Desconfianza

—«Aunque intenten deshacer el trato no podrán. No me equivoqué al crear documentos donde la vida de mis clientes corran peligro, si intentaban asesinarme o si no quieren cumplir con su parte»— sonreía mientras entraba a su carruaje.

Sophia descansó muy amenamente, contrario al resto de la gente a su alrededor. A la mañana siguiente, estaba satisfecha con su descanso.

—Lady, mi señor la espera en su tienda. ¿Podría ir por favor?— otra doncella preguntaba.

Cómo Sophia ya se había despertado hacia varias horas, no le costó salir de su carruaje y dirigirse a la tienda de quién la llamaba.

—Buen día, me dijeron que neseci…— la tomaron de ambos brazos y la arrodillaron frente al hombre. —¿Cómo se siente majestad?, duele, ¿cierto?— a Sophia le habían hecho un corte en uno de sus brazos en un descuido y ahora el hombre, tenía su brazo lleno de sangre.

—¿Cómo es esto posible?, tengo protección contra hechizos y una bruja no podría hacerme daño— se quejaba, mientras intentaban detener la salida de sangre.

—No sanará hasta que yo esté sana.— Les informó. —Respondiendo a su pregunta, usted puede estar protegido contra cualquier cosa, pero si sella algo con su sangre sin ser obligado, siempre sufrirá las consecuencias. Todo esto es su culpa— ya comenzaba a quejarse del dolor en sus brazos, pues mientras más la escuchaban, los guardias se enojaban más.

—Suéltenla, o seré yo quien termine sin brazos— claro que podía sentir el dolor muchísimo más que Sophia. —¿Cómo soluciono está situación?— cuestionó

—Cumpla con su parte del trato y no habrá problemas. Su único deber es comprar mis armas y armaduras al precio que yo diga y así no le pasará nada, pero si intenta dañarme de alguna forma o alguno de sus hombres aquí hacen algo que me lastime, usted sufrirá las consecuencias por no saber controlarlos. Para su conocimiento, el trato no se puede romper a menos que yo muera, pero si usted manda al asesino o alguno de sus súbditos manda a asesinarme, usted también morirá, eso es algo con lo que tendrá que vivir. Reescribí el trato y agregué esas estipulaciones. No puedo confiar en usted, después de lo que pasó— se ponía de pie, luego de recobrar fuerzas, cuando ya habían atendido su herida

—Tu no me informaste que eras una bruja— se quejaba

—No lo dije porque no lo soy. Es muy diferente una bruja a lo que yo hago. Simplemente hago un trabajo honrado, tratando de ayudar a los soldados, sin embargo no me puede juzgar por querer cuidar de mi, si no lo hubiera hecho, ahora podría estar obligada a aceptar cualquiera de sus exigencias. Soy una mujer cuidadosa y astuta, que eso le moleste, no es mi problema— explicaba su punto de vista

—Ya me quedó claro. Fue mi error, espero puedas disculparme— el hombre se inclinó frente a Sophia y le pedía disculpas, claro que fue seguido por toda su gente.

—Mi nombre es Sophia Brunet, hija de los marqueses Brunet. A pesar de estar completamente sola en el mundo, debo informar que no me dejo de nadie, no soy inmortal, pero siempre que tenga la oportunidad, haré lo imposible por asegurar mi bienestar. Continuaré nuestro negocio, pero una falta más hará que todo se venga abajo y si usted es el causante, le aseguro que pagará las consecuencias— se veía muy enojada

—Le he faltado el respeto, también por eso me disculpo. Para mí es un privilegio contar con sus conocimientos en armas y armaduras. Yo Eneko Roux, emperador de Solen, juro cumplir con el trato pactado, no volverá a suceder algo como lo de anoche— por fin aclaraban todo.

Sophia se quedó un poco más tranquila después de esa plática, aunque sabía que siendo ese hombre un emperador, podría intentar con miles de formas, quitar el sello de sangre que traía sobre él.

—«Ya me haré cargo en su momento, por ahora estaré tranquila»— había ido a caminar, mientras recogían todo para seguir su camino.

No pasó mucho tiempo para que la llamaran, pues era hora de partir.

—Lady, por favor coma algo, no probó bocado y descansaremos hasta el anochecer— le ofrecía algo de comer, una de las doncellas.

—¿De verdad creen que soy tan estúpida como para volver a comer algo que ustedes hayan preparado o que sea incluso de parte del emperador?— casi gritó aquello, para dar a entender que habían perdido la poca confianza que les tenía.

Las doncellas solo pudieron agachar la cabeza, era verdad que habían hecho lo de la noche anterior por órdenes de su emperador, pero el ser acusadas tan abiertamente, les dolió más de lo que pudieron haber imaginado.

A partir de ese día, la rutina de Sophia volvió. No permitía que nadie se acercara a ella y mucho menos aceptaba comida de las doncellas, prefería cazar algunos animales con trampas y ella sola se preparaba sus alimentos, eso era más fácil de hacer, eso era lo que pensaba.

Las semanas pasaron y después de dos largos meses de camino, por fin habían llegado a las puertas del palacio. Era un lugar hermoso y se reflejaba el buen gusto de quién lo había construido, simplemente una maravilla a los ojos de Sophia.

—Usted será llevada a una mansión cerca del palacio, al no ser parte de Solen, no podemos hospedarla aquí— le explicaba Sonet, fiel caballero del emperador.

—No tengo problemas con ello, que me lleven entonces— trataba de no hablar mucho con la gente, desde el incidente que provocó su desconfianza en extremo.

Así guiaron a Sophia hasta una gran mansión que efectivamente estaba muy cerca del palacio, pues de camino en carruaje solo se hicieron media hora. Cuando llegaron, todos ya esperaban su llegada, los empleados estaban listos para recibir a su nueva señora, dado que esas fueron las instrucciones de Sonet, era lo que le pidió su emperador.

—Ella es la señorita Brunet, hija de marqueses. Su majestad pide que la traten como la nueva señorita de la mansión, a partir de hoy ella vivirá aquí, queda terminantemente prohibido faltarle el respeto— hablaba con severidad, haciendo parecer sus palabras como decreto real.

Los empleados asintieron a lo que les decía el hombre, pero Sophia pudo notar su descontento, al sentir que los reprendían sin haber hecho nada malo.

Después de dar la información, Sonet tuvo que irse de la mansión, pues su lugar era a lado de su emperador. —Espero que todo sea de su agrado— le dijo a Sophia y este se retiró.

Cuando ya se había ido, Sophia decidió hablar. —Como ya lo escucharon, parece que a partir de hoy viviré aquí. Se que están molestos por como les habló el señor Sonet, pero quiero aclarar algo muy importante. No me importa como es que se sienten, ni mucho menos si les agrado o no. Simplemente tienen que hacer dos cosas para que yo esté tranquila, primero no hagan nada para mí, nadie tiene permitido entrar a mi habitación, nadie me tendrá que dar de comer, no tienen que lavar lo que yo utilice, ni mucho menos guiarme a ninguna parte. Segundo, deben hacer su trabajo como siempre, simplemente finjan que yo nunca llegué y así todos estaremos felices— aclaró y sin ayuda de ningún empleado, entró a la mansión con maleta en mano.

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Comments

Savina Luna

Savina Luna

la felicito excelente historia me encanta y mas porque no se deja que nadien la pisotee

2024-05-19

0

Zoraida Beatriz Pena garcia

Zoraida Beatriz Pena garcia

wwauuu me encanta esa mujer no se deja de nadie así debemos ser jajajjajajaja felicitaciones autora me gusta como va la historia siempre espero tus actualizaciones bendiciones

2024-04-07

6

Yineth Villarraga

Yineth Villarraga

excelente chica prevenida vale por dos 😉era de esperar después de todo lo q a vivido no puede seguir siendo tan confiada ,

2024-04-07

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