Dormimos en literas de acero, con colchones finos, y sábanas que olían a detergente barato y control. Nada en ese lugar invitaba al descanso. Todo parecía pensado para recordarte que no estabas en casa, ni en una escuela, ni en una película de entrenamiento. Esto era real. Era duro. Y lo sería aún más.
La primera noche no dormí. Escuchaba respiraciones agitadas, algunos sollozos apenas contenidos, movimientos nerviosos. Todos intentábamos no demostrar debilidad, pero todos la sentíamos.
Al amanecer, las luces se encendieron de golpe. Un sonido metálico retumbó en la habitación.
—¡Arriba, reclutas! ¡Formación en cinco minutos! —gritó una voz por los altavoces.
Salté de la cama como pude. Mis piernas temblaban. No sabía si por miedo o por frío. Me vestí con el uniforme que habían dejado sobre la litera: ropa negra, sin nombre, sin insignia, sin identidad. Justo como nos querían.
Corrí al patio, donde ya varios estaban en fila. Nos dividieron en grupos. Yo caí en el grupo C. Éramos siete. Todos nos mirábamos con una mezcla de desconfianza y curiosidad. Nadie hablaba. Hasta que él lo hizo.
—Soy Axel —dijo un chico de cabello castaño claro, piel tostada y una sonrisa tranquila—. No sé ustedes, pero esto se siente como una película de terror con uniforme.
Algunos rieron por lo bajo. Me permití esbozar una leve sonrisa. Fue la primera interacción humana que no me hizo sentir incómoda.
—Yo soy Valery —dijo una chica a su lado, con trenzas largas, expresión firme y voz decidida—. Y no creo que sea una película de terror. Esto es una prueba. Solo los que estamos rotos sobrevivimos a estas cosas.
Axel la miró con cierta sorpresa, pero luego asintió.
—Entonces somos un grupo de pedazos esperando armarse.
Yo no dije nada. Pero algo en ellos me hizo sentir… menos sola.
Nuestro entrenamiento comenzó ese mismo día. Nos enfrentamos a pruebas físicas imposibles. Correr con pesas, arrastrarnos por barro, levantar neumáticos gigantes, saltar muros que parecían construidos por titanes. Cada músculo de mi cuerpo gritaba. Cada célula protestaba. Pero seguí.
No porque pudiera. Sino porque tenía que hacerlo.
En medio de los ejercicios, escuché la voz de una instructora detrás de mí.
—¿Eso es lo mejor que tienes, cerebro? ¿Crees que tus cálculos te van a ayudar a escalar esta pared?
Me detuve. Giré el rostro y vi a una mujer imponente, con una cicatriz cruzándole la ceja. Me miraba como si pudiera ver a través de mí.
—No, señora —respondí, sin aliento.
—Pues entonces sube, o vuelve a tu casa de niña invisible.
Eso me encendió por dentro.
Apreté los dientes, busqué puntos de apoyo, tracé en mi mente una ruta lógica. Analicé la textura, el ángulo, la distancia. Usé mi cerebro para guiar al cuerpo. Y subí.
Cuando llegué arriba, jadeando, ella me observó en silencio… y sonrió, apenas.
—Tal vez no estés tan perdida.
Luego vino la teoría. Tácticas de combate, análisis de conflictos, estrategia militar. Ahí fue donde brillaba. Todo lo que había leído en silencio por años finalmente tenía un propósito. Mientras otros sufrían con mapas y códigos, yo los resolvía como si fueran rompecabezas.
Axel y Valery se sentaban siempre a mi lado. No sé en qué momento se volvió costumbre, pero lo agradecía. Él era curioso, preguntaba todo. Ella era competitiva, siempre buscando superarse. Y entre los tres formamos una pequeña alianza no hablada.
Pero como todo equilibrio, también llegaron los choques.
En la segunda semana, durante un ejercicio de combate cuerpo a cuerpo, me tocó enfrentarme a una chica alta, de cabello corto y ojos fríos como el acero. Se llamaba Eliza. Ya la había notado antes: era rápida, fuerte, y tenía esa mirada de superioridad que te perforaba sin necesidad de palabras.
Apenas me paré frente a ella, sonrió con burla.
—¿Te vas a defender con fórmulas, genio?
No respondí. Me puse en posición, aunque no tenía idea real de cómo pelear. Sabía lo básico, lo que nos habían enseñado en días anteriores. Pero ella… ella era otra cosa.
El combate duró menos de un minuto.
Me tiró al suelo con fuerza. No tuve oportunidad. El aire se me fue de los pulmones. La vista se me nubló. Pero lo peor fue su voz al acercarse a mi oído:
—No deberías estar aquí. Esta no es tu guerra.
Algo en mí ardió. Quise gritar. Golpear. Defenderme. Pero no pude. No en ese momento.
Después del entrenamiento, mientras curaba mis heridas, Axel se acercó con una botella de agua.
—¿Estás bien?
—No lo sé —respondí, con voz ronca.
—Esa chica tiene problemas —dijo él, sentándose a mi lado—. No es contigo. Es con todos. Pero contigo más.
—¿Por qué?
Valery apareció justo en ese momento y se cruzó de brazos.
—Porque te ve como una amenaza. No pareces fuerte, pero lo eres. Y ella lo sabe.
No supe qué decir. Nunca nadie me había considerado una amenaza antes. Ni siquiera una opción. Y ahora… era alguien que despertaba celos.
Pasaron los días. Y aunque Eliza seguía mirándome con desdén, yo ya no bajaba la mirada. Empecé a entrenar más duro. Aprendí a usar mi cuerpo como una extensión de mi mente. Y cada día, sentía que algo dentro de mí se transformaba. Que esa niña invisible quedaba atrás, y algo nuevo, más fuerte, más decidido, comenzaba a nacer.
Una noche, mientras escribía en mi libreta, Axel se acercó y se sentó a mi lado.
—¿Qué escribes siempre ahí?
—Estrategias. Ideas. Códigos que se me ocurren.
—¿Puedo ver?
Le tendí la libreta sin pensar. Era la primera vez que alguien se interesaba por algo mío.
La revisó en silencio. Luego me miró.
—Eres increíble. Nunca lo digas en voz alta, pero lo eres.
Me puse roja. Bajé la mirada.
—No estoy acostumbrada a que me digan cosas así.
—Pues ve acostumbrándote. Porque este lugar puede destruirte… o convertirte en algo que ni tú misma imaginas.
Esa noche dormí un poco mejor.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 41 Episodes
Comments
Adriana Romero
Es una prueba que como única alternativa es saltar al precipicio, caes con todo para que te reinicies y que todo lo que hizo daño en tu pasado te de la fuerza para este nuevo presente
2025-04-08
0
Adriana Romero
A estos chicos les costará 😱😰 pero tienen que apostar a AVANZAR
2025-04-08
0