Momentos 1

Por su parte, a Noil no le importaban sus recuerdos, en ese momento, cuando vio las llamas, lo único que le preocupó fue la seguridad de Sophia. Por lo que después de escuchar su explicación, sin importarle la reacción de aquella peli plateada frente a sus ojos, se acercó y la abrazó con fuerza, de manera cálida. Quería hacerle saber que no importaba lo que hubiera hecho, simplemente agradecía que estuviera sana y a salvo.

—No estoy enojado. Me alegro que estés bien. Ahora trata de descansar, me haré cargo de controlar el incendio— le dio un beso en su frente y salió de la habitación, para ver cómo iba la situación.

Sophia no alcanzaba a entender el actuar de aquel hombre, si se ponía a pensar, tal vez si hubiera estado con su difunto esposo, él la hubiese culpado de todo e incluso pudo haberla golpeado. Algo dentro de ella hacía que comparara las acciones de Noil con aquel mal hombre y su corazón comenzaba a sentir algo que creyó no podría volver a sentir.

—«Gracias marqués y por favor perdone mi estupidez»— se lamentaba y cerró los ojos para poder descansar.

Al final, el fuego se consumió de afuera hacia adentro, de manera que inició en las orillas de la cabaña y terminó en el centro. No hizo falta más agua o la ayuda de alguien más, pues el fuego se extinguió solo. Sin embargo no dejó rastro de que alguna vez hubiera existido una cabaña en ese lugar.

—Marqués, lo lamento. No pudimos rescatar nada de la cabaña— uno de los capitanes, daba el informe

—¿Hay heridos?— serio preguntó.

—Ninguno señor—

—Muy bien, ahora que todo se controló, regresen a descansar, en la mañana nos haremos cargo de lo que haya quedado— dio la orden y regresó a su habitación, no sin antes preparar un té para calmar los nervios de Sophia.

—¿Cómo te sientes?— preguntó amable al llegar a la habitación y le entregó el té

—Por favor discúlpame. Jamás debí haber hecho algo así, solo quería ayudar— suspiraba, pues había llorado mucho. Enseguida se tomó el té de un solo trago.

—La cabaña puede reconstruirse o Incluso puedo hacer algo nuevo, pero tu vida es lo que me preocupó. No imagino lo que hubiera hecho si te pasaba algo— tomó la mano de Sophia y la colocó sobre su mejilla.

—No entiendo porque estás interesado en mí, la verdad no soy alguien que te convenga, deberías buscar a alguien más— se soltó del agarre de Noil y le dio la espalda.

—Se perfectamente que podría, sin embargo no lo haré. La mujer que me gusta eres tú. No solo por tu físico que ciertamente eres muy hermosa, también me encanta lo independiente que eres, a pesar de tu corta edad y después de todo lo que debiste haber vivido, estoy seguro que te has sabido superar— se recostó sobre la misma cama que Sophia y la abrazó por la espalda

—Estás cruzando una línea que tiene peligros, no mereces algo así— melancólica habló. —Decide quien duerme en la cama, porque no dormiremos juntos— comenzaba a levantarse

—Yo dormiré en el sofá, quédate tranquila, solo necesitaba sentir tu calor y que supieras que estoy aquí a tu lado— se bajó de la cama resignado y se dirigió a su sofá.

—Gracias, por tu amabilidad. Espero que comprendas mi alejamiento— aún con todo lo dicho, a Sophia comenzaba a preocuparle la opinión de Noil.

—Dije que lo intentaría, esto no hará que me detenga, necesitarías algo más que un simple “hoy no dormiremos en la misma cama”, habrá muchas más oportunidades para eso y te prometo que las aprovecharé — viendo directamente a Sophia, Noil se burlaba de ella, pero también le daba a entender que estaba bien con lo que ella decidiera, no pensaba obligarla a nada.

Sophia solo se dio la vuelta y sonreía. Aquel hombre de cabellos rubios la estaba enamorando con pequeñas acciones como la que recién había observado, solo pudo suspirar.

A la mañana siguiente, pudieron notar que en el lugar donde estaba la cabaña, solo quedó un suelo negro, lleno de cenizas, pero no había huella de que alguna vez existió alguna construcción.

—¿Puedo ayudar de alguna manera?— preguntó Sophia con algo de nerviosismo al sentirse aún culpable. Claro de eso solo estaba enterado el marqués.

—Por supuesto, ¿me diría cuál es su flor favorita?— con una sonrisa, cuestionó Noil.

—En realidad no lo había pensado, pero me gustan mucho los lirios y las rosas, tienen una infinidad de colores, más que nada es por eso— respondió, sin darle tanta importancia a la pregunta

—Señorita Brunet, ¿usted podría acompañarme a un lugar?— el marqués se veía ansioso, por esta razón, Sophia aceptó su invitación

Antes de partir al lugar donde sería llevada Sophia, Noil dejó instrucciones a sus empleados, los cuales se daban cuenta del afecto que sentía su señor por aquella mujer de cabellos plateados.

Entonces Sophia y Noil subieron a un carruaje y éste avanzó hasta llegar a un hermoso lugar, parecía ser el jardín de los dioses, había una inmensa diversidad de flores, los colores extasiaban la vista de Sophia, que solo había visto flores en revistas y las tiendas, pues jamás le habían regalado una sola flor en sus vidas.

—Este lugar es maravilloso— su felicidad se podía ver en sus expresiones

—Este es el invernadero floral del imperio, aquí se siembran cada una de las flores existentes en el imperio, claro que cada una tiene su tiempo y por supuesto hay quienes la saben cuidar. Mi madre era una de las personas que creó este lugar— al principio de la explicación irradiaba felicidad, pero al tocar el tema de su madre, su mirada se tornó triste.

—Lo lamento. Si le causa algún tipo de recuerdo doloroso, será mejor que nos vayamos— no podía soportar ver ese rostro de tristeza, en aquél hombre que siempre demostraba ser fuerte y feliz.

—Ya que le mostré este bello lugar, deberíamos ir a nuestro siguiente destino— tomó de la mano a Sophia y corrieron al carruaje, como si de una pareja enamorada se tratara.

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Aunque algo tarde, les presento a los que se asemejan a nuestros protas.

Sophia y Noil.

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