Capitulo XI Ya no eres nuestra hija

Una vez terminaron el desayuno, Alana se levantó de la silla y cuando Dominic se disponía a hacer lo mismo, la joven le dio un leve empujón y lo volvió a sentar, subiéndose ella a horcajadas sobre él y empezando a besarlo suavemente.

— Ya te sientes bien?. — pregunto Dominic preocupado.

— Si, ahora solo quiero ser tuya de nuevo. — respondió ella con su voz agitada.

Dominic la llevo cargada hasta la habitación donde suave y delicadamente le hizo el amor.

Los dos se quedaron dormidos, hasta que el celular de Alana empezó a sonar, ella se despertó agarrando rápidamente para contestar, no quería que Dominic se despertara por el sonido.

— Hola!. — dijo Alana sin verificar quien la estaba llamando.

— Dónde demonios estás?, como que tienes dos días sin ir a la universidad, acaso dejaras la carrera?. — desde el otro lado de la línea se escucharon los gritos de Sofía.

— Buenos días, madre, pues no he ido a la universidad porque no he tenido clases, esta semana solo van los que deben, algo y como yo estoy al día no es necesario ir. — respondió Alana tranquilamente.

— Quiero que vengas a casa hoy mismo, o enviaré por ti.

Sofía colgó el teléfono, dejando a Alana muy molesta.

— Tu mamá está realmente molesta, yo no tengo problema en ir hoy a tu casa, así que vayamos a vestirnos y salgamos de esto de una vez.

— Tengo miedo, mi mamá es una persona muy fuerte, hasta a mi papá lo tiene dominado.

— Estás segura de que me amas?.

— Si, lo estoy, te amo de una manera que no puedo explicar.

— Yo también te amo y lucharé por nosotros así se me vaya la vida en el proceso.

Alana besa suavemente los labios de Dominic.

Se cambiaron de ropa y salieron a la casa de los padres de Alana, ella estaba muy nerviosa, pues ya sabía que una vez que entrara en esa casa, lo más probable era que no saliera.

Una hora después Alana y Dominic entraron a la casa de Sofía y la muchacha del servicio la saludo cordialmente.

— Señorita Alana, es un gusto verla de nuevo. — dijo la muchacha.

— Gracias, puedes decirle a mis padres que estoy aquí. — ordeno Alana.

— Si, señorita. — dijo la empleada viendo fijamente a Dominic, no había duda que él era un hombre muy apuesto y que además desbordaba por todas partes peligro y eso era algo muy atrayente en él.

La empleada fue en busca del matrimonio Ivanov, mientras Alana tenía las manos frías de los nervios.

— Cálmate amor, yo estoy aquí para protegerte. — dijo Dominic.

— Lo sé y gracias por no abandonarme.

Los dos estaban hablando, cuando llegó Sofía y Adrik.

— Qué haces tú aquí? — dijo Adrik mirando fijamente a Dominic.

— Papá por favor, antes de discutir escúchame. — respondió Alana mirando a su padre.

— Espero y tengas una buena explicación y no sea lo que me estoy imaginando. — contesto Adrik.

— Un gusto conocerlos señores Ivanov, vengo aquí frente a ustedes para decirles que su hija y yo nos amamos y que hemos decidido empezar una relación. — dijo Dominic muy serio.

— Ni lo pienses, mi hija no se enterará con un delincuente como tú, y a ti Alana te lo advierto no dejaré que andes con este tipo.— grito Adrik muy enojado.

— En eso no pueden intervenir, pues soy mayor de edad y puedo decidir mi vida sin su permiso. — contesto Alana imponente dejando a los presentes con la boca abierta.

— Entonces te olvidas de que tienes padres, no permitiré que una hija mía ande con semejante delincuente.

Adrik estaba furioso, pero Sofía había visto algo en su hija que nunca antes había visto, Alana estaba radiante a pesar de la situación, Sofía vio ese brillo en la mirada de su hija, ese brillo que ella misma lo había visto en sí, era el brillo del amor, entonces entiendo que por la fuerza Alana nunca volvería a ellos.

— Vamos a calmarnos. — sugirió Sofía. — Sientensen muchachos, por favor. — dijo muy serena.

— De que hablas, Sofía. — dijo Adrik.

— Deja que ellos expliquen lo que piensan hacer. — respondió Sofía.

Adrik hizo silencio y dejó que Alana explicará las cosas, obviamente para los padres de Alana era un absurdo que con apenas unos días de haberse conocido, ya estuvieran enamorados.

— Entonces se conocen hace qué, dos meses y en ese tiempo se vieron a escondidas. — comento Adrik.

— Así es señor, la conexión entre su hija y yo fue inmediata y estamos seguros de nuestro amor. — explico Dominic.

— Jajaja eso es imposible nadie se enamora tan rápido. — replicó Adrik.

Sofía lo miro fijamente y recordó que ellos se enamoraron prácticamente a la semana de haberse conocido, pero bueno al parecer a Adrik se le había olvidado ese hecho.

— Como dijiste Alana, eres mayor de edad y puedes hacer lo que quieras, eso sí, de ahora en adelante te quitaremos toda la ayuda económica que hemos venido dándote. — dijo Sofía imponente.

— No se preocupe señora, a mi mujer no le hará falta nada, tengo el suficiente dinero para darle la vida de reina que ella se merece. — respondió Dominic retando a Sofía.

— Jajaja, claro, dinero mal habido. — contesto Adrik.

— Buenos señores nosotros nos vamos, ya se dijo lo que venimos a decir, con su permiso. — dijo Dominic antes de perder la paciencia.

— Espera un momento, quiero buscar algunas cosas mías. — comento Alana.

— De esta casa no sale nada, hija, si te vas con este hombre no te puedes llevar nada de aquí. — dijo Adrik molesto, cuando Dominic dijo que Alana era su mujer casi le brinca encima para romperle la cara.

— No te preocupes amor, yo te voy a comprar todo lo que necesites y hasta más. — dijo Dominic a Alana.

— Está bien, no me llevaré nada de su casa, estoy consciente que está no era la mejor manera de hacer las cosas, pero ustedes no me dejaron otra opción.

Alana y Dominic salieron de aquella casa sin mirar atrás, ambos subieron al auto y Alana estaba muy triste, ella sabía que iba a ser difícil, pero tenía esperanza de que sus padres aceptarán a Dominic, ni siquiera les dieron la oportunidad de explicar que Dominic dejaría esa vida.

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