Engaño

La contienda comenzó y pronto se dieron cuenta de lo que hablaba Sophia, las espadas a pesar de ser capaces de traspasar lo que fuese, no eran capaces de traspasar aquellos escudos, pues tenían refuerzo con magia y también las espadas, fueron impregnadas de magia, cada una con diferentes tipos, en ese momento las que utilizaban tenían fuego y electricidad, respectivamente.

—Suficiente— volvió a decir Sophia.

Si dejaba que continuaran peleando, se harían daño de verdad. —Como pueden ver, no solo vendo armas y armaduras. Con mis productos van también su seguridad e incluso su vida. Cada una de las espadas tienen magia en pequeñas porciones, además mis escudos jamás se romperán por el golpe de ninguna espada, incluidas las mías— orgullosa les explicaba.

—Sonet, encárgate. La quiero en Solen, no importa cuánto cueste, la necesitamos— le susurró al guardia, aquel hombre que iba vestido de noble

—Señorita, primero me disculpo por mi prejuicio y mala educación. Si está de acuerdo, ahora que vimos su gran trabajo, quisiera contratarla para que solo trabaje para nosotros— su voz había cambiado y se mostraba muy amable

—Déjese de hipocresías, si me conviene y la paga es buena, por supuesto aceptaré. No trabajaría para ustedes, pero si les vendería mis productos solo a ustedes, claro que tendrán que pagar su precio real— era momento de aprovechar

—¿Estás loca?— ofendido, gritó el hombre ya estando en su caballo.

—Solo pido lo que vale mi trabajo. Ahora que ya vieron de lo que es capaz cada cosa que hago, es probable que no sean los únicos interesados— sonreía orgullosa, pues muchas personas ya se habían acercado al local.

—Acepto. Siempre y cuando, venga a vivir al imperio Solen. No somos de aquí, pero tenemos un tratado de paz con este imperio, así que no habrá ningún problema con su gente— exigía el hombre.

—Acepto, por favor firme aquí y selle con un poco de su sangre— también tenía sus exigencias, la mujer astuta

Al hombre no le quedó más opción que firmar, no se podía dar el lujo de perder aquella oportunidad, además ya estando en su imperio, pensaba obligar a Sophia a venderle más barato o incluso hacer que le regalara aquellos productos.

—Entonces pasen por mi mañana, estaré lista muy temprano— pidió

—Nos iremos ahora, no podemos seguir por mucho tiempo en Narum, tengo cosas mucho más importantes de las cuáles hacerme cargo— su enojo volvió

—Al menos esperen a que cierre el local y pida a sus hombres que carguen todos mis productos en el carruaje, me llevaré todo. Deben esperar aquí un poco, iré por mis cosas y luego podremos irnos— era la opción que les daba. Por supuesto no se pudieron oponer.

Sophia no estaba atada a nada ni a nadie, por eso le fue muy fácil tomar una decisión así de drástica, ella solo quería hacer cosas que la hicieran feliz, iniciar una aventura era parte de su felicidad, por eso no tuvo que pensarlo demasiado.

Pasada una hora, aquella joven de apenas 20 años, estaba lista para partir a un lugar desconocido, pero iba con ilusión.

Ella se hizo cargo de su carruaje aunque le propusieron que uno de los guardias llevara las riendas, ella no aceptó. Aún seguía renuente a depender de alguien más, también estaba el hecho de llevar ahí todas sus pertenencias, no confiaba en nadie y jamás se perdonaría si le robaran algo de su propiedad, en especial el grimorio, que era lo que más le importaba.

El camino hasta Solen duraría semanas, incluso meses, pero para Sophia era algo grandioso, su felicidad era notoria para todos. Avanzaron durante todo el día y por la noche decidieron acampar, Sophia no era la única mujer, ya que la caravana estaba compuesta por varios carruajes y muchos soldados, de eso se dio cuenta tiempo después de haber aceptado el trato, por eso Sophia se imaginaba que aquel hombre era alguien realmente importante, incluso llegó a pensar que era parte de la realeza.

—Señorita, ¿gusta algo de comer?— preguntó una de las doncellas

Sophia aceptó la comida y poco tiempo después, comenzó a sentirse mal. —¿Qué tenía la comida— con dificultad, preguntó

—Lo siento, fue una orden de nuestro señor— la doncella se disculpa, solo veía a Sophia perder las fuerzas

—Entonces, debería disculparse también con él, pues todo lo que me haga daño a mi, él lo sufrirá diez veces— terminó de susurrar y perdió el conocimiento

La doncella corrió en busca de Sonet.

—¿Qué sucede mujer?— preguntó el hombre cuando vio llegar a la doncella muy agitada. —¿Hizo efecto lo que le diste?— sonreía al preguntar

—Si, pero dijo que todo lo que ella sufriera, su majestad lo sufriría diez veces más— su voz era de preocupación

Al escuchar esto, Sonet corrió a la tienda de su señor y al entrar vio la horrorosa escena frente a sus ojos.

Un hombre estaba en el suelo, con sangre saliendo de su boca, no podía respirar y sufría de un dolor intenso.

—Despierten a la mujer, ella sabrá cómo ayudar a su majestad— gritaba con miedo.

—No hace falta— Sophia iba entrando a la tienda

Sonet enseguida sacó su espada y la dirigió al cuello de Sophia. —¿Qué le hiciste a su majestad?, el podría morir por tu culpa— gritaba furioso

—Eso es algo erróneo. Ustedes fueron los que provocaron todo esto, si tan solo hubieran respetado el trato, nada de esto hubiera sucedido— se acercó hasta donde estaba el hombre tirado, aquel al que llamaban majestad.

—¿Qué intentas hacer bruja?— continuaba con su espada en el aire.

—Solo pretendo estabilizarlo, así podrá sentirse mejor— explicó y colocó la palma de su mano en la frente del hombre y en segundos, su respiración volvió a ser normal. —Espero que con esto entiendan que cada vez que firmen algún documento, deben leerlo con detenimiento. Tu señor solo buscaba poder y pretende obligarme a hacer algunas cosas con las que yo no estoy de acuerdo, cuando despierte, debes informarle que una falta más y nuestro acuerdo se acabó, al ser el que no cumple con lo dicho, será quien pague las consecuencias— aclaró y se fue a su carruaje, quería descansar, después de lo ocurrido.

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