XI

LYA CAMPOS

Llegamos a Londres. Toqué el rostro de William y aún tenía un poco de fiebre.

— Te veo un poco pálido. Debemos buscar un lugar donde quedarnos esta noche.

Caminamos un rato buscando un sitio donde quedarnos. Llegamos a una tienda donde venden pan. Compré un poco. Realmente no sabíamos dónde estábamos.

— Señora, disculpe, ¿Por aquí donde hay un hostal?

La señora nos indicó como llegar. Encontramos el hostal.

Pagué un cuarto para los dos. Nos dieron la llave y nos indicaron cuál era.

— Acuéstate. Déjame ver tus muñecas.

— No. No quiero que veas eso.

William me abrazó. Su cuerpo estaba caliente.

— Yo te amo Lya.

— Necesitas descansar. Acuéstate.

— Acuéstate conmigo— Cuando escuché eso mis orejas se pusieron calientes.

— Pero no haremos nada. Solo quiero que descanses.

— Solo quiero sentirte cerca.

Encendí el aire acondicionado, y nos acostamos uno cerca del otro.

— Ven, a mi pecho.

— Pero...

Me acerqué a su pecho. Podía escuchar los latidos de su corazón, parecía tambor.

— Gracias por huir conmigo. No puedo creer que esté con la chica que yo amo en Londres.

— Debo aceptar que después de pensar mucho en ti está semana, tú me gustas más de lo que yo pueda imaginar.

Él me miró y suspiró.

Me acerqué a su barbilla y le di un beso en sus labios.

— Descansemos un poco.

Él se quedó dormido fácilmente. Me levanté de la cama. Saqué una camisa y la remojé. Me acerqué a él y se la puse en la frente. Recogí un poco las mangas de su camisa. Sus muñecas estaban envueltas en vendas. Sentí como una estocada en mi corazón. Pensar que él intentó quitarse la vida por mi culpa.

Me quedé sentada en el piso viendo su rostro. Tenía facciones muy hermosas. Bien puede ser modelo con mucha facilidad. Sus labios tienen una v muy bonita y definida.

Él abrió los ojos y dirigió su mirada hacia mí.

— Deja de verme. Ven conmigo a la cama.

Él se sentó en el borde de la cama. Yo me senté a su lado.

— ¿Cómo te sientes?

— Creo que ya estoy mejor.

Él se acercó a mis labios y los beso despacio, pausado, haciendo contacto visual. Acarició mis mejillas.

— ¿Cuales son tus sueños? — preguntó William.

— ¿Mis sueños? — me puse a reir— eso ya no importa. Solo son eso, sueños.

— Dime.

— Estudiar medicina, tener una casa bonita. Y ahora mismo tengo un nuevo sueño.

— ¿Cuál?

— Tú.

— Soy una realidad, no un sueño.

WILLIAM VON BRAUN

Nuevamente, me acerqué a los labios de Lya, que eran mi tentación. Besé su cuello. Ella no me detuvo, yo continué.

Cada vez el momento se volvía un poco más intenso.

— Detente, no quiero salir embarazada aún.

— Tienes razón. Un hijo en este momento no es conveniente. Aunque me muero por estar contigo más íntimamente— pasé mi lengua por sus labios y una vez más, los besos se volvían más y más calientes.

— William— la voz de Lya era entrecortada.

— Mañana buscamos una farmacia. Pero déjame hoy ser tu hombre y que tú seas mi mujer.

Ella sonrió. Entre caricias, besos y gemidos, Lya y yo tuvimos ese primer encuentro que tanto había deseado. Era la primera vez que sentía que un cuerpo me llenaba, sentía que mi corazón estaba completo, mis pensamientos y sentimientos solo eran para Lya.

Nos quedamos abrazados.

— Gracias por darme esa primera vez. Espero no haberte lastimado.

— Dolió un poco— Ella tapó su cara con las manos.

— No sientas vergüenza. Te amo Lya— Ella suspiró.

Nos quedamos dormidos. A la mañana siguiente, pude notar que mis vendas tenían un poco de sangre. Creo que me excedí un poco ayer, ahora siento un poco de dolor y la herida se abrió.

Lya despertó. Tapé mis manos con la cobija.

— Bueno, creo que es hora de levantarse y salir a conocer el lugar para buscar un cuarto, hacer compras. Pronto buscaré un trabajo.

— Calma. 5 Minutos más en la cama— la busqué como abrazar y por un minuto se me había olvidado que tenía las vendas de la mano llenas de sangre.

—Vamos al hospital, a que te cambien las vendas. Tienes sangre. ¿Te duele?— Ella tocó mi frente, revisando si tenía fiebre.

—¿Tranquila, si? Vamos a buscar una farmacia para las píldoras y ahí compramos vendas. No hay necesidad de ir al hospital. Además, somos extranjeros.

— Me vale si somos extranjeros. En este momento vamos al hospital y punto.

Nos dimos una ducha rápida. Le pregunté a la chica de la recepción donde había un hospital y ella me dio una dirección.

Tomamos un taxi y nos llevó al hospital. Le limpiaron la herida y le cambiaron las vendas, le recetaron unas medicinas.

Saliendo del hospital, fuimos a desayunar.

— Hoy daremos un paseo, y estaremos tranquilos, y mañana buscaré un cuarto para los dos.

Llegamos al hostal después del medio día. Caminamos y conocimos un poco la ciudad. Sin querer queriendo, vimos un anuncio de renta de apartamentos y entramos a ver. El precio era justo y estaba medio amueblado. Firmamos el contrato de renta.

LYA CAMPOS

— Es hora de irnos— Miré a William quien no podía ocultar su felicidad.

— Te prometo que cuando mis muñecas se curen, buscaré un empleo y tus sueños, cada uno se hará realidad.

¿Mis sueños? ¿Realidad? No sé si él pueda cumplirlos, Pero esa intención me puso feliz.

Lo abracé. Creo que me estoy enamorando de él más allá de lo imposible. En el camino, nos encontramos con una farmacia y compré las píldoras para evitar un posible embarazo. Y ahí mismo los anticonceptivos diarios.

Llegamos al apartamento. No teníamos que preocuparnos por la cocina, la cama, el refrigerador, el sofá. Creo que eso era suficiente para empezar nuestra vida de pareja.

William me abrazó desde la espalda. Apartó mi cabello y besó mi cuello.

— Te amo y valoro todo lo que estás haciendo por mí— susurró en mi oído.

Suspiré.

— Creo que debemos ir al supermercado, compremos algunas cosas y de paso conocemos un poco mejor el lugar.

Mientras íbamos caminando miré un anuncio de trabajo en una cafetería.

— Voy a preguntar. Está cerca del apartamento.

Pregunté por el trabajo de mesera en la cafetería. El puesto estaba disponible. La dueña me hizo una pequeña entrevista. La señora me dijo que podía llegar a partir de mañana.

— Wao. Que rápido fue eso. Sí que tienes práctica para esto.

— Suerte más que todo.

Llegamos al supermercado. Hicimos compras de lo necesario. También compramos un poco de ropa para ambos.

Llegamos al apartamento, que ahora ese lugar era nuestro hogar.

Llegó la noche. Me estaba empezando a poner nerviosa y un poco inquieta.

William acababa de darse un baño. Salió en toalla. Todo su pecho estaba desnudo, me ruboricé un poco, aún no me acostumbro del todo a tener novio.

Simplemente, William es un espectáculo de hombre.

— Me voy a gastar— él me miró mordiendo sus labios.

— Me voy a dar un baño— Caminé de prisa al baño.

Me di una ducha algo extensa.

Salí del baño en toalla. Fui a mi mochila y saqué mi camiseta blanca y mi short. Volví a entrar al baño para cambiarme.

Cuando salí del baño, William estaba sentado en la cama. Tenía una mirada de lobo feroz. Mi corazón se agitó aún más.

— Amo esa camisa y esos shorts— sonrió.

Me acerqué a la cama y me senté a su lado.

— ¿Por qué no te has cambiado?

— No preguntes.

William me dio un beso tan apasionado que juro que mi alma tembló por dentro.

— El doctor dijo que no hagas fuerzas con tus manos.

— Está vez, no haré nada— Él se sentó en medio de la cama, quitó su toalla y me hizo de seña que me sentara encima de él.

Obedientemente, me senté en sus piernas. Me quité la ropa y aquel momento fue subiendo de intensidad. Aunque aún era torpe con los movimientos de cadera, creo que fue una experiencia única, ver de cerca sus gestos cuando llegaba al clímax.

Caí a un lado de la cama. Estaba agotada. Él me abrazó.

— Eres el amor de mi vida. Si antes no lo había dicho, perdóname. ¿Quieres formalmente ser mi novia, mi mujer, y mi futura esposa?

Lo miré y le di un beso.

— Si acepto.

— Te amo y no me cansaré de decirlo. Eres mía, mía, mía, mía. Sabes, te diré un secreto, es la primera vez que siento esto por alguien. Es la primera vez que me enamoro— se acercó a besar mi frente.

— Es igual para mí, es mi primera experiencia en el amor.

— Lo sé — William sonrió.

Nos quedamos en la cama.

Solo espero que toda esta felicidad que sentimos no sea solo momentánea, sino que perdure.

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Comments

Melisuga

Melisuga

Por favor, dime que no olvidaron la anticoncepción de emergencia.

2024-04-23

0

ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS

ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS

Estos lindos chicos deberían casarse

2024-04-21

2

Mitsuki G

Mitsuki G

Que alegría que llegaran bien a londres aunque el pobre de Williams aún está débil después de todo que pasó aunque está Lya no debe de sentirse culpable no lo hizo para matarse si no un plan para salir de ese encierro antes que lo obligarán a casarse por lo menos están contentos se entregaron mutuamente y solo espero que Lya si se tomara la pastilla del día siguiente ya que en estos momentos aún están hayandose ahí apenas se están acomodando para un bebé cuando ya estén establecidos ahí si pero ahorita debe de buscar trabajo y saber cubrir sus identidades para que no los encuentre la bruja de su madre

2024-04-21

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