Samantha está en su habitación, sentada en el borde de la cama, con la mente revuelta por los recuerdos y las emociones. El eco de las -Samantha:palabras de Cristopher sigue resonando en su cabeza, como un susurro que no puede acallar. Cada frase, cada gesto de arrepentimiento, se repite una y otra vez, deslizándose en su conciencia como una melodía incesante.
Samantha: Cristopher está pidiendo perdón... Eso es algo que nunca pensé escuchar. ¿Otra oportunidad? Justo cuando mis sentimientos están extinguiendo...
Suspira profundamente, sintiendo el peso de las emociones que la asaltan. El aire de la habitación se siente denso, como si las paredes mismas estuvieran cargadas de recuerdos que no la dejan avanzar. Las imágenes de su pasado con Cristopher se despliegan ante ella, cada momento teñido de la sombra del dolor que él le causó. Recordar cómo la manipuló para casarse con él es una herida que aún no ha sanado, un recordatorio constante de la traición.
Samantha: Perdonarlo... No sé si estoy lista para eso. El chantaje que usó, el modo en que me forzó a quedarme, todo es demasiado. Si tan solo me hubiera pedido ayuda, le habría dado todo lo que tenía. Lo amaba tanto... pero ahora, todo ha cambiado.
La voz de Samantha tiembla mientras pronuncia estas palabras, como si al decirlas en voz alta, pudiera disipar la confusión en su mente. Se levanta con un movimiento lento y camina hacia la ventana, buscando refugio en la serenidad de la noche. La luna iluminada la observa desde el cielo, ofreciendo una luz pálida que acaricia suavemente su rostro. Pero ni siquiera la belleza de la noche puede calmar la tormenta que se agita en su interior.
Sus pensamientos vuelven a su madre, Ana, quien está hospitalizada desde aquel fatídico accidente. La imagen de su madre, frágil y vulnerable en la cama del hospital, llena su mente. Una sensación de culpa y tristeza la envuelve. Ha pasado demasiado tiempo desde que estuvo con ella, desde que le habló, desde que le dio la mano y le prometió estar a su lado.
Samantha: Necesito ir a ver a mamá. Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que estuve con ella.
Las palabras salen en un susurro, como una promesa hecha al aire, una promesa de redención y de amor. Sabe que el tiempo es fugaz, y que cada momento que pasa sin estar junto a su madre es un instante perdido que nunca podrá recuperar. Con el corazón pesado, pero decidido, Samantha se prepara para enfrentar lo que el destino le depare, con la esperanza de que algún día, las heridas puedan sanar.
Samantha: Necesito ir a ver a mamá. Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que estuve con ella.
Mientras reflexiona, un recuerdo doloroso invade su mente. Un día antes del accidente, estaba hablando con su padre. Sus padres estaban emocionados por regresar a casa después de un largo viaje.
FLASHBACK
Casa de los Morgan - Mañana
Samantha está en la cocina preparando café, mientras habla por teléfono con su padre, Samuel, quien está en el aeropuerto junto con su madre, Ana.
Samuel: ¡Samantha! Llegaremos temprano. Vamos a almorzar juntos en casa, como en los viejos tiempos.
Samantha: ¡Qué alegría! Los extrañé tanto, papá. Estoy emocionada de verlos.
Ana: (en el fondo) Dile a Samantha que le traemos regalos. No podíamos dejar de pensar en ella.
Samuel: Tu madre dice que te trajimos algunos regalos. No podíamos dejar de pensar en ti.
Samantha: Gracias, mamá. Estoy feliz de que estén de vuelta.
La llamada se corta, y Samantha continúa con su día, sin saber que ese sería el último día que hablaría con su padre.
.Carretera - Mediodía
El coche de los Morgan se desplaza con calma por las calles de la ciudad, recién salidos del aeropuerto. Samuel, al volante, comenta a Ana los detalles del viaje, mientras ella sonríe, disfrutando de estar de regreso. El tráfico es moderado, pero la ciudad está viva con la actividad de la tarde.
De repente, mientras cruzan una intersección, un coche negro a alta velocidad se abalanza sobre ellos. Samuel apenas tiene tiempo de reaccionar antes de que el vehículo los impacte de lado con una fuerza brutal. El sonido del metal retorciéndose y los cristales rompiéndose llena el aire, mientras el coche de los Morgan es arrastrado varios metros antes de chocar contra un poste de luz.
El impacto es devastador. Los airbags se despliegan con un estruendo sordo, pero no logran amortiguar completamente el golpe. Ana queda inconsciente, su cabeza ladeada hacia la ventana, mientras Samuel permanece atrapado entre el volante y el asiento, con una expresión de dolor congelada en su rostro.
La escena es caótica. Los peatones se detienen, horrorizados, mientras los conductores cercanos frenan de golpe, creando una cacofonía de bocinas y gritos. El humo comienza a emanar del motor dañado, mezclándose con el polvo y el olor acre de la gasolina derramada.
Las sirenas de la ambulancia y la policía se oyen a lo lejos, acercándose rápidamente, mientras algunos testigos intentan ayudar a los Morgan, luchando contra las puertas deformadas del coche. El tiempo parece ralentizarse mientras la vida de los Morgan cambia para siempre en cuestión de segundos.
En el Hospital - Horas después
Samantha llega al hospital después de recibir una llamada de emergencia que la dejó paralizada por un instante. Todo a su alrededor se siente como un borrón mientras corre por los pasillos, buscando desesperadamente la habitación de su madre. Su corazón late con fuerza, resonando en sus oídos, mientras el miedo se apodera de cada fibra de su ser. El frío y estéril ambiente del hospital, con sus luces fluorescentes y el olor a desinfectante, intensifica su sensación de desamparo. Finalmente, un médico se le acerca con expresión seria, con el rostro marcado por la empatía que ha desarrollado tras años de dar noticias devastadoras.
Médico: Señorita Morgan, lo siento mucho. Su padre no sobrevivió al accidente. Su madre está en estado crítico. Estamos haciendo todo lo posible, pero su estado es muy delicado.
Las palabras del médico golpean a Samantha como una ola imparable. El mundo parece detenerse a su alrededor. Siente como si el suelo se abriera bajo sus pies, dejándola caer en un abismo de desesperación. Las lágrimas comienzan a correr por sus mejillas, calientes y pesadas, mientras un vacío inmenso se instala en su pecho. Se lleva las manos a la boca, intentando reprimir un sollozo que no puede contener.
Samantha: No... Esto no puede estar pasando. Esto no puede ser real...
Las palabras salen de sus labios entrecortadas, apenas audibles, mientras su cuerpo tiembla por la conmoción. Una parte de ella quiere creer que todo es una pesadilla, que en cualquier momento despertará y todo estará bien. Pero la cruda realidad es ineludible, y el dolor se apodera de su ser, dejándola completamente rota.
Durante los días siguientes, Samantha se convierte en una presencia constante en el hospital. Pasa horas en la habitación de su madre, sentada junto a su cama, observando el leve movimiento de su pecho, como una prueba de que aún está viva. Ana está en coma, su rostro pálido y sereno, como si estuviera dormida. Samantha sostiene su mano con fuerza, como si a través del contacto pudiera transmitirle su amor y la desesperada necesidad de que despierte.
Samantha: Mamá, te necesito. Por favor, despierta...
Su voz es un susurro quebrado, cargado de tristeza y anhelo. Cada día, le habla sobre su vida, sobre los pequeños detalles que normalmente no mencionarían, esperando que su voz sea suficiente para traerla de vuelta. Le cuenta sobre sus días, sus pensamientos, sus miedos, como si mantener esa conexión pudiera salvarla. Pero el silencio de Ana es un recordatorio constante de la fragilidad de la vida.
Las noches en el hospital son las más difíciles. Samantha se queda hasta tarde, a menudo quedándose dormida en la silla junto a la cama de su madre, con los ojos hinchados por el llanto. El sonido rítmico de las máquinas que monitorean a Ana se convierte en un extraño consuelo, una señal de que todavía hay esperanza, aunque sea diminuta.
En cada visita, la tristeza en los ojos de Samantha se profundiza. La pérdida de su padre y el estado crítico de su madre son cargas demasiado pesadas para llevar sola. Se siente aislada en su dolor, como si el mundo siguiera girando mientras ella está atrapada en un momento de dolor interminable. La culpa también la consume; se pregunta una y otra vez si podría haber hecho algo para evitar el accidente, aunque sabe que es irracional, no puede evitar que esos pensamientos la atormenten.
Samantha: Mamá, sé que eres fuerte. Por favor, no me dejes...
Sus palabras son una súplica desesperada, un intento de aferrarse a lo único que le queda. Los días pasan, y aunque los médicos no le dan muchas esperanzas, Samantha se niega a rendirse. Su amor por su madre es lo que la mantiene en pie, lo que la impulsa a seguir viniendo al hospital día tras día, con la esperanza de ver algún signo de recuperación.
La tristeza en los ojos de Samantha se convierte en una constante, un reflejo de la lucha interna que enfrenta cada día. Sabe que la vida no volverá a ser la misma, que el vacío dejado por la pérdida de su padre es algo que nunca podrá llenar. Pero su madre es su ancla, la única conexión que le queda con su antigua vida, y no está dispuesta a perderla también.
En las noches más solitarias, cuando el hospital está en silencio y solo queda el tenue resplandor de las luces de emergencia, Samantha se permite llorar en silencio, dejando que las lágrimas fluyan libremente. Cada lágrima es un recordatorio de su amor, su dolor, y su esperanza de que algún día su madre despierte y todo este sufrimiento sea solo un mal recuerdo.
Fin del FLASHBACK
Samantha regresa al presente, con los ojos llenos de lágrimas. Aquel accidente cambió su vida para siempre. La pérdida de su padre y el estado de su madre la dejaron con un vacío que nunca pudo llenar.
Samantha: Tengo que ir a verla. Necesito estar con ella.
Decidida, a la mañana siguiente toma las llaves del coche. Conduce hasta el hospital, donde Ana ha estado internada desde el accidente. Al llegar, se encuentra con la enfermera que la atiende regularmente.
-Enfermera: Hola, Samantha. Tu madre ha mostrado algunas mejoras en las últimas semanas. Ha respondido bien a los nuevos medicamentos.
Samantha siente una chispa de esperanza.
Samantha: ¿Puedo verla?
Enfermera: Por supuesto, está en su habitación habitual.
Samantha camina por el pasillo, con el corazón latiendo con fuerza. Al entrar en la habitación, ve a su madre, acostada, con el rostro sereno. Se acerca y toma su mano.
Samantha: Mamá, estoy aquí. Te extraño tanto.
Se sienta junto a ella, hablándole sobre los últimos acontecimientos. Le cuenta sobre su trabajo, sus amigos, y sobre Cristopher. Aunque evita mencionar el dolor que él le ha causado, no puede evitar soltar algunas lágrimas.
Samantha: Mamá, desearía que pudieras aconsejarme. Estoy tan confundida. No sé qué hacer.
El silencio en la habitación es interrumpido solo por el sonido de las máquinas monitoreando a Ana. Samantha pasa horas allí, recordando los momentos felices que compartieron antes del accidente.
LA CASA DE CRISTOPHER-NOCHE
Mientras tanto, Cristopher está en su oficina, revisando documentos, pero su mente está en Samantha. La conversación que tuvieron lo ha dejado intranquilo. Sabe que ha cometido errores, pero está decidido a enmendarlo.
Cristopher: Tengo que demostrarle que he cambiado. No puedo perderla.
Decide hacer una llamada.
Cristopher: María, por favor, organiza una reunión con el mejor médico especialista en el caso de Ana. Quiero asegurarme de que estamos haciendo todo lo posible por su recuperación.
Cristopher sabe que ganar el perdón de Samantha no será fácil, pero está dispuesto a hacer lo que sea necesario. Su amor por ella es genuino, aunque su orgullo y sus decisiones pasadas lo hayan complicado todo.
En el hospital
Samantha se queda dormida junto a la cama de su madre. En sus sueños, revive momentos felices de su infancia, cuando su familia estaba completa y feliz. Al despertar, siente una calma momentánea, pero sabe que el camino hacia la recuperación de Ana será largo.
Samantha: Mamá, estaré aquí, siempre.
Se despide con un beso en la frente de su madre, prometiendo volver al día siguiente. Aunque la herida de su corazón sigue abierta, su determinación de salir adelante es más fuerte que nunca.
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