta a nuestro sistema. Necesito que las instales en la sala, la cocina y el dormitorio de Montserrat.
—- Carlos tomó nota mentalmente de los detalles, asegurándose de recordar cada uno de ellos.
—No te preocupes por la casa —dijo Marco—. Seguramente estará vacía. Montserrat saldrá a apoyar a su hijo Haniel, así que no habrá nadie allí para molestarte. Solo asegúrate de que las cámaras estén bien escondidas y que no puedan ser detectadas.
—- Carlos asintió, sintiendo una sensación de inquietud al pensar en la tarea que tenía por delante.
Carlos se despidió de sus padres con un gesto mecánico, sin mostrar ninguna emoción en su rostro. Marco le dio un abrazo breve y le susurró al oído:
—Recuerda, hijo, esto es importante. La casa de Montserrat debe estar vigilada en todo momento.
—- Carlos asintió y se dirigió hacia el auto de su madre, un sedán oscuro que estaba estacionado en la entrada de la casa. Se subió al vehículo y arrancó el motor, sintiendo el rugido suave del motor mientras se alejaba de la casa de sus padres.
La noche era oscura y silenciosa, con solo la luz de las estrellas iluminando el camino. Carlos condujo por las calles vacías, sintiendo el peso de la tarea que tenía por delante. La ciudad parecía dormida, con solo el ocasional sonido de un perro ladrando o un coche pasando rompiendo el silencio.
Al llegar a la casa de Montserrat, Carlos apagó el motor y se bajó del auto. La casa estaba oscura y silenciosa, con solo una débil luz de la luna iluminando el porche. Carlos se acercó a la puerta principal y sacó una llave maestra que su padre le había dado. La introdujo en la cerradura y giró la llave suavemente, sintiendo el clic de la cerradura al abrirse.
Carlos empujó la puerta lentamente, sintiendo el crujido de los goznes al abrirse. La casa estaba oscura y silenciosa, con solo el sonido de su propia respiración rompiendo el silencio. Carlos se deslizó dentro de la casa, cerrando la puerta detrás de él. Se quedó quieto por un momento, escuchando cualquier sonido que pudiera indicar que no estaba solo. Pero la casa estaba vacía, y Carlos podía sentir la soledad y el silencio que la rodeaba.
Con movimientos sigilosos, Carlos se dirigió hacia la sala y comenzó a instalar las cámaras. La oscuridad parecía amplificar cada sonido, y Carlos se movía con cuidado, sin querer hacer ningún ruido que pudiera alertar a alguien de su presencia. La tensión era palpable, y Carlos podía sentir el sudor en su frente mientras trabajaba. ¿Estaría realmente solo en la casa? ¿O habría alguien más allí, esperando para sorprenderlo? La incertidumbre era emocionante y aterradora al mismo tiempo.
Carlos terminó de instalar las cámaras en la sala, la cocina y el dormitorio de Montserrat, asegurándose de que estuvieran bien escondidas y no pudieran ser detectadas. Se tomó un momento para revisar cada una de ellas, asegurándose de que estuvieran funcionando correctamente y que la señal de video estuviera siendo transmitida a la ubicación designada por su padre.
Una vez que estuvo satisfecho con el trabajo, Carlos se dirigió hacia la puerta principal y salió de la casa, cerrando la puerta detrás de él. La noche parecía aún más oscura y silenciosa que antes, y Carlos se sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras se dirigía hacia el auto.
Se subió al vehículo y arrancó el motor, sintiendo el rugido suave del motor mientras se alejaba de la casa de Montserrat. Mientras conducía de regreso a casa, Carlos no podía evitar sentir una mezcla de emociones: excitación, ansiedad y una pizca de miedo. Sabía que el juego sangriento estaba a punto de comenzar, y no podía esperar para ver cómo se desarrollaría.
Al estar apunto de llegar a casa, Carlos se apresuró a llegar al porche esperando encontrar a sus padres listos para partir hacia el lugar del juego. La casa estaba oscura y silenciosa, pero Carlos sabía que su padre y su madre estaban allí, preparándose para el evento que estaba a punto de ocurrir.
Cuando estaba esperando encontrarlos listos para partir, se detuvo en seco al escuchar el sonido de disparos provenientes de la dirección de la casa. Su corazón se aceleró al darse cuenta de que algo había salido mal. ¿Habría comenzado el juego antes de lo esperado? ¿O habría algo más en juego? Carlos se sintió una sensación de incertidumbre y miedo mientras se apresuraba a investigar qué estaba sucediendo.
Carlos vio a su padre salir encañonado por Montserrat y subirlo al auto de su padre, y comenzar su marcha a un lugar desconocido. Los siguió, pero se retrasó debido a un pequeño choque que le hizo perder cercanía. Mientras el otro conductor se ponía violento por la situación, Carlos sacó su arma semiautomática 9mm para intimidarlo y luego siguió con su marcha.
Al interceptarlos, lo que vio primero fue el auto en medio de la carretera con las farolas prendidas y una silueta en el asiento del copiloto. Se acercó con cautela mientras sostenía su arma y observó que era Montserrat recostada con varios frascos de medicación vacíos sobre sus piernas. Al voltear al asfalto, allí tirado estaba su padre con un disparo en la frente en un charco de sangre.
Carlos se tiró de rodillas y gritó de rabia, sintiendo una mezcla de dolor y furia que lo consumía. Miró el cuerpo de su padre y luego a Montserrat, y su mente se llenó de pensamientos de venganza.
—¡Haniel! ¡Sofía! —gritó Carlos, su voz llena de odio y rabia—. ¡Os juro que pagaréis por esto! ¡Os haré sufrir como nunca habéis sufrido!
La rabia y el dolor se apoderaron de Carlos, y se quedó allí arrodillado, mirando el cuerpo de su padre y jurando vengarse de aquellos que lo habían matado. La oscuridad de la noche parecía cerrarse sobre él, y Carlos se sintió consumido por una sed de venganza que no sabía si podría controlar.