.VI

LYA CAMPOS

Tenía fiebre. Sentía que mis labios se iban a quemar, mis ojos sentía como si agua hirviendo había caído sobre él y mi cuerpo me dolía, como que tal me había pasado un camión. Me puse ropa ligera.

Todo es por William. A este paso voy a subastar mi virginidad. Me Levanté para mojar una camisa y ponérmela en la cabeza, ya que no tenía medicina y me sentía algo mareada para ir a buscar a una farmacia.

William llamó.

—Lya Campos— su voz se escuchaba algo rara.

— ¿Qué quieres? No crees que es demasiado tarde, para que me estés molestando. Además, tengo fiebre y lo último que deseo es ser molestado por ti.

—¿Tienes fiebre?

— Quiero descansar. Voy a colgar— le terminé colgando.

Él volvió a llamar, tuve que silenciar el celular. Cerré mis ojos.

Toc toc toc toc, escuchaba de lejos como si alguien tocará la puerta. Abrí mis ojos. Pensé que era un sueño. Me levanté y abrí la puerta.

Entró sin pedir permiso, William traía una bolsa en sus manos.

— No te invité a entrar. Vete. Por tu culpa me siento estresada y enferma. Cuando has visto que una mujer de 18 años sufra por estrés.

— Te traje medicina.

Tomé la bolsa y se la tiré en la cara.

— No te hagas el bueno conmigo. Vete. No te necesito— él puso una cara muy seria— he pensado demasiadas locuras por tu culpa. Te odio.

William no decía nada. Recogió las medicinas y las puso en mi colchoneta.

— Tómate las medicinas, te va a ayudar a sentirte mejor. Creo que me preocupé demasiado. Eres malcriada y terca.

Me sentí mareada. Miraba a dos William enfrente mío. La fiebre me estaba haciendo delirar.

— A este paso voy a vender mi virginidad, con ese dinero, voy a pagar mi deuda contigo y espero no verte jamás en mi vida.

WILLIAM VON BRAUN

— ¿Tanto me odias? — ella hablaba agitada.

— Si.

— ¿No te gusto ni un poco?

— No.

— Entonces si vas a venderte, quiero comprar tu virginidad.

— Nunca te vendería mi virginidad.

— Prefieres dársela a un desconocido, antes que vendermela a mi. Tan despreciable soy.

— Lo eres. Quiero que te vayas.

Ella se agachó poniendo su frente en las rodillas.

—¿Estás bien? ¿Quieres que te lleve al hospital?

— No, me siento mareada. No me lleves al hospital, no me gusta— terminando de decir esto, ella se desmayó.

La Tomé en mis brazos y bajé con ella. La subí a mi auto. No lo pensé mucho, la llevé a mi departamento. La puse en mi cama.

Ella no traía sostén, se le podía ver su aréola y la punta resaltada de su pezon a través de la camisa. Su short era demasiado corto, ella tenía unas bonitas piernas y su cintura era bastante pequeña. Parecía una muñequita Barbie.

Calma William, calma. Llamé a un doctor.

Él llegó rápido. Revisó a Lya. Le puso una intravenosa de acetaminofén inyectable.

Ella abrió los ojos, pero se durmió.

— Su novia tiene fiebre, el acetaminofén le va a ayudar. Lo recomendable es que se bañe si no baja la fiebre, que esté en el chorro de agua unos quince minutos, que el agua caiga sobre su cabeza. Si la fiebre continua tiene que ir al hospital. Por los momentos, solo déjela descansar.

El doctor dejó medicina para la temperatura. Le pagué y se fue.

Le puse un paño en su frente. Me acosté a un lado de ella.

— Eres una tonta si te vendes a alguien más. Yo solo quería molestarte un poco. Pero parece que debo de parar — me acerqué y le di un beso en su mejilla— tonta, no sabes cómo me gustas y tu desprecio me hace querer tenerte.

Toqué sus labios con mis dedos.

— Eres muy bonita, te ves diferente cuando andas con ese chaleco de la pizzería. Pareces un niño— murmuré.

Me quité la camisa y me quedé en shorts. Me acosté a un lado de la cama. Me dormía por ratos, cada dos horas me levantaba a ver si seguía con la fiebre y a cambiar el paño de su frente. Hubo un momento que el sueño me venció por completo.

Amanecí abrazado con Lya. Su cabeza estaba en mi pecho. Al verla así, solo sonreí y cerré nuevamente mis ojos.

Mis pensamientos de hombre, estaban activados. Quería besarla y hacerle el amor en mi cama, Pero seguro cuando despierte se alborote, me cachetee y salga de aquí endiablada.Terminará odiándome aún más. Así que, solo quiero estar así un rato más.

Al rato, ella se despertó y me tiró de la cama. Pegando un grito.

— ¿Qué hago aquí? ¿Por qué tú estás en shorts? ¿Qué me hiciste?

Me levanté del piso.

— No recuerdas lo que hicimos anoche. Eres una chica salvaje. Hiciste un intercambio conmigo, la virginidad por la deuda. Y yo acepté— mordí mis labios y le sonreí.

— Déjate de decir estupideces. Jamás haría eso contigo.

Me puse encima de ella en la cama, sosteniendo sus manos hacia arriba.

— Si lo hiciste, y me has dejado queriendo más.

— Suéltame.

Me acerqué a sus labios y le di un beso apenas tocando sus labios.

— En tu casa, caminas siempre sin sostén— pase mi lengua por mis labios.

— Maldito, eres un depravado sexual.

— Mala agradecida, después que te cuidé toda la noche, así me pagas, insultándome. De aquí sales, solo si me prometes que no vas a venderte a nadie. Tú eres mía y de nadie más.

— Yo no soy de nadie. Suéltame. Y yo hago con mi cuerpo lo que yo quiero.

— Entonces no te suelto.

Hicimos contacto visual, ella se sonrojó y volteo la cara. Mi vista bajó a sus senos y mi amiguito se emocionó. Ella abrió sus ojos como platos cuando lo sintió.

— Quítate de encima. Degenerado.

La solté. Ella pegó un brinco de la cama y salió corriendo hasta la puerta. Fui detrás de ella.

— Por lo menos, ponte esto, atraerás todas las miradas así— le di un cárdigan.

Ella lo tomó y se lo puso.

— Ábreme la puerta.

— Estás descalzas. Deja que te lleve a tu casa.

— ¿Qué hicimos anoche? Te aprovechaste que tenía fiebre.

Me acerqué a ella, arrinconándola contra la puerta.

— Tuvimos sexo— sonreí— No tuvimos nada no te preocupes, solo te molesté un poco. Anoche te desmayaste y te traje a mi depa, aquí te revisó un doctor.

— Enserio, no hice nada contigo.

— No. Solo que dijiste algo que no me gustó. No quiere que te vayas a vender para conseguir dinero. Si quieres dinero por tu cuerpo, yo pago por él Okey. Ahora, te voy a llevar a tu casa, a menos que quieras estar conmigo todo el día. Yo no me quejo.

La llevé a su casa. Yo me quedé un rato afuera eElerando que ella subiera.

El mentado novio salió del edificio, Dante creo que dijo que se llamaba. Así que él vive aquí, eso me lleno de molestia. Me bajé del auto y lo enfrenté.

—¿Que haces tú aquí? ¿Por qué sales de ese edificio?

— Aquí vivo. Algún problema. Sigues acosando a Lya.

— Lya es mía. No quiero que te acerques a ella.

—Mmm, ¿es tuya?

— Estás advertido. No sabes con quién te metes.

Di la media vuelta y subí a mi auto. Él se fue en su moto. Tengo que sacar a Lya de este lugar. Por primera vez siento celos.

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Comments

Ninhana SL

Ninhana SL

y con qué derecho sientes celos? Mira muñequito de torta tu no tienes ni idea de como conquistar a una verdadera mujer, Lya es demasiado para ti

2024-06-07

1

Isabel Ortiz

Isabel Ortiz

piensa que el dinero lo puede comprar todo incluso a una mujer no tiene valores

2024-06-16

0

Melisuga

Melisuga

Por primera vez una chica te ve como un hombre común y corriente, no como un bonito cajero automático.

2024-04-23

5

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