"Nunca es tarde para el arrepentimiento"
¿Sabes cómo luce un héroe? ¿Cómo crees que es? Será como en los dibujos animados, con su bella capa de color rojo, con un traje épico que lleve al frente una inicial de su nombre, seguro que es alto, fuerte y guapísimo.
Mi héroe era todo lo contrario, no llevaba capa, no tenía un traje épico ni la inicial de su nombre en su traje. Era un niño pequeño, con unos shorts de color verde y solera de monstruos pintados en él. Al vivir con unos padres que se la pasaban en el trabajo, me quedaba sola la mayor parte del tiempo, en un departamento pequeño de un barrio a las afueras de Aspen. Nunca salí de ese departamento porque me dijeron que era peligroso. Mis padres tenían razón, al salir unos niños bravucones me empujaron queriendo quitarme todo lo que tenía, antes de comenzar a llorar por el raspón que había en mi rodilla ocasionada por la caída, delante de mí apreció un niño con los brazos extendidos gritando "No la molesten" a unos niños que eran mucho más fuertes que él. ¿Acaso me estaba defendiendo? ¿Por qué?
Los bravucones no se lo tomaron bien, agarraron al pequeño niño del cuello, levantándolo de manera sencilla, aún en esa poción el niño gruñía contra ellos, por un momento sus ojos castaños chocaron con los míos, en palabras sencillas, difíciles de escuchar, solo yo puedo oírlas "Anda vete, yo te protejo" sus delicadas palabras me armaron de valor para ponerme de pie, y empezar a morder al niño más grande que había. La pelea no fue tan grave; los bravucones quedaron con mordidas y patadas, mientras nosotros quedamos con pequeñas heridas en el rostro. Al vernos comenzamos a reírnos y desde ese día él se había convertido en mi héroe.
—Mi nombre es Logan Harper y ¿Tú eres?
El nombre de mi héroe era Logan con la inicial de L en su pecho y con una capa invisible, con una sonrisa preciosa... Al querer decir mi nombre cambié de escenario tal como en las películas y me vi envuelta nuevamente en esa noche gris, con la lluvia como intermitente, viendo otra vez a Logan en el suelo desangrándose delante mío, y yo sin poder hacer nada más que pedir ayuda. No quiero volver a lo mismo, quiero que esto no sea real.
Como si los Dioses me hubiesen escuchado, y el mismo cielo hubiera visto mi arrepentimiento, la alarma de mi habitación sonó haciendo que de un brinco, al abrir los ojos a un no podía creerlo, procesase un poco lo sucedido, pensando que tal vez era un sueño, pero las cosas que viví no podrían solo tratarse de una pesadilla. La habitación era la misma que tenía cuando vivía en el departamento a las afueras de Aspen, las paredes pintadas de un rosa claro, los muebles blancos, una pequeña ventana en el lado izquierdo de la puerta con una cortina púrpura, libros de secundaria en mi escritorio, frazadas florales y un sol pintado en el techo.
Era claro que esta era mi habitación antes de irme a vivir a la casa grande donde me había mudado al ingresar a la universidad. Salté al espejo que se encontraba en la derecha de la puerta. Unos ojos verdes llorosos, un cabello más corto del que tenía antes y una estatura de una chica de secundaria. Al verme no podía creerlo, di un pellizco a mis mejillas para despertarme, pero nada cambió, las lágrimas salieron en acto de hacerse notar, cayendo al suelo de rodillas. Había vuelto y volví para remediar el daño ocasionado. Lo primero que vi fue aquel calendario de rosas silvestres al que siempre apuntaba todas las fechas importantes, el año, el día, la fecha, no era ninguna broma, había vuelto tres años atrás antes del incidente...
—Mila se hará tarde ya despierta...— Mi madre abrió la puerta, y viendo que estaba en el suelo rápidamente se dispuso a correr donde estaba. — ¿Qué sucede? ¿Te duele algo? ¿Qué pasa hija, no me asustes por favor?
Esa voz hizo que me estremeciera y a la vez me sienta tan indefensa esperando una sola cosa el abrazo de mi madre, Elena Gensin era una mujer de cabellera rubia y los ojos verdes iguales que los míos, mi madre era hermosa hace tanto que no la veía y ahora puedo abrazarla, sentir su delicado perfume a rosas, y sentir sus cálidos abrazos.
—Mamá no te preocupes estoy bien —sonreí al verla tan conmocionada, no quería que esté triste.
—Y si mejor me quedo, puedo pedir permiso en el trabajo y tú te quedarás conmigo —dijo buscando su teléfono.
—No —negué que llamara a su jefe —Estoy bien mamá, solo tuve una pesadilla. No quería que se preocupara ni mucho menos que por mí deje de ir a su trabajo.
Mi padre Jhoan Gensin entró todo preocupado a mi habitación por el alboroto que había provocado, ambos quisieron quedarse, pero se los impedí diciéndoles que todo estaba bien que solo era una pesadilla. Aunque no se fueron contentos, al final optaron por ir a sus respectivos trabajos.
En el pasado antes de que vuelva, me fui del departamento dejando atrás a mis padres aunque me rogaron que me quedara no les hice caso ni les di importancia solo me fui sin decir más, sin volver atrás. Mis padres nunca fueron malas personas, ellos trabajaban mucho para poder sacarme adelante, su trabajo les exigía mucho y eso conllevaba a dejarme sola todas las mañanas.
Si me hubiera quedado con ellos tal vez nunca hubiera perdido algo tan importante. Antes de subir a mi habitación el timbre sonó, pensé que se habían olvidado algo.
—Ya les dije que estoy bien así que...
— Sigues en mi pijama, que rara eres. Te informo que ya es hora de irnos, me iré sin ti si no te apresuras pequeña mimada.
Mi rostro se entumeció, hice que mis mejillas se humedecieran otra vez, lo vi, vi a mi héroe frente a mí, con una sonrisa peculiar, sus ojos castaños me miraban con preocupación mientras su peinado no había cambiado nada. Toda despeinada.
— Mila ¿Estás bien? Si estas...
Antes de que termine salté en sus brazos dándole un abrazo que tanto quería, el hecho de verlo vivo sonriendo era la clara evidencia de que había retrocedido en el tiempo y esta vez haré que Logan sea feliz, no seré la villana de su historia otra vez.
Este chico fue mi salvación en la niñez y desde entonces nos convertimos en buenos amigos cambiando el hecho de que éramos vecinos. Siempre juntos, como la primera vez que nos caímos de las bicicletas, la primera vez que fuimos a la primaria o cómo hacíamos travesuras sin medir el tiempo, recibiendo regañadientes por parte de nuestras madres. Logan vivía solo con su madre, una mujer de acento peculiar pelirroja de ojos castaños. Ella era tan hermosa como mi madre.
Al pasar por la secundaria todo cambió, ambos éramos conocidos como la pareja del momento, a lo que ninguno de los dos respondía o ponía una advertencia de negación, eso no me molesta porque después de todo. Logan me gustaba.
Si pudiera decir donde todo fue mal, pues puedo empezar desde que apareció Keiko Sato, una japonesa de cabellera negra larga brillante y ojos como la almendra negros llenos de vida, a primera vista ella era una belleza adorable. No la hubiera odiado si Logan no hubiera dicho que ella era realmente hermosa con un toque de rubor en sus mejillas y una de sus manos cubriendo su boca...
Keiko Sato era una estudiante trasferida que le cayó bien a todo mundo, pero estaba claro que había un pequeño grupo de personas que no les caía del todo bien y en esas personas me encontraba yo. Ella se había robado toda la atención de Logan y eso hizo que hirviera de celos, con ganas de que acabara con ella con falsas sonrisas. Me hice su amiga, aconsejándola mal o haciendo que Logan la odie. Pero nada podía separarlos ellos desde que se vieron habían hecho un clip imposible de romper, las miradas de Logan, los sonrojos, eran para Keiko solo para ella. Hice de todo para separarlos, sin haber obtenido buenos resultados, al final logré que un chico llamado Esteban hiciera que Keiko y él parecieran pareja, Logan se sentía traicionado y fue corriendo donde mí, sin escuchar las palabras de Keiko por mi consejo ellos terminaron. No podía estar más feliz.
Esa felicidad se terminó cuando Logan no dejaba de pensar en Keiko, su sonrisa se había trasformado en una mirada fría, y al ingresar en la universidad ninguno de los dos éramos los mismos. Por más que intente que Logan volviera hacer el de antes me resultaba imposible, hasta que un día Keiko se apreció delante de él. Como obra del destino él corrió donde ella, dejándome atrás.
Haciéndome presente de su acto de amor, Keiko le contó toda la verdad, y era obvio que ella había investigado así dejando en evidencia que yo era la culpable. Logan no me miró, no me pidió ninguna explicación, solo me ignoró, aun así lo detuve porque quise explicarle algo que era muy claro... Logan solo se quedó callado mientras le gritaba que lo hice porque lo quería. Él se fue sin decir nada, lo difícil fue ver como se marchaba a los brazos de Keiko sin decir adiós, los días trascurrieron con normalidad, la única que no estaba normal era mi vida, ya no salía, ya no comía, solo esperaba el regreso de Logan... Así llegó el día menos esperado, Logan regresó con la mirada más triste, Keiko se había marchado de vuelta a Japón, y el tiempo para ellos se había detenido llegando a la conclusión de que no eran los míos. Ellos terminaron ¿habían ganado? Pero a que costo.
Logan no dijo nada, se quedó conmigo como un muñeco roto sin sonreír, siguiendo órdenes, nunca me culpó solo se quedó en silencio, a pesar de tenerlo a mi lado ya nada era igual, no podía hacer nada... Un día él salió de esa casa que era una jaula para él, aunque corrí en su búsqueda ya era tarde. Volviendo a la escena donde Logan me desea felicidad sin haber él obtenido ninguna felicidad por mi culpa... Todo fue mi culpa y Logan no me culpó.
—Logan esta vez haré lo imposible para que seas feliz— anunció al verlo.
Porque ahora tengo la oportunidad de cambiar todo, frente a mí estaba un Logan sonriente risueño de la vida, con el uniforme del instituto que le quedaba bien, camisa blanca desabotonada los primeros botones, unos pantalones a cuadros color celestes y una mochila negra en su hombro, con esos ojos que no dejaron de brillar... Él está aquí, no se fue.
— Estás loca, vamos a cambiarte antes de que me vaya sin ti — recibí un pequeño golpe en la frente de su parte — Y de qué rayos hablas — da una señal a sí mismo — Soy feliz.
Mantendré esas palabras para que nunca se disuelvan.
—Eso dolió tarado —señalé el sofá que estaba en la sala— Ve a sentarte ahí.
—Ya era hora de que me den una buena atención— dramatizó la situación. Logan era a veces como un niño al cual si le quitan el dulce llora para que se lo devuelvan y cuando se lo devuelven los golpea. Terminó riendo muchas veces por sus ocurrencias de niño valiente lastimado.
—¡Cállate Logan y siéntate sin hacer ruido!
—Como ordene jefa— hace un gesto militar, al verme ir a mi habitación.
Si de algo estaba segura, era de que no volvería a cometer el mismo error, no volvería a sentir celos, ni obstruiría la felicidad de mi amigo, si para eso tenía que sacrificar mi amor por su felicidad lo haría... Aunque este corazón se rompa seguiría ahí para ver que esas dos personas sean felices en esta vida.
—¡Mila apúrate que se hace tarde, si haces que corra por castigo te daré una paliza! —protestó con fuerte volumen.
—¡Ya voy, no grites por un demonio! —devolví su protesta.
Al ponerme el uniforme mirándome en el espejo, me aseguré bien qué día era, y como lo supuse mañana será el día donde Keiko Sato aparecerá en la vida de Logan... Ahora si tenían tiempo ya nadie interferiría con su amor, los estaré apoyando desde las bancas porque desde un principio ese era mi lugar, solo mirar sus espaldas, siendo solo una vidente de la felicidad y el amor de quienes por egoísmo mío no lograron concretar su amor...
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Updated 26 Episodes
Comments
LiDi.FrancoR
me gusta mucho, me hubiera gustado que no sean solo tres años si no un poco más, ya que recién van a salir del cole, aún así está súper interesante ✨
2024-06-28
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