La verdad oculta

Nos quedamos en silencio después de que el hombre se alejó. El viento soplaba con fuerza, y las hojas secas crujían bajo nuestros pies. Eliza y yo nos miramos, pero ninguna de las dos sabía exactamente qué hacer a continuación. La adrenalina seguía corriendo por nuestras venas, pero en ese momento, había algo más importante que la supervivencia: la verdad.

—¿Qué demonios estaba pasando ahí? —preguntó Eliza, finalmente rompiendo el silencio. Su rostro reflejaba la confusión que también sentía yo.

Lo que había comenzado como un simple ejercicio de entrenamiento se había transformado en una pesadilla. La figura enmascarada, las emboscadas, el hombre que se había presentado como parte de la “seguridad”… todo parecía estar orquestado, y nosotros éramos las piezas de un juego macabro.

—No lo sé. —Respondí, mis palabras eran más vacías de lo que me gustaría admitir—. Pero esto no es normal. Nadie nos advirtió de lo que estaba por venir.

Eliza asintió, mirando hacia el horizonte, donde la niebla aún era densa. El campo de entrenamiento no parecía el lugar familiar de antes. Ahora, todo se veía extraño, como si estuviéramos en un escenario de guerra real.

¿Cómo llegamos hasta aquí? La pregunta rondaba mi mente como un eco que no se callaba. Habíamos sido entrenadas para sobrevivir, para ser fuertes, pero nada nos había preparado para esto. ¿Qué clase de entrenamiento era este?

Decidí que teníamos que encontrar respuestas. No podíamos seguir corriendo sin sentido, esperando llegar al punto de extracción que parecía cada vez más distante.

—Vamos a buscar a los instructores. —dije, mi tono firme, aunque mis manos seguían temblando por la tensión acumulada—. Ellos tienen que explicarnos qué está pasando.

Eliza no dijo nada al principio, pero me siguió, con una determinación silenciosa que, por alguna razón, me dio confianza. Ambas sabíamos que, a estas alturas, era nuestra única opción.

Avanzamos por el terreno, cada paso más cauteloso que el anterior. Mientras caminábamos, el sonido de nuestros pasos era lo único que podíamos escuchar. El aire estaba frío y húmedo, y el paisaje parecía cada vez más desolado. No había señales de vida a nuestro alrededor, ni de los otros miembros del equipo. Solo estábamos nosotras y la incertidumbre.

Después de un tiempo, llegamos a una de las áreas principales del campo de entrenamiento, o al menos lo que pensábamos que era. Pero lo que encontramos allí fue lo último que esperábamos.

Había un edificio apartado del resto, con un sistema de seguridad más elaborado de lo que jamás habíamos visto. Puertas blindadas, cámaras de vigilancia en cada esquina, y una luz tenue que brillaba a través de las rendijas de las ventanas. Este lugar no era parte de lo que nos habían mostrado antes.

¿Dónde estaban los instructores?

Nos acercamos con cautela. No había nadie en el exterior. Lo que nos esperaba adentro era incierto, pero estábamos decididas a descubrir la verdad.

Eliza y yo nos miramos una última vez, dándonos un breve asentimiento antes de abrir la puerta. No hubo resistencia; la puerta cedió fácilmente, y nos adentramos en lo que parecía ser una oficina de control, aunque mucho más grande y sofisticada que cualquier cosa que hubiéramos visto.

Dentro, había pantallas de monitoreo, mapas detallados y computadoras que mostraban estadísticas de cada uno de nosotros. Los instructores no estaban presentes, pero las pantallas mostraban todo lo que había ocurrido en las últimas horas: nuestros movimientos, nuestras decisiones, incluso nuestras conversaciones.

—Esto no es normal. —Eliza susurró, sus ojos fijos en una de las pantallas. En ella, podíamos ver nuestras propias imágenes: estábamos siendo observadas desde el momento en que llegamos al campo.

Eliza fue la primera en acercarse a las computadoras. Mientras yo seguía mirando las pantallas, ella comenzó a teclear frenéticamente. Parecía estar buscando algo, algo que podría explicarnos lo que estaba pasando.

En ese momento, el sonido de una puerta abriéndose nos alertó. Dos figuras en uniforme entraron en la sala. Uno de ellos, el mismo hombre que nos había hablado en la niebla, ahora sin la máscara. El otro, un hombre de aspecto serio, con una chaqueta que llevaba insignias de alto rango. Ambos nos miraban con una mezcla de desdén y algo que podría haber sido frustración.

—¿Qué están haciendo aquí? —dijo el hombre con la chaqueta de alto rango, su tono autoritario.

“Ya es demasiado tarde para escondernos”, pensé. Ya sabíamos demasiado.

—Queremos saber qué está pasando. —Respondí, tratando de mantener la calma, aunque mi voz temblaba. Ya no podíamos ocultar nuestra preocupación. Lo que había sido un ejercicio de entrenamiento se había transformado en algo mucho más siniestro.

El hombre de la chaqueta de alto rango suspiró, como si estuviera cansado de repetir la misma historia una y otra vez. Se acercó a una de las pantallas y presionó un par de teclas. La pantalla se iluminó con más detalles sobre nuestras actividades, nuestras evaluaciones, nuestras debilidades.

—Todo esto fue diseñado para ustedes. —Su voz era fría y calculadora, como si todo fuera parte de un plan perfectamente ejecutado—. Nosotros no solo entrenamos soldados. Nosotros creamos los mejores. Y para eso, necesitamos ver hasta dónde pueden llegar.

Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar sus palabras. ¿Todo esto era una prueba? ¿Pero cómo podía ser que nos pusieran en situaciones tan extremas, peligrosas, sin darnos la información completa? ¿Acaso nuestras vidas valían tan poco?

—Esto es una locura. —Eliza se adelantó, su tono más desafiante—. ¿Por qué nos mentiste? ¿Por qué no nos dijeron la verdad desde el principio?

El hombre no se inmutó.

—Porque para ser lo que ustedes quieren ser, necesitan saber que pueden manejar la incertidumbre, el peligro, la traición. —Hizo una pausa, observándonos como si estuviéramos siendo evaluadas nuevamente—. La vida real no es como los juegos de guerra. Es mucho más compleja. Y si no pueden superar esto, entonces no están listos para el campo de batalla.

Las palabras del hombre cayeron sobre mí como un peso. ¿Qué clase de entrenamiento era este? ¿Por qué habíamos sido sometidas a algo tan cruel?

¿Qué querían de nosotras?

—No podemos continuar con esto. —Mi voz era firme, más de lo que me sentía, pero el miedo había desaparecido. Lo que sentía ahora era rabia. No iba a permitir que nuestros esfuerzos se desperdiciaran de esta manera.

El hombre nos miró por un largo momento, y por un breve segundo, vi algo que parecía ser… respeto en sus ojos. Pero se desvaneció rápidamente.

—Entonces, ustedes deben elegir. —Dijo finalmente—. O se someten al entrenamiento y completan la misión. O abandonan el campo, sabiendo que nunca serán lo suficientemente buenas para lo que les espera allá afuera.

El silencio llenó la habitación. La decisión estaba frente a nosotras.

Y a pesar del miedo, a pesar de la rabia, sabía lo que tenía que hacer.

—No vamos a rendirnos. —Dije, mirándolo fijamente. —Haremos lo que sea necesario.

Eliza asintió, y en ese momento, supe que, por mucho que nos hubiera costado llegar hasta aquí, no había vuelta atrás. La verdadera prueba comenzaba ahora.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play