El reloj dorado
En la estación de trenes nunca faltaba a su cita el señor Rafael. ¿A quién esperaría horas y horas mirando su enorme reloj dorado? Los niños del barrio siempre se reían del señor Rafael: ¡era tan ext
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El señor Rufino y la noche
El señor Rufino era el anciano de gesto amable y bigotes blancos, vestido siempre de verde, que vivía en el piso de en frente. Decía papá que había trabajado toda la vida de sereno, pero nosotros no s
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Cuento de «El ajetreado día de Claudio Tomares»
La enorme panza del payaso Claudio Tomares subía y bajaba al son de su pesada respiración (por llamar de alguna manera a sus fuertes ronquidos) cuando el despertador en forma de sol sonó estrepitosame
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Cuento de igualdad de género: El príncipe Catapulto
Desde pequeño, al príncipe Catapulto le habían enseñado que su mayor deber era ir rescatando princesas por los reinos. Pero al príncipe Catapulto nunca se le había dado muy bien eso de rescatar prince
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Cuento «La princesa y el guisante»
Había una vez un joven príncipe de un reino lejano. El príncipe estaba triste, porque no conseguía encontrar esposa. Deseaba encontrar a una «verdadera princesa», y ninguna de las doncellas de los rei
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Cuento de gnomos para niños: “Umvyn, el gnomo gruñón”
En lo más profundo del bosque, junto a la raíz del roble centenario, vivía Umvyn. Umvyn era un gnomo de larga barba blanca y rostro surcado por las arrugas. Vestía un un guardapolvos de color azul suj
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La aventura de las emociones
Era una mañana de primavera. El sol se colaba a través de las ranuras de la persiana y dibujaba figuritas de luz sobre la cama de Laura. De pronto, los rayos de sol le hicieron cosquillas en la nariz
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Cuento de brujas para niños: La brujita Fuegoazul
Freya había descubierto que tenía poderes al cumplir 7 años. Durante aquel cumpleaños, más que apagar las velas, las encendió. Sí, como lo oís. Antes de que su mamá pudiera acercar la cerilla a la tar
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Buscando a Papá Andersen
Hacía ya muchos años que El patito feo no veía a Hans Christian Andersen, su papá. No es que fuera su padre, padre. Como sabéis, el patito feo es, en realidad, un cisne. Lo que pasa es que Andersen fu
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El caracol atrapado en el tiempo
Floppy era un caracol. Y, como todos los caracoles, era muuuuy lento. Vivía en un macizo de verdes y sabrosos tréboles. Pero Floppy era curioso. Se preguntaba qué habría al otro lado del macetero. Ade
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Cuento de piratas para leer: El pirata Malapata
El pirata Malapata saltó desde la cubierta del barco hasta el bote y se mojó los pies. – ¡Rayas y centollos! Ahora volverán a olerme los pies a pescado podrido- resopló. El pirata llevaba tres meses
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Cuento de vikingos para leer: ¡Este vikingo se marea!
El pequeño vikingo era valiente. No conocía otra manera de ser: su padre, su madre, sus hermanos mayores… todos eran valerosos guerreros que no le temían al combate. Al pequeño vikingo no le daba mi
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Cuento del universo para leer: “La Estrella de mar que viajó al Espacio”
Desde que era una pequeña estrella de mar, Centella soñaba con viajar al Espacio y conocer el Universo. Esto era así porque su abuelo siempre le contaba una historia antes de irse a la cama: Al princi
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Cuentos del Espacio para leer a los niños: “Luna de queso”
Alba, Rita y Román jugaban en su cabaña en el árbol cuando escucharon unos ruidos que procedían de un claro del bosque. El sol se había puesto y la oscuridad empezaba a caer sobre Villablue, pero de a
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Cuento de Egipto para niños: El capricho del pequeño faraón
Todos sabían que el pequeño faraón era caprichoso, engreído y malcriado. ¡Pero su último mandato había dejado a los egipcios con los ojos como platos! El pequeño faraón había ordenado construir una
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Cuento de animales para leer: El viaje de Pingüi
Pingüi es una pequeña pingüina que vive en la Antártida. La blanca nieve y el hielo azulado de los glaciares le parecen muy aburridos, por eso sueña con conocer El Mundo de Colores. Lo que Pingüi no s
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La verdadera historia de Hansel y Gretel
Buenas noches, queridos niños. Me presento: soy la bruja del cuento de Hansel y Gretel. ¡Pero no os asustéis! No debéis tenerme miedo: todo lo que esos dos niños contaron de mí es una mentira podrida.
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¡Hay duendes!
La señora Bliss estaba desesperada. ¡Últimamente no encontraba las cosas! Sólo en la última semana había perdido un dedal, una caja de cerillas y dos monedas de un euro. – ¡Eso es que hay duendes! –
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