Tres

...Narra Kaylee ***...

Ambas bajamos las escaleras y esperamos en el porche de la casa. Colette sale con pantalón negro y una blusa completamente negra y tenis del mismo tono.

-¡Wow! Kaylee, ¿Qué te hiciste en el cabello?

-Haylee me plancho el cabello -le digo con una sonrisa tímida

Se que no suelo prestarle mucha atención a la apariencia de mi cabello, ya que normalmente solo lo desenredo y lo dejo al aire libre para que seque por si mismo y tome la forma que le plazca. 

 -No te gusta plancharte el cabello -me dice Colette 

-Pero a mi me dijo que si -dice Haylee confundida

Ambas me miran.

-Que no me lo planche no significa que no me guste, Haylee se ofreció a hacerlo y acepte porque de verdad quería 

-¿Listas? -dice mi papá mientras nos mira con una sonrisa

-Si 

Vamos al auto de mi padre. Él se mete de piloto y Haylee de copiloto. Mientras que Colette y yo nos vamos en la parte de atrás. Por hoy Malik no sería requerido y me alegraba estar solo la familia.

-¿Mi tía Makena no ira?

-No, me dijo que tenia que arreglar unas cosas en su trabajo 

-Bueno es que su colección tuvo que atrasarse porque mi madre murió -dice Colette 

-Si -dice mi papá sin despegar la mirada de enfrente 

-Muero por ver su colección -dice Haylee con una sonrisa tratando de quitar ese silencio incomodo 

-Yo también -le digo tratando de sonar emocionada 

-Odias sus trajes de baño -dice Colette -Deja de fingir algo que no eres por complacerla 

Bajo la mirada y juego con mis manos sobre mi regazo. 

Que no me pusiera los trajes de baño de mi tía no significaba que no me gustaran, simplemente no iba a la playa, ¿Para qué quería ese tipo de ropa si no la voy a usar?

Llegamos a uno de los restaurantes más caros de la ciudad, mi mamá no le gustaba venir porque decía que aunque la comida fuera muy rica, era mejor la que ella preparaba.

Entramos los cuatro y pedimos una mesa cerca del escenario en vivo, estaban tocando música clásica. 

-Mi madre odiaba este lugar -me dice Colette en susurro 

-Cállate que te pueden escuchar 

-No estoy diciendo mentiras 

-Deja de hacerlos sentir mal Colette, mi mamá ya no está y si a ellos les gusta, bueno los complacemos 

-Yo no soy como tu, yo no quiero que todo el mundo me ame, ese señor no es mi padre 

-Sin embargo, te toma en cuenta como si lo fuera, ¿Necesitas que te recuerde que él también mandaba dinero para ti y para tu educación?

-Yo no se lo pedí 

-Pero no tienes porque ser malagradecida y soberbia, si no querías venir simplemente dices, no gracias no quiero ir 

Me siento al lado de Haylee que me mira con una sonrisa sincera. 

Un mesero nos trae la carta, pero mi padre pide la especialidad del chef para todos. Acompañado de una bebida con un extraño nombre.

-¿Les parece si vamos a comprar sus cosas para la escuela? -pregunta mi papá con una sonrisa

-Sería bueno -le digo con una sonrisa 

-Yo sinceramente no quiero, no estoy de ánimos, acabo de perder a mi madre -dice Colette 

-No te preocupes Colette, yo puedo hacer tus compras 

-No le estoy pidiendo que lo haga 

-Lo sé, yo me estoy ofreciendo 

-Haga lo que quiera 

Miro a mi padre pero su rostro está sin expresión, solo una mirada tal vez de lo que parece ser compasión.

-Bueno, entonces terminamos de comer y te llevamos a casa 

Después de terminar esa interminable comida con silencio sepulcral, regresamos a casa 

-¿Segura que no quieres venir? -pregunta mi papá por última vez 

Colette sale del auto y cierra la puerta con un portazo.

-Lo siento, no se porque se está comportando de esta manera -me disculpo apenada 

-No tienes porque disculparte, es comprensible su comportamiento, acaba de perder a su madre y su defensa es mostrándose irritante

-No mereces que te hable de esa manera

-Estoy bien hija, de verdad 

Llegamos a una papelería enorme, con miles de productos, todo para el regreso a clases.

Haylee toma una canasta para ella y me tiende otra. Vamos recorriendo pasillos y pasillos, mientras tomamos todo lo necesario. En el último pasillo están las mochilas. Y ambas nos quedamos paradas observándolas todas. 

Me decidí por una azul pastel, con un llavero en forma de una motita peludita de ojitos tiernos. Por otro lado Haylee tomo una mochila negra con cierres y correas blancas. 

Después pasamos a la caja, mi padre pago con su tarjeta de crédito. Subimos todas las bolsas a la cajuela del carro y decidimos desviarnos de casa por una nieve. Mi padre la pidió de menta, Haylee de fresa con vainilla y yo de galleta. 

Paseamos un rato por tiendas y establecimientos de ropa, al final terminamos entrando a una de zapatos. Compre unos zapatos y Haylee unas plataformas. 

Después de ese largo y maravilloso día decidimos regresar a casa y bajar todas las compras. Entre al cuarto de Colette y la vi recostada con sus enormes audífonos rojos escuchando probablemente a su banda de rock favorita.

-Déjame sola -dice mientras termina de dibujar un paisaje con marcadores 

-Te traje esto 

Se quita los audífonos de mala gana.

-¿Qué?

-Te traje esto 

Le entrego tres bolsas.

En la primera está su mochila, es café capuchino con estrellas por toda la mochila.

-La vi y me gustó para ti 

Saca de la segunda bolsa un recopilador, sus hojas blancas, plumas, colores, y todo lo necesario para el lunes 

-Gracias 

-Yo no lo pagué -le digo 

-No le voy a dar las gracias 

-Bien, no puedo obligarte a hacerlo, pero piensa 

-¿Qué cosa?

-Mamá no te crío así, nos enseño a dar las gracias cuando alguien hace algo por ti, por muy pequeño que sea -la miro -Y él está haciendo mucho 

-Comprarme las cosas para regresar a la escuela y llevarme a un restaurante caro ¿Te parece mucho? 

-Y soportar tus insultos y no reprenderte por tu comportamiento tan maleducado 

Salgo de su cuarto.

-Kaylee -me dice Haylee con una sonrisa -Acaban de traerme todos los muebles, ¿Me ayudas a dirigirlos?

-Claro -le digo con una sonrisa 

Los trabajadores comienzan a montar la nueva cama de mi hermana, después desenvolvieron su escritorio y silla. También acomodaron los buros a cada lado de su cama. En una pared colgaron todas las repisas. 

Haylee sacó el dinero y les pagó por la mano de obra, ya que mi padre había cubierto el gasto de los muebles con la tarjeta de crédito. 

-¿Me ayudas a enmarcar mis fotos?

-Claro que si 

Después de enmarcar 50 cuadros y colgarlos en las paredes, le ayudé a tender la cama, mientras ella llenaba las repisas con libros de literatura. 

-LISTO -decimos al mismo mientras chocamos los puños conformes con el resultado 

-Ahora solo falta acomodar mi ropa 

-Entonces ¿Qué esperamos?

Su ropa era tan elegante y delicada, que no se si eso me sorprendida más o los colores ya que predominaban el negro, el blanco, el tinto, el gris, azul marino y el morado oscuro. 

No dudaba que se haya espantado cuando entro a mi armario, con miles de colores por todos lados. 

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